Los mejores juegos de la generación, según Alejandro Pascual

Si ya es difícil escoger un juego para el año, hacerlo con toda la generación es una tarea prácticamente imposible. No he podido ser objetivo, de hecho, es probable que otro mes o en otras circunstancias la lista variara. Tampoco los he ordenado por preferencia, el único patrón por el que me he basado es, o bien por las sensaciones que me ha producido el juego o, sencillamente, por no poder parar de jugarlo. En el tintero se quedan cosas como The Last of Us o Heavy Rain (oh), que me duele, pero que muchos de mis compañeros enmendarán. The Elder Scrolls IV: Oblivion, que si bien es superado en prácticamente todo por Skyrim me impactó mucho más en su momento. Persona 4 Golden es probablemente el que más me cueste dejar atrás, pero teniendo en cuenta que el original fue de PS2 y que hemos decidido dejar de lado las portátiles para hacer un especial en el futuro, tiene que quedarse en el tintero (ahora bien, estaría en mi Top 3). Portal es otra herida, porque es un abanderado de esta revista, pero hace ya tiempo le dimos el premio a mejor juego de la década y eso es ya de por sí decir mucho de él. Por último, XCOM tiene que quedarse rezagado, pero no olvido mis horas y las que sigo echando con su reciente expansión y a todos los soldados que se perdieron en el camino. Ahora sí, los diez, sin orden aparente:

 

 

-Dishonored

 

Probablemente la razón por la que no me haya decantado por ningún Assassin's Creed. Este es, para mí, el juego de asesinos definitivo. Y lo mejor de todo es que puedes no serlo y pasar como un fantasma por el escenario. Es un juego en el que tienes el control absoluto en todo momento, con el que puedes expresarte como jugador y es una oda a aquellos que venimos de una época que poco a poco, a nuestro pesar, está desapareciendo.

 

 

-Super Mario Galaxy

 

Nunca he sido un gran, gran fan de Mario. He jugado a muchísimos de ellos, pero esta aventura galáctica es otro cantar. Otro ejemplo de mecánica pura que se niega a ser olvidada, que siempre nos acompañará y que no tiene rival en su género. Galaxy es videojuego y videojuego es Galaxy. Una relación que en mi opinión personal podría ser mejorada en Wii U, pero cuyo impacto no puede ser superado.

 

 

-Mass Effect

 

Al final me he rendido. Con mis más y mis menos en la franquicia, nunca olvidaré la primera entrega de la historia de Shepard. Es la más feota, jugarla ahora no es tan fácil como sus secuelas, pero era la más centrada, la que más cosas explicaba de su universo, la que te sorprendía, con la que sufrías y te alegrabas. Cada paseo por los planetas y por la Normandía era una búsqueda constante de información e introspección en sus personajes.

 

 

-Project Gotham Racing 4

 

Aunque PGR3 fue el salto, las horas que le eché a PGR4 le superaron con creces. Recorrer Nürburgring con el Salón del Rey de la Montaña de fondo es un placer exquisito, más elegante que cualquier Gran Turismo, para mi gusto. Su mezcla entre arcade y simulación es la que más me gusta con diferencia y a día de hoy lo sigo sacando de su estantería para quedar hipnotizado con ese efecto de túnel que crea el estar totalmente concentrado en un circuito. He visto cosas mil veces mejores técnicamente, pero todavía no he encontrado un juego de conducción que me haya transmitido lo mismo que PGR4.

 

 

-Lost Odyssey

 

El cuerpo me pedía meter un JRPG en esta generación que el género ha querido ser enterrado. No he podido incluir Persona 4, pero Lost Odyssey se queda muy cerca. Con él, parecía que el género estaba en mejor lugar que nunca, y al final sólo fue él y poco más. Olvido muchas cosas de muchos videojuegos cada año, pero no puedo olvidar sus paseos, sus mazmorras, el final del primer disco (OH, THE DRAMA), y sobre todo su final. Ahora, parece un recuerdo de otra época, quizá mejor.

 

 

-World of Warcraft

 

BAM. No lo esperábais, ¿verdad? Yo tampoco, sinceramente. Pero tengo que tenerlo en cuenta, porque si has tenido tu etapa de WoW es imposible no recordarla con un gran cariño, aunque ahora le odiemos (o no) y echemos pestes de él y de lo que representa. Lo abandoné por no saber dar el paso que otros juegos sí estaban dando, por centrarse en misiones de "mata a 40 de 40", pero no lo olvido por las experiencias que compartí, con mis conocidos y mis desconocidos, desde ir juntos a una misión épica hasta simplemente charlar durante horas sentados en un lugar apartado. Ya sabéis, esas cosas que no se suelen decir de él.

 

 

-Demon's/Dark Souls

 

No consigo separarlos. No puedo. Uno me supuso un impacto tremendo y el otro fue la segunda piedra con la que el hombre siempre tropieza. Probablemente, de toda la lista, la saga Souls sea el que mejor ha sabido combinar esa mezcla de ser fiel a lo que debe ser un videojuego, mientras te produce a su vez todo tipo de sensaciones. Como un objeto fuera de su tiempo, DSouls te hace volver al momento en que todo te sorprendía, en el que no estar muy experimentado en videojuegos era mejor, porque todo es nuevo. ¡Por favor, este juego casi puede darte lecciones para la vida! Y con todo ello, no olvida jamás su condición, sus mecánicas perfectas y su ambientación que te hace disfrutar de la belleza del mundo y del miedo que a su vez da. En el futuro, hablar de videojuegos será hablar de esta saga.

 

 

-Dragon Age: Origins

 

Todavía recuerdo mi primera pelea con Alistair. No recuerdo por qué peleamos, como a veces ocurre con las rencillas de amigos en el pasado. Pero sí recuerdo que me hizo sentirme fatal, me enfadé y no quería hablar con él. Después quise hacer que volviera a confiar en mí, y al final de la aventura, hablamos de nuestras diferencias y quedamos como amigos para la eternidad, hermanos de sangre. Con Morrigan fue totalmente distinto, el juego que una vez fue divertido y poco más que una distracción de hoguera se fue haciendo cada vez más peligroso y pensar en nuestra abrupta despedida es como una herida que sabes que no va a cicatrizar bien jamás. Así es Dragon Age: Origins. Así es como me gusta recordarlo.

 

 

-Call of Duty 4: Modern Warfare

 

Qué malo era Call of Duty 3. No había por donde cogerlo. Pero meses antes de que llegara la siguiente entrega, los que aún recordábamos el primer Call of Duty y su multijugador teníamos la esperanza de que la cosa resucitara. No pintaba mal, un buen enfoque en el jugador y el acceso a la beta alimentó mis ansias de aquél entonces de tener un multijugador a la altura de mi Xbox 360. Gears of War era divertido, pero no había conseguido engancharme. Entonces, ante las miradas de incredulidad y cinismo de los que decían que la saga estaba acabada, yo estaba en Chaparrón. Cenagal. Terreno en Obras. Colisión. Riachuelo. Matojos. Oh, Matojos...

 

 

-Street Fighter IV

 

Junto a Modern Warfare, no creo que haya otro título al que le haya dado tanto online como Street Fighter IV. Nunca fui de los primeros, ni en el juego, ni en entrar en la franquicia. Street Fighter II para mi estaba ligado a recreativas y a 25 pesetas que me duraban poco de lo malo que era. Street Fighter III lo empecé a jugar tan tarde que me da vergüenza reconocerlo. Pero Street Fighter IV iba a ser mi verdadero apretón de manos con la franquicia. Quería entenderla. Di por saco a Tonichan todo lo que pude y más, leí foros y foros hasta entender a los personajes. A día de hoy sigo jugando con Ken (nooooob), pero no me importa, sé que ni con un top-tier haría gran cosa. Cuando verdaderamente disfruto es cuando pierdo 10 veces seguidas y sigo levantándome, sigo analizando el estilo de juego del rival, esas microdecisiones que suceden en un parpadeo, esa psicología imposible de explicar, hasta darle la vuelta al combate y poder ganar una sola vez. La explosión de satisfacción que supone un trabajo duro y constante, entrenamiento, y haber vencido. Eso es Street Fighter.

 

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