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Days Gone funcionaría mejor sin tanta moto

A favor de la exploración a pie
Por Julián Plaza

Siempre que pienso en Batman: Arkham Knight, se me despierta un regusto agridulce con nombre propio: batmóvil. La gran apuesta de Rocksteady para su cierre de trilogía fue cubrir todo el espectro de lo que significa ‘ser Batman’, y en esa pila de requisitos faltaba poder recorrer la ciudad sobre ruedas, conduciendo el emblemático transporte del caballero oscuro. Se conducía bien, trasladaba la sensación de poder idónea y su diseño era para quitarse el sombrero, pero me harté de él.


A mi juicio, lo que se concibió y diseñó bajo una magnífica premisa terminó aplicándose mal. Primero, la presencia del batmóvil en el global era más de la que me hubiera gustado; segundo, Gotham perdió presencia, peso, fuerza, porque podía ir de una punta a punta en un plis-plas. El juego era más inmersivo yendo de tejado en tejado, así es cómo aprecié más los detalles y me fundí más con el entorno. Creo que a Days Gone le pasa un poco lo mismo.

 

DG


No tengo razones de peso para sacar la moto de Deacon de la ecuación. De nuevo, es un ingrediente importante en la fórmula y funciona bien, en especial cuando toca atender al tanque de gasolina o cuando puedes recurrir a sus alforjas, incluso es un elemento que puede dar pie a instantáneas potentes cuando el diseño sistémico del juego combina los ingredientes adecuados. No la quiero fuera, pero a veces me gustaría tenerla un poco más lejos.


Como comenté el otro día estoy jugando en difícil, algo que hace mucho más plausible la posibilidad de que se me vacíe el depósito y tenga que ponerme a andar en busca de un bidón de gasolina, o en su defecto me toque cargar con la moto a cuestas. Y lo cierto es que es en esos momentos en los que mejor se maneja Days Gone, cuando no hay cinemáticas, ni misiones de recadero ni secundarias, cuando todo surje de la pura necesidad y de los impedimentos que genera la propia escasez de recursos.

 

DG


Oregón es más hostil y asfixiante cuando te toca ir a pie, pero también es más bonito. En moto es fácil que decidas pasar de largo todos aquellos sitios que crees que no esconden nada interesante, porque cada parada es un potencial encontronazo con algún freaker que fácilmente puede atraer a otros tantos. Y es una pena porque hay interiores, granjas, caminos y bosques que merecen ser visitados. Si podéis, animaros a bajar de la moto y echad un voltio a pata, veréis como la cosa cambia.


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