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La estética marrón de Final Fantasy XII nos habla de personajes maduros y cansados

A diferencia de los colores de FFX
Por Adrián Suárez Mouriño

El mundo de Final Fantasy XII es precioso. Es un universo maduro, austero y muy elegante. Es una Europa pasada por el filtro de una acertada visión japonesa. Las armaduras y las ropas parecen querer imitar la moda victoriana a veces mientras que en otras deciden fijarse en la de Star Wars. Hay mucho Stormtrooper que cambia las planchas de plástico por ferreas placas pétreas, también hay un montón de naves espaciales que recuerdan a las del Capítulo I. Juntar lo europeo japonizado con esta extraña revisión del universo de Lucasfilm me parece una genialidad.

 

Una cosa que me ha gustado mucho de este mes es que hayan salido casi a la vez el remaster de FFX y de FFXII, dos videojuegos drásticamente diferentes en su representación formal. Los diseños de Nomura de Tidus y los suyos son una exageración sin sentido. Son puro fervor adolescente que no se decide entre ser un crío o un adulto. Toda la aventura es un viaje de maduración y se nota también en las ropas de los guardiantes de Yuna, también en las de ella.

 

Pero lo de Final Fantasy XII es otra cosa. Lo que el videojuego nos cuenta son riñas entre personas que ya son maduras. De esto presume mucho este título, pues en diez minutos de juego ya te han hablando de una boda, de una muerte y de una viuda. Todo se cuenta con cierta distancia y hasta con cinismo. Y ese tono marrón, sucio pero siempre elegante se manifiesta en cómo están diseñados sus héroes y cómo sus vestidos cubren sus cuerpos.

 

 

Lo de Final Fantasy XII a este respecto se merece una mención aparte. Casi parece un juego que no quiere ser de esta serie por la forma en la que lo aborda todo: su mundo, sus personajes, su combate que es más cerebral que activo… El título parece quere conectar más por tono, estilo y planteamiento con Vagrant Story. Dos videojuegos que comparten muchísimo, por cierto. El continente en el que sucede la historia de Ashley Riot está contenido con el mundo de este juego que nos ocupa.

 

Pero lo que más me gusta de ambos títulos es su sobriedad y madurez. Es raro encontrar un JRPG que ofrezca una visión tan poco aniñada de su universo y que decida ser tan, tan, elegante en sus diseños de personajes. Tan profundamente marrón. Estamos más acostumbrados a diseños más cercanos a Final Fantasy X que a lo que se encuentra aquí, y es una pena. Creo que todos los que disfrutamos Final Fantasy XII y Vagrant Story tenemos guardada en nuestra retina la potente sensación que nos causo solamente con su estética.

 

Sería maravilloso que Square Enix rescatase este tono y que nos entregase un videojuego que pusiera a estas dos obras abiertamente en contexto, que regresase a esta estética tan acertada y que se dejara de retratar adolescentes para empezar ya con las personas maduras. En fin, bendito Final Fanasy XII y qué agradable es recontrarse con Ivalice y con su deseo de querer hacer algo absolutamente diferente en esta franquicia.


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