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Chris Hüelsbeck, un músico legendario

Un hombre sienta cátedra - detrás de su tímida persona...
Sábado 12 de Septiembre de 2015 por José Manuel Fernández "Spidey"

Chris Hüelsbeck lleva adornando las bandas sonoras de decenas y decenas de videojuegos desde que allá por 1986 ganara por méritos propios un concurso musical que organizaba el magazine germano "64’er". Tal logro le abrió no pocas puertas, de las cuales nuestro protagonista sabría aprovecharse inteligentemente no solo en pos de ganar un más que interesante dinero para lo que era su adolescencia, sino que también pudo así desatar muchas de sus inquietudes creativas, en cierto modo cercenadas en su niñez cuando su abuela y su madre, profesoras de piano, le inclinaban siempre a tocar piezas compuestas por otras personas. 

 

Chris Hüelsbeck en su estudio

 

Inclinado desde su más tierna infancia hacia la faceta más electrónica del ocio, Hüelsbeck descubrió los videojuegos allá por 1979, en una feria donde se exponían diversas máquinas arcade. Como él mismo me contara recientemente en una larga charla hará cosa de un año, no tardó en hacerse con una Atari 2600 que en teoría iba a proporcionarle las mismas sensaciones que aquellas máquinas que día a día parecían aparecer allá por donde mirara. Y lo cierto y verdad es que la vieja VCS no llegaba al nivel de aquellos Space Invaders que tanto le gustó en aquella feria, pero poco pudo hacer para no caer absolutamente prendado y enganchado ante el lado más divertido de la informática, sin por ello dejar de lado su pasión por la música. El hecho de que su familia se dedicara a la enseñanza de este arte hizo que siempre hubiera un piano cerca de Hüelsbeck, y ya con cinco años comenzaba a aporrear sus teclas con cierta gracia, siempre sobre las partituras de los grandes de la música clásica. Ya en los primeros años de su adolescencia, pasó de ser un apasionado de los Beatles a inclinarse por la música electrónica y todo lo relacionado con sintetizadores, estando estos últimos inaccesibles a su persona debido al alto coste que suponía hacerse con uno de estos aparatos. Sin embargo, mientras ejercía de ayudante en una tienda de música, tuvo la ocasión de leer acerca del chip de sonido sintetizador que poseía una computadora llamada Commodore 64... Faltó tiempo para que Chris se pusiera a ahorrar con el objetivo de hacerse con este legendario ordenador.

 

Su nombre comenzó a sonar gracias a juegos como The Great Giana Sisters o Turrican

 

Nuestro hombre supo disfrutar lo suyo con el software de tan mítica máquina, y allí descubrió algunas buenas composiciones de músicos británicos a la usanza de Martin Galway o Rob Hubbard, inspirándole sobremanera de cara a tomarse muy en serio su hobby. También estaba muy imbuido por la música electrónica de artistas como Vangelis, Jean Michel Jarre y Tangerine Dream, así como también por el pop&wave británico y la música disco italiana. Algún tiempo después, comenzó a escuchar mucha música cinematográfica de John Williams, Alan Silvestri, Jerry Goldsmith y Hans Zimmer, cada vez más metido en las melodías y en la música instrumental antes que en las canciones con letra. De manera paralela, cabe citar la curiosidad de que Hüelsbeck quería en un principio ser diseñador y programador de videojuegos, pero tras una serie de intentos quedó patente que no terminaba de ser competente en esos campos. No obstante, Hüelsbeck tenía un buen amigo programador, el cual ya había llegado a hacer tratos de manera profesional de cara a vender algún que otro juego. En esos momentos, se encontraba trabajando en un título llamado Planet of War, y, sabedor de la pasión y de los conocimientos musicales de nuestro hombre, contó con él para que desarrollara alguna que otra melodía. De esta colaboración nació el primer trabajo musical de Chris Hüelbeck con los videojuegos, al que le seguiría un programa llamado Madness, también realizado por su colega.

 

Su trabajo en R-Type fue de lo más memorable

 

Tras estas primeras colaboraciones, llegaría su incorporación a la plantilla de Rainbow Arts, una de las grandes empresas de software lúdico de Alemania. Allí desarrollaría el grueso de su carrera con el Commodore 64 como destino de sus mágicas partituras, realizando las bandas sonoras de títulos como The Great Giana Sisters, Denaris, R-Type o Turrican. Puntualmente realizaría alguna que otra colaboración para terceras compañías, pero sería el trabajo en Rainbow Arts el que le diera cierta reputación incluso más allá de las tierras germanas. Y es que para Hüelsbeck el chip SID era para como un sueño hecho realidad, un -como él mismo dice- lienzo idóneo para su exploración del sonido y la música electrónica. Pero llegó el Commodore Amiga al mercado, un hardware que se presentaba como la máquina del futuro, con esos gráficos de gama alta, miles de colores, sistema operativo multitarea, ratón… y canales de audio digital con samples. Después de ganar algo de dinero extra gracias a su programa Soundmonitor (una herramienta con la que explotar musicalmente hablando las cualidades del chip de sonido del C64), consiguió comprarse una de estas computadoras, si bien no comenzaría a trabajar con ella hasta un año después.

 

La banda sonora de Turrican 2 sorprendió a propios y extraños

 

Nuevamente desarrollaría una versión de su herramienta para sacarle todo el jugo posible al potente chip Paula del Amiga. Después de algunos tanteos, Hüelsbeck sorprendería a propios y extraños por la banda sonora del Turrican amiguero, lanzando una contundente complicación de melodías capaz de hacer que todo el mundo que la escuchara quisiera un Commodore Amiga para sí. Desde ese momento, todo el mundo quería escuchar más cosas de Chris Hüelsbeck, y él desde luego correspondía con trabajos tan magníficos como los realizados en Jim Power, Apidya, Z-Out o el resto de títulos de la saga Turrican. Ya dentro de la estructura de Factor 5 (hasta entonces subsidiarios de Rainbow Arts), a él mismo le sorprendería encargarse de convertir para LucasArts las pistas de sonido de The Secret of Monkey Island al Amiga (versión realizada por Factor 5). Las músicas de esta sensacional aventura gráfica no fueron originalmente secuenciadas de manera que fuese sencillo el traducirlas a Amiga, de modo que tuvo que pelearse para convertir de manera más que digna el buen montón de voces que Michael Z. Land utilizó para las tarjetas de sonido de gama alta para PC. El resultado fue soberbio, y para muchos el Monkey Island de Amiga fue la mejor versión musicalmente hablando.

 

 

Después de la aventura de Guybrush Threepwood, la relación entre Factor 5 y la empresa de George Lucas se había afianzado, máxime cuando también ellos habían realizado tiempo atrás la versión Amiga de Ballblazer. Así que, en 1996, trasladaron sus operaciones de Colonia (Alemania) a San Rafael (al norte de California) en pos de trabajar de forma cercana con LucasArts. Así, cuando concibieron la serie de Star Wars Rogue Squadron allá por 1998, le pidieron casi a la desesperada que se uniera de manera firme al equipo de sonido. Hüelsbeck, todavía temeroso de salir de su Alemania natal, se sentía un tanto intimidado por eso de trabajar con los ya prestigiosos muchachos de LucasArts… pero en última instancia resultó ser una colaboración realmente buena. De toda esta aventura también nacería un cuanto menos llamativo acercamiento a Nintendo, ya tras haber trabajando con videojuegos para sus sistemas como Super Turrican (ojo, no podríamos olvidarnos de la descomunal OST que hiciera para el Mega Turrican de Megadrive) o los ya citados juegos de Star Wars para Nintendo 64. En colaboración con los equipos de desarrollo de hardware de Nintendo, Hüelsbeck desarrollo el MusyX Soundtool, basándose en aquellos conceptos que ideara años atrás de cara a volver por las vías de composición del Amiga y el C64. Se licenció al gigante nipón para que fuera su herramienta de sonido oficial para Nintendo 64, utilizándose de manera espectacular en consolas como Gameboy Advance o Nintendo DS.

 

Hüelsbeck hizo un trabajo sensacional en The Secret of Monkey Island

 

Con la llegada del CD-Rom, Hüelsbeck realizaría composiciones muy orquestales para juegos como Tunnel B-1 o Extreme Assault, prodigándose mucho menos a mediados de los noventa en el campo de los videojuegos al intentar lanzar su carrera escribiendo y produciendo música pop y dance a mediados de los noventa… pero desgraciadamente no tuvo la cosa mucho éxito, a pesar de publicar algunos temas realmente memorables. También llegó a componer por esa época alguna que otra música para un puñado de pequeñas películas independientes, algo que, curiosamente, le resultó especialmente divertido. En última instancia, y coincidiendo con la caída de Factor 5, Hüelsbeck estuvo envuelto en el proyecto Lair, realizando la implementación y las secuencias de comando, así como la de mezcla y masterización de audio. Sin embargo, no recayó en él la responsabilidad de componer la banda sonora -obra de John Debney, autor de bandas sonoras cinematográficas como "La pasión de Cristo", "Iron Man 2" o "Predators"-, algo que en cierto modo le apenó. Con todo, el tibio recibimiento de Lair tuvo consecuencias directa en Factor 5, y se paralizaron un buen puñado de buenos proyectos que tenían en cartera. Según Hüelsbeck, el auténtico problema tenía más que ver con el crash económico de Estados Unidos en el 2008 que con el propio Lair, detalle el cual parecía revelarse al saberse que dos de sus editores repentinamente no podían aportar más dinero para continuar los distintos desarrollos. Cabe citar que, a pesar de todo, la la central alemana de Factor 5 sigue con vida.

 

Hüelsbeck a lo John Williams llevó Nintendo 64 a otro nivel

 

A día de hoy el trabajo de Chris es mucho más relajado que en aquellos días del C64 y el Amiga. El mundo del videojuego ha cambiado sobremanera, y los grandes proyectos mainstream parecen no acordarse de un musician de la categoría de este maravilloso compositor. Es por ello que nuestro hombre aprovecha para asistir a muchas de las convenciones que se organizan en torno a la música clásica de videojuegos, siendo él una persona especialmente cercana para los fans. Con todo, ha tenido en estos últimos tiempos la deferencia de congratularnos con alguna que otra banda sonora, siendo especialmente remarcables las realizadas para varios juegos destinados a plataformas móviles, como buenos ejemplos son el exitoso ZombieSmash, R-Type (ha desarrollado una nueva versión de su clásica partitura), Kubrik y el puzzle Subsolar. También es el responsable de la OST de War of the Worlds, un juego muy al estilo Flashback lanzado para PlayStation 3 y Xbox 360, basándose en la novela de H. G. Wells. Después de que recientemente anunciara el lanzamiento de la “Turrican Soundtrack Anthology”, parece que por suerte nos queda Hüelsbeck para rato…

 


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