Diez años de VGAs a examen

Los VGA han cumplido diez años este pasado fin de semana. Autoerigidos en los premios "oficiales" del videojuego, nos dejan un palmarés lleno de decisiones abiertas al análisis y a la opinión. 

Como sucede con los Oscar u otros grandes premios, echar la vista atrás para juzgar el palmarés de turno visto a través de la perspectiva que nos dan los años transcurridos es un ejercicio divertido en el que podemos ver aciertos, errores y en el que en más de una ocasión arquearemos una ceja.

La primera decisión estrambótica llega, precisamente, en el primer año de vida. Llámalo novatada, llámalo arrebato, llámalo como quieras. Pero que Madden NFL 2004 se llevara al premio al mejor juego del año en 2003 nos parece una broma de esas que todavía tendrán gracia dentro de cincuenta años. Vale que el año no fue excelso, pero había opciones sobradas (Zelda Wind Waker, GTA Vice City, Max Payne 2, Hitman 2 o el primer Splinter Cell) para que el galardón tuviera más prestigio que un Príncipe de Asturias de los Deportes.

En esto de los premios, como en las opiniones, ya se sabe que todos tenemos un favorito y que los favoritos de los demás nos importan un pimiento. Pero si es cierto que si de algo pueden presumir los VGAs en estos diez años de vida es de no haber tenido concesiones de cara a la galería. Politiqueo de ese que tanto vemos, y ahí va otra referencia, en los Oscar. Por poner un ejemplo concreto, que un tío como Al Pacino solo tenga una estatuilla por... Esencia de Mujer dice mucho de la tómbola en la que se puede convertir una entrega de premios donde, en ocasiones, te llevas un trofeo porque "este año tocaba".

Como decía, si echamos un vistazo a los premiados a lo mejor del año solemos encontrar una línea más o menos coherente en la que no se ha dudado en premiar a varias entregas de una misma saga si lo merecían ni se han dado galardones a juegos menores para compensar errores pasados. Tras el fiasco del Madden de 2003 siguieron elecciones que, en su mayoría, parecen acertadas o, por lo menos, lógicas: GTA San Andreas, Resident Evil 4, Oblivion, Bioshock, GTA 4, Uncharted 2, Red Dead Redemption y Skyrim.

En esta pasada edición, eso sí, hay dos puntos destacables. El primero es la elección de The Walking Dead como título del año. Tanto por concepción como por ruido mediático es un juego que se aleja, y se aleja mucho, de los cánones que nos han vendido los VGAs todos estos años, más ocupados en buscar el mejor juego del año dentro de las grandes producciones y sin molestarse en exceso en hurgar entre la clase media y la pequeña producción.

El segundo, más divertido, es la aparición del premio al juego de la década. ¿De qué decada? Pues ni de esta ni de la anterior, ya que es un galardón al mejor juego de los diez años que lleva la ceremonia en vigor. El premio se lo llevó Half-Life 2, un juego que en 2004 cayó derrotado ante GTA: San Andreas, que a su vez ni siquiera estaba nominado en esa lista de diez juegos que representaban los mayores logros de la década. 

Una lista en la que no había ningún GTA, y eso que tanto San Andreas como el 4 se llevaron el premio a juego del año, y en la que aparte de presencias extrañas aunque justificables (Wii Sports) había otras que no se podían coger por ningún lado. Sí, me refiero al Batman Arkham City, juego que adoro pero que, seamos serios, no ha sentado ninguna base sobre la que influir a la industria del videojuego en los años venideros. Este premio al mejor juego de la década es una muestra excelente de ese politiqueo del que hablábamos. Valve se lleva un reconocimiento porque no puede ser que un estudio de tal calibre no haya catado nada importante en diez años y Rockstar, o Bethesda, se quedan fuera porque ya ha tenido suficiente pastel y, de paso, meto juegos que ignoré en su día pero que el tiempo ha colocado en su lugar, como Shadow of the Colossus.

Una última reflexión antes de finalizar, para los VGAs y para cualquier gala de premios: eliminen las categorías al mejor juego por plataforma, por favor, porque en muchos casos pierden su sentido. Pero vamos a ver, si uno de los finalistas ya se cuela entre los nominados al galardón máximo, ¿acaso alguien se cree que habrá competencia en esa categoría?