Bayek y Aya, un dueto protagonista a la altura en Assassin's Creed Origins
Entre las cosas que le pedía a Assassin’s Creed Origins antes de lanzarme a Egipto, la que menos esperaba ver realizada era la de ofrecer a un protagonista en condiciones. La campaña del juego ha terminado siendo mucho más comedida de lo esperado, hemos tardado en ver las pirámides, hay muchos personajes históricos que se han mantenido en secreto y Bayek, el primer miembro de la hermandad de asesinos, ha dado la sensación de ser el típico recipiente vacío sobre el que construir la experiencia de cada jugador. Por suerte no ha sido así.
No entraré en detalles concretos, pero el primer encapuchado tiene mucha más chicha de la esperada. Bayek se construye a partir de un detonante fatal y a partir del mismo se justifica su viaje, su periplo por todo el país y su intención de teñir el Nilo de rojo. Pero lo mejor es que la aventura lo va llenando de matices y va puliendo su carácter, su humor y su manera de ser. Os recomiendo que no os dejéis llevar por las primeras impresiones porque el siwano con el que empezáis es distinto al que controlaréis a media aventura. Y aquí es donde entra Aya.
Mejorando la propuesta de los hermanos Frye en Syndicate, Assassin’s Creed Origins vuelve a una historia con dos pilares centrales. Esta vez son Bayek y Aya, una pareja que por la situación del país se ve obligada a separarse pero sigue compartiendo un objetivo común: hacer que la gente pague por sus actos. Cada parte de la aventura en la que se entrecruzan sus caminos sube un par de revoluciones, en especial por la personalidad tan marcada de Aya y por su visión más radical del presente, llegando incluso a discrepar con Bayek.
Como os digo, la gracia de la trama de Assassin’s Creed Origins radica en la relación entre dos personajes que deben dejar a un lado sus sentimientos en pos del bien común. Bayek busca justicia, Aya ansía venganza y ambos comparten camino, aunque quizás distintos objetivos. Luego además tendremos la oportunidad de manejar a cada uno, por lo que el apego por la compañera de armas de Bayek sabe llegar más hondo.
Son esas sutiles grietas de desconfianza las que hacen que esta dupla sea de las más interesantes de toda la saga, muy por encima de Ezio y Sofia, de Arnó y Élise o de Evie y Jacob. Además, aquí el carisma está mejor repartido. Pronto tendréis el análisis del juego en su conjunto, pero ya os puedo adelantar que en este apartado los egipcios cumplen sobradamente.
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