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Guau, nueva generación

La frialdad de una presentación algo descafeinada
Jueves 23 de Mayo de 2013 por Colaboradores

Por Dayo, videobloguer del canal de YouTube DayoScript.

 

En Doraemon y el secreto del laberinto la Humanidad había sucumbido ante las máquinas por pura pereza. Carentes de fuerza física, habían vendido su habilidad a los engranajes, viviendo dentro de robots que caminaban y actuaban por ellos. Coger el mando a distancia es mucho esfuerzo ¿verdad? Y pulsar dos botones para ir a la página principal de Xbox también, estoy seguro. Sacar el teléfono móvil del bolsillo, marcar un número y hablar con una persona puede llegar a ser una tarea de titanes, soy el primero en admitirlo. Y agacharse para apretar el botón de encendido de la Xbox me ha hecho llorar en más de una ocasión a causa del tremendo ejercicio que supone.

 

Bienvenidos a la nueva era de Microsoft, damas y caballeros. No, no aplaudáis. Se mueven demasiados músculos en el proceso. En vez de echarle perlas a los cerdos, hablemos de qué ha ocurrido. Aún estoy tratando de asimilarlo. En un medio expresivo como son los videojuegos, se agradece la innovación. Pero Microsoft ha pasado tan olímpicamente de hacer nada que alguien tendría que darles una medalla. O unos zapatos de cemento.

 

En cualquier caso, es innegable que estamos ante un portento de la tecnología: un prodigioso ortoedro azabache que reconoce tu voz, tus gustos, tu cuerpo y te pregunta cómo te encuentras cuando llegas a casa tras una larga jornada de trabajo. Puedes navegar a través de internet (igual que podías hacerlo antes), puedes hablar con tus amigos (igual que puedes hacerlo con tu teléfono) y puedes hasta ver la televisión. Ah, ya. También puedes jugar a videojuegos. Supongo.

 

 

No me considero de esos nostálgicos que ven apagarse el sol a cada nuevo día que pasa, pero hoy para mí el mundo es un poco más gris. Perdido entre mi pornografía hay un disco, un remanente de la vieja generación. Es un DVD del E3 de 2005 de la Hobby Consolas que veo cuando no tengo nada mejor que hacer con mi vida. Todavía recuerdo lo que sentí en aquellos días. El mundo se abría y las posibilidades eran ilimitadas, los videojuegos se hacían más grandes y más complejos. Los gráficos eran más elaborados, la jugabilidad traía nuevas ideas. Había una sensación de fascinación y magia, una tremenda impaciencia de que llegaran esas consolas que parecían salidas de un sueño. El modo online, la nueva IA, las opciones jugables que traían los gráficos. Era el primer tránsito generacional del que era plenamente consciente, y realmente parecía el final de una era y el comienzo de una mejor. Hoy, mientras Microsoft anunciaba con entusiasmo que Call of Duty Ghosts tenía como gran novedad un perro, sentía la misma emoción que un niño viendo la pintura secarse.

 

Quizá sea cosa de la edad, pero es realmente triste que en un evento dedicado exclusivamente a presentar una consola de videojuegos tarden media hora en empezar a hablar de videojuegos. Esos treinta minutos de incesante cháchara sobre características ya vistas y posibilidades ya existentes, features redundantes y opciones sin sentido son un triste reflejo de en qué se ha convertido la guerra de consolas. Los videojuegos ocupan el asiento de atrás en este coche. Primero hay que acceder a Hulu, a Netflix, a YouTube, a la condenada televisión que ya puedo ver sin necesidad de esta consola. Primero hay que comentar cómo vas a poder hablar por Skype, de cómo puedes ver un partido de baloncesto mientras navegas por Internet, de cómo puedes hablar con tus amigos mientras estás en Xbox Live. De cómo se puede hacerlo todo con Kinect. Es una muestra vacía de unas capacidades sin sentido. Ya puedo ver la televisión: la Xbox One está enchufada a una. Ya puedo hablar con mis amigos: estoy forzado a soportarlos vía Facebook, Twitter, Hotmail, Gmail, Google+, Whatsapp y mi teléfono móvil. ¿Videojuegos? ¿De qué estás hablando?

 

Esperaba descubrir hacia dónde caminarían los videojuegos del mañana y saber qué nuevos trucos estaba aprendiendo el perro viejo. Quería sentir que la espera había merecido la pena, y que esta generación que se había alargado más de lo necesario pasaba la antorcha a una consola joven y con nuevas ideas.

 

 

Pero no. Hemos visto un nuevo tándem de la fábrica de EA Sports. Y el nuevo Call of Duty de turno. Y algo sobre un nuevo Halo. Remedy ha dicho que tenía una nueva obra, pero quién sabe, sólo he visto un teaser y la mitad de esos apenas cuarenta segundos eran imagen real o texto. No hemos visto videojuegos. Hemos visto anuncios, hemos visto películas. Hemos visto vagos teasers que no han mostrado nada. Nos prometen que Ignite va a cambiar las reglas para siempre con los videojuegos y sólo tenemos un teaser que no demuestra nada de lo prometido. Nos dicen  que Halo tiene una serie y sólo vemos a Spielberg hablando. Nos dicen que hay un nuevo Forza y lo único que vemos son dos coches derrapar. Nos dicen que hay 15 juegos para la nueva Xbox, pero no nos muestran ni uno. Nadie ha aprendido de Watch Dogs, que llamó la atención gracias a que su trailer era un gameplay que mostraba en vez de contarnos qué se podía hacer en ese juego. Aquí sólo hay pajas mentales. Deportistas hablando sobre la voluntad humana y la psicología y esas mierdas. Completos desconocidos hablando sobre el amor y la amistad y la conexión y las emociones. Nada de videojuegos, sólo palabrería.

 

Algo que recordaré por mucho tiempo es el sepulcral silencio que reinaba cuando terminó la presentación. Nadie quería decir nada de la consola porque nadie tenía una buena opinión al respecto. Los blogeros se han lanzado a por la Xbox One. Parecía estar a punto de sacrificar un cordero en celebración de este colosal batacazo. Los periodistas estadounidenses twiteaban que los únicos que aplaudían eran los miembros de Microsoft en el evento. La Xbox One podía ganar la guerra antes de empezar, pero el avión ni siquiera ha despegado. Ha estallado en el hangar. Microsoft ha puesto la bomba. Decían que este evento iba a ser un aperitivo: centrarse en mostrar la consola y sus características, y el E3 sería el plato principal. Bueno, yo me largo de este restaurante sin pagar. Yo y todo el mundo.

 

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