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¿Existe el buen DLC?

O mejor dicho, hace unos años existía
Por Bruno Louviers

El dichoso DLC, ese síntoma de nuestros tiempos. Si hubiera que definir a la pasada generación por algo, yo no elegiría la potencia, ni el online, ni el Call of Duty, ni la alta definición ni nada remotamente parecido: PS3 y 360 se caracterizan por una sola cosa: el nacimiento, asentamiento y proliferación de la cultura del DLC, del downloadable content de las narices.

 

La siguiente generación también ha florecido en torno al DLC, y es que las compañías de videojuegos necesitan pasta, mucha, mucha pasta. No pueden subir el preecio de los juegos porque los usuarios se les echarían a las barbas y, joder, 60 euros por un título de lanzamiento, como mínimo, ya es mucho dinero. Así que usan el DLC para ganar más: separan contenido del juego y lo venden. 

 

 

La desfachatez con la que muchas empresas invierten en sus DLC es pasmosa: Capcom los incluía en el disco hace no mucho, EA lo vende en conjunto como un pase de temproada para su Battlefield 4, que en total, cuesta 120 euros si se suma pase y juego; y muchos otros títulos ya tienen proyectados sus DLCs antes de salir a la venta o casi de ser anunciados, como ha pasado con Alien ayer mismo o con FarCry 4 y Assassin's Creed Unity, cuyos contenidos de pago se conocen antes casi que el juego.

 

Incluso juegos prometedores parecen arruinarse por estas prácticas. Evolve, por ejemplo, cuyos desarrolladores han asegurado hoy mismo que su jugeo está construido para incluir tanto DLC como sea necesario y cuanto la comunidad pida.

 

Por eso, yo me pregunto, ¿existe un buen DLC? Un DLC que aporte algo más, que sea justo con el usuario y por el que cobrar un dinero sea lícito. Sí, existe, o existía. Antes, se llamaba expansión. Ahora, es un DLC. Pero da igual el nombre, lo importante es cómo se plantee. 

 

Por ejemplo, siempre me gustó mucho el DLC de Mass Effect 2. Es verdad que dos personajes del juego había que pagarlos, pero sus historias lo merecían. Y los DLCs posteriores, los que avanzaban en la historia y acercaban los acontecimientos de Mass Effect 3, por concepto, esos DLCs son maravillosos: ¡podías llenar el hueco entre un juego y el otro! El problema es que esto animó a EA a hacer cada vez más y más DLCs...y bueno, en Mass Effect 3, eso era un cachondeo.

 

 

Bethesda también es una compañía que entiende los DLCs más o menos bien. Fallout 3 y Fallout New Vegas tuvieron un contenido descargable de calidad, que alargaba mucho la experiencia de juego y que se vendía a un precio justo. Skyrim también lo hizo más o menos bien. Es irónico esto, pues con Oblivion, Bethesda y su horrible armadura de oro para el caballo, Bethesda abrió las puertas al DLC mal entendido de hoy en día. 

 

Podría seguir dando ejemplos, y podría hablar de como los indies regalan su DLC como actualizaciones o cómo empresas como CD Projekt lo usan para mantener a sus usuarios fieles; pero es mejor no hablar más de DLC, que en el fondo, uno se enfada. Aunque haya casos positivos, las prácticas mayoritarias rozan la estafa y son lo peor, sin duda alguna, por delante de conexiones permanentes y DRMs absurdos, que tiene nuestra actual industria. 

 

Ojalá la gente se concienciara de verdad y dejara de pagar pases de temporada y de reservar juegos para que estas tácticas dejaran de funcionar. Pero no lo haremos nunca, porque somos unos yonkis. 


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