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Cuphead no es difícil

Ni injusto
Por Julián Plaza

En el último vídeo de Game Maker’s Toolkit, un canal que no es la primera ni será la última vez que recomiendo por aquí, Mark Brown llega a una conclusión con la que me gustaría empezar: ‘siempre habrá jugadores que no sabrán gestionar la frustación. Hay muchas maneras de hacer un buen videojuego, y tenemos por costumbre asociar a los que demandan un punto extra de concentración con los que son arduos, pero es una regla que no siempre se cumple. Ahí tenemos a Cuphead, un lanzamiento exigente pero no difícil.


Desde mi punto de vista, un juego difícil lo será dependiendo de su accesibilidad y progreso. La primera variable depende de lo complicada que puede llegar a resultar su comprensión (mecánicas, planteamiento, variables a tener en cuenta) y la segunda de la escalada del jugador desde que toma el control hasta que se encuentra con el primer reto (información dada, linealidad, curva de aprendizaje). Ninguno de esos dos factores está especialmente pronunciado en la obra de StudioMDHR.

 

Cuphead


Aunque su tutorial tuvo una repercusión inesperada, no plantea un gran número de factores a los que atender. Saltas, disparas, esquivas, golpeas en el aire y lanzas el especial. El lenguaje de Cuphead es básico. A partir de lo presentado, el abanico de recursos solo se amplía profundizando en cada movimiento (más tipos de disparo, nuevas esquivas, más ataques secundarios, etc.), únicamente si el jugador decide pasarse por la ventana de personalización. Puedes terminar la aventura con el set de habilidades inicial, siempre y cuando seas observador.


Es ahí donde entra en juego el otro aspecto que erróneamente se ha vinculado con la dificultad: en Cuphead se muere, se muere mucho. Los 29 jefes que te lanza cuentan con transformaciones que, en líneas generales, suponen un enemigo distinto, y en todas y cada una de ellas hay que empezar de cero para encontrar los puntos ciegos de cada ataque. En realidad, para superar a cada boss es necesario llegar a la transformación final habiendo recibido el mínimo daño posible (tres golpes y estás fuera) y gestionando los especiales para vaciarlos en él en cuanto tengas la oportunidad. Es una carrera de fondo. Gestiona mal las prisas y caerás más veces, termina frustrado por morir en esa transformación que antes venciste y habrás caído en la trampa; es un bucle de negatividad en el que todos podemos caer, pero eso no hace que un juego sea difícil.

 

Cuphead


Nuestro protagonista premia a los que mantienen los ojos abiertos, a los que encuentran ese punto seguro desde el que disparar, a los que reservan el gancho final para cuando toque usarlo, a los que saben que la paciencia puede con todo. Solo es un videojuego que demuestra que puedes ser tu peor enemigo. Quizás lo difícil es verlo. 



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