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2014, año de tomar riesgos

Varios estudios han roto con su pasado y sus géneros
Por Dayo

Como decía Merlín el encantador: “A cada ‘contra’ hay un ‘pro’”. 2014 ha sido el año de las desilusiones, los juegos atrasados, los bugs y las malas formas, pero también ha sido el año en que varios estudios han roto con su pasado para afrontar algo nuevo. The Talos Principle, This War of Mine, The Vanishing of Ethan Carter y Alien Isolation son muestras de un cambio de filosofía, de la necesidad de buscar algo más a través de los videojuegos.

 

Lejos de sus intenciones o sus temas, lo que hace especiales a estos juegos no es tanto lo que pretenden decir sino su simple existencia. This War of Mine está creado por un estudio conocido por juegos de estrategia para smartphones, los responsables de The Vanishing of Ethan Carter tienen en sus currículum la autoría de Painkiller y Bulletstorm y The Talos Principle, la gran sorpresa de finales de año y un juego sorprendentemente reflexivo no sólo sobre sus temas sino también en torno a su propia naturaleza, es obra de Croteam, los creadores de Serious Sam.

 

A finales del año pasado hablaba sobre cómo los videojuegos parecían haber encontrado un súbito interés en contar historias pero que todavía les faltaba aprender a contarlas bien, pero los títulos de este año me estaban dando a entender que quizá me equivocaba. Al fin y al cabo Sunset Overdrive o Goat Simulator no son precisamente juegos laudados por sus guiones. Y, sin embargo, ese movimiento se ha mantenido, aunque en menor escala. Más que eso: los que se han atrevido han dado el salto y abandonado sus géneros predilectos. Y el resultado les ha salido sorprendentemente bien.

 

De aquí podemos sacar varias lecciones, siendo la más evidente que no deberíamos limitar a un estudio a un determinado género. Esperar lo inesperado parece que da resultados y si el día de mañana Polyphony Digital anuncia un shooter lo desearé con más ansia que ningún otro. Debemos dejar de esperar que los estudios giren siempre en torno a lo mismo porque eso sólo hace que los videojuegos se estanquen y que la creatividad deje de fluir. Creative Assembly resulta que tiene un equipo con mucho más talento que DICE o Treyarch, pero no lo habríamos sabido nunca si no se hubieran atrevido con Alien Isolation. Habrían sido esos tipos de la saga Total War.

 

Pero también es una muestra de que los desarrolladores quieren expandir sus horizontes, que la gente detrás de los videojuegos quiere contar nuevas historias, afrontar otras experiencias. Adrian Chmielarz fundó The Astronauts tras una epifanía al jugar a varios títulos indie; This War of Mine está basado en historias reales. La industria envejece, lo cual quiere decir que gente como Ralph Baer se nos muere, pero también que los encargados de crear cambian de perspectiva, descubren nuevas historias que contar, se aburren de las viejas.

 

No es un gran cambio, pero al menos está ocurriendo. Quién sabe, puede que el próximo año otros estudios den un giro brusco a sus carreras y decidan subirse al carro. Quizá otro veterano abandone su casa y monte una nueva compañía. Pero nos conformaremos con encontrar bacterias para decir que hay vida alienígena, y estos casos aislados son una muestra de una nueva corriente. Quizá ahora mismo haya poco agua fluyendo, pero démosle tiempo. En unos años puede ser un torrente.


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