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Avance Fable III X360

Miercoles 13 de Octubre de 2010 por Alejandro Pascual


Puede que Fable sea uno de los más claros ejemplos de ?saga que va perfeccionándose poco a poco? hasta alcanzar el cénit que, por otro lado, debiera haber sido su primera parte. Pero, sea como fuere, el caso es que parece haberlo logrado por fin con su tercera entrega. Fable III es un producto consistente, maduro y con las ideas más claras de toda la serie.

Para que el usuario se haga una idea, es directamente proporcional al cambio entre Assassin?s Creed I y II. Aquí, la libertad de acción se funde con una historia lineal bien hilvanada que deja en manos del jugador la decisión de perderse en Albión o avanzar en la trama. Hasta Molineux parece haber entendido por fin cuándo acabar con el eterno debate de si el héroe debe o no hablar, y entender que, al menos en su juego, no funcionan los muditos. Y todo sin remolonear ni hacer perder el tiempo con requisitos vacuos, por mucho que parezca atractivo casarse o tirarse flatulencias (que también se puede).

Las dos primeras horas de juego nos muestran este factor a la perfección. Todo nos indica que los mundos abiertos están sufriendo un profundo cambio en su estructura, y es que hay que disfrutar de ellos, pero sin hacer viajar al jugador de aquí para allá sin sentido (véase esta ?linealidad abierta? en el reciente Mafia II o el citado Assassin?s Creed II). Por supuesto, si uno quiere, también puede holgazanear en cada pueblo y rincón que visite, y probarse nuevas prendas, entablar nuevas relaciones y labrarse un futuro.

Que seamos un príncipe, y que tengamos un objetivo claro a cumplir (llevar la revolución al reino), hace que todas nuestras acciones, hasta la más tonta como caerle bien a alguien porque sí, estén justificadas y tengan una finalidad: que se unan a nuestra causa. Este hecho se revela con prontitud en el juego a través de una de esas elecciones tan de moda últimamente en los juegos de rol, en que se nos da a elegir entre dos decisiones que no nos gustan nada. El mal menor, que se dice. Muy probablemente el jugador elija exactamente la opuesta a la que haría en el mundo real, cosas del egoísmo, pero lo importante es que, por fin, Fable ha dado ese salto que tanto necesitaba con respecto a lo que se espera de un juego de rol.

Porque un jugador no quiere tanto ver los cambios producidos por un comportamiento ?malo? o ?bueno? (innecesario desgaste gráfico en crear dos versiones de un barrio, próspero o no próspero, por una decisión en Fable II), como por ese doble filo de no saber exactamente cuál es la decisión correcta. Como en la vida real, vamos. Veremos si Fable parece haber aprendido la lección, o simplemente flirtea con ella, ya que, por otro lado, seguimos teniendo esa dicotomía facial, que refleja nuestra virtud en el rostro del héroe hasta poder parecer un demonio. No es que sea algo necesariamente negativo, pero con el nuevo modelo mencionado anteriormente, el juego se ahorra el tener que juzgarte para que esa acción la haga el jugador bajo sus propios principios.

Todo lo demás, en un primer vistazo, parece seguir en su sitio. Los botones de acción no han cambiado de lugar, y tenemos uno para cada habilidad del personaje: cuerpo a cuerpo, distancia y magia, con la gran aportación de no tener que ir recogiendo esos orbes de experiencia tan molestos de Fable II. Ni siquiera tendremos, al menos en lo visto en la demostración, la estela amarilla que indica el camino a seguir.

Lo que sí ha cambiado radicalmente es el menú de juego. Al lento interfaz de Fable II se le ha aplicado un menú interactivo, donde nuestro jugador se teletransportará automáticamente al refugio, y allí organizar todas sus armas, ropas y misiones. El paso al refugio y la vuelta a la misión se hace de forma tan rápida como la que haría aparecer un cuadro de texto, lo cual debió ser un punto obligatorio a seguir por parte de Molineux; sin embargo, queda por ver si el hecho de tener que desplazarnos a las distintas instancias de nuestro refugio para poder cambiarnos de ropa, etc, hace que el ritmo de la partida se vea mermado en ocasiones.

Quedan muchas incógnitas aún que descubrir y verificar, pero baste decir que el que suscribe no entendió la supuesta genialidad en Fable II y, sin embargo, si ve una luz al final del túnel en esta ?revolución?, para dejar claro que algo ha madurado en Albión. Tampoco esperamos que esa moralina y ese entorno cambiante lleguen a las ambiciones que se alcanzan sobre el papel, pero al menos ahora se puede disfrutar de la travesía sin tener que pensar en ellas todo el tiempo como un quiero y no puedo.

Fable III es un marco que mezcla una especie de revolución industrial y fantasía medieval, y por extraño que parezca, parece funcionar. Sigue teniendo ese aspecto infantil en la recreación de los personajes y ese humor demencial que quita seriedad a la importancia de tu aventura (el propio juego se inventa normas sin sentido para halagar a la jugabilidad), pero al menos logra que nos interesemos por ella. Y luego, cómo no, están los pollos. Puede ser muchas cosas, principalmente, el heredero de una saga pretenciosa como pocas, pero, evidentemente, cuando uno pone los pies en la tierra es cuando mejor puede dedicarse a mirar al cielo. Y es precisamente lo que ha hecho.

Fable

Ficha técnica


Salida: 26-10-10
Edad (PEGI): +16
Precio (?): 64,95?

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