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Analisis The Witcher 2 Assassins of Kings Enhanced Edition ,PC

Un juego imperfecto pero impresionante.
Martes 02 de Junio de 2015 por Bruno Louviers

Hay una ley que CDProjekt ha promulgado desde que apareciera en esto del desarrollo de videojuegos, y no únicamente con la distribución, gracias a The Witcher: un juego de causas y consecuencias, donde no hay blancos ni negros, y en muchas ocasiones, por no decir todas, lo mejor es escoger el mal menor. "No hay buenas o malas decisiones. Sólo causas y consecuencias". A lo largo de su primera aventura, las consecuencias de estas acciones solían reflejarse con una pequeña sucesión de imágenes acompañadas de la voz del brujo, que nos resumían lo que habíamos provocado. En casos menores, lográbamos simpatizar más o menos con un determinado personaje. Y eso era todo. Unas líneas de diálogo en vez de otras, o unas imágenes estáticas en vez de otras. Puede que en nuestra cabeza funcionara mejor, pero evidentemente, no era algo espectacular. Sólo efectivo. 

 

Pero claro, que unas decisiones nos lleven a cambiar algo significativamente, a crear una perspectiva completamente nueva que nos lleve a recorrer lugares diferentes, son cosas que sólo ocurren en la mente de Molineux, por ejemplo, mostrándonos como un barrio puede prosperar o decaer según nuestras acciones. 

 

Posiblemente uno de los juegos más potentes gráficamente para PC



Después de jugar a The Witcher 2, hasta Molineux debería sentirse avergonzado. Elegir un bando, aunque nos pese, es una decisión tan vital que cambia por completo la estructura del juego. Apoyar una causa u otra nos hace variar de escenarios, de misiones y marca el devenir de los acontecimientos como la hoja de una espada bien afilada por ambos lados. Claro, el trabajo es duro y necesitas una coordinación de sucesos para que todo cuadre tan bien organizado como el de George R.R. Martin. Pero es posible, y este estudio de artistas polacos ha demostrado que, en el fondo, para que las ideas surjan, para que el desarrollo fluya y para que las obras se creen, no hay que fijarse tanto en el público al que va dirigido, en el año en el que estás o en el calendario de otros juegos. Únicamente tienen que gustarte los videojuegos. Mucho. Y creer en tu historia. 

 

The Witcher 2 es así, uno de esos juegos que te recuerdan por qué estás aquí, leyendo esto. No es amplio como The Elder Scrolls, pero es consciente de ello, porque prefiere recrear espacios más pequeños y delimitados en pos del espectáculo visual, y espera que te lo recorras de cabo a rabo para que conozcas esos bosques como la palma de tu mano. Nada de seguir una estrella en el mapa y poner el piloto automático. Los senderos están bien escondidos, y la naturalidad de su arquitectura tanto orgánica como artificial es de las pocas con las que realmente se puede pensar eso de "Tiene sentido. Esto podría existir". 

 

Antes de continuar con la historia, hay que avisar. No por spoilers en este texto, sino por los del propio juego en referencia de los libros de Andrezj Sapkowski en los cuales se basa toda la aventura del brujo. Si CD Projekt tuvo mucho cuidado de no mencionar mucho de lo acontecido en la saga literaria con el primer juego, The Witcher 2 no se priva de nada.Continúa la historia del título original, pero la amnesia que sufre nuestro protagonista (totalmente justificada, ya que nos permite conocer los libros sin dividir al jugador), se va disolviendo paulatinamente en esta segunda entrega, con revelaciones que revientan prácticamente el final de La Dama del Lago, su último volumen. 

 

Algunas elecciones cambian totalmente el rumbo de la aventura.



Ciertamente, podrían haberse complicado menos con este asunto, pero volver a traernos a personajes tan importantes como Yennefer, el cual en el primero respetaron tanto que prácticamente no es mencionada, es un caramelo demasiado goloso como para pasarlo por alto. Además, el primer The Witcher hizo demasiadas alusiones a la Cacería Salvaje como para no dejarla atrás. 

 

Así, The Witcher 2 empieza a un ritmo totalmente violento, que produce tantas sensaciones en el jugador, que es imposible digerirlas todas. Por un lado, un Geralt enjaulado que cuenta la historia con un pequeño flashback jugable que nos pone en medio de una gigantesca guerra, que en el camino nos vuelve locos con su técnica gráfica en un incesante cambio de configuraciones avanzadas para poder ver el espectáculo lo mejor que nos lo permitan nuestros equipos. Sí, The Witcher 2 es posiblemente el nuevo benchmark, tras la oportunidad perdida de Crysis 2, con una configuración de hiperrealismo con la que tendrá que pasar algún tiempo para poder reproducirla a la perfección.

Volvemos a ese ritmo violento, porque los primeros compases con el nuevo combate nos castigan en una vorágines de idas y venidas con la dificultad. "El momento de la ballesta" como muchos repiten en foros, expulsa a todos aquellos que ven dos botones de ataque y piensan que van a poder pulsarlos sin cesar para ganar. El equipo de desarrollo comparó en una ocasión The Witcher 2 con Demon's Souls. Quizá, su elevada dificultad siga ese patrón, pero a los mandos no es la misma sensación. Geralt debe enfrentarse a numerosos enemigos a la vez, lo cual no permite un sistema de "auto-lock" (aunque se echa de menos) tan efectivo como en Demon's, y el cual era la base para este simulador de rol. Así pues, muchos combates se definen por no encarar tanto al adversario y dar varias vueltas un poco a lo loco si no quieres morir una vez tras otra. Y os aseguramos que moriréis, mucho. 

 

The Witcher 2 tiene la dificultad invertida. Una vez que logramos situar nuestros puntos de experiencia en la vía de entrenamiento y aprendemos a usar las pociones, así como las bombas, aceites y trampas a nuestra disposición, podemos empezar a entender el sistema. Y lo que más entendemos por parte del estudio es que, cuando uno pone tanto empeño en crear un profundo sistema de pociones y derivados, más allá de la espada, se requiere la atención del jugador. Quieren que lo uses aunque signifique navegar sin cesar por los distintos menús, porque esto es un juego de rol, y no de acción machacabotones. 

 



Puede que esta dificultad, a la que muchos no están acostumbrados, unidos con algunos fallos de control y bastantes bugs gráficos sean las mayores lacras de The Witcher 2. Los bugs, sobre todo, se irán corrigiendo con las indudables actualizaciones por parte de la compañía, que ya ha demostrado como les gusta cuidar todo lo que tocan, y que incluso regalarán los DLCs que se vayan sucediendo. Pero lo más interesante de The Witcher no es sólo su esplendoroso apartado gráfico que lo lleva al número uno en cuanto a técnica se refiere, ni su técnica a la hora de representar combates profundos, ni siquiera la chulería a la hora de montarse misiones de infiltración, sino que la madurez de su historia deja en evidencia a cualquier, y decimos cualquier, título de fantasía medieval. Es posible que muchos no queden satisfechos con su desenlace abierto, sobre todo teniendo en cuenta que el primer juego, aun abriendo también muchas puertas que se enlazan ahora con esta segunda entrega, poseía uno de esos finales tan de Valve, donde no todo queda masticado y te llevan a profundizar en foros de opinión donde se lanzan teorías a cual más interesante, con un niño pequeño muy parecido a la Ciri de las novelas del brujo. 



No te extrañes en escuchar connotaciones sexuales de todos los niveles en cualquier momento del juego, por no hablar de que maneja el erotismo visual de un modo más explícito que Bioware, incluso, sin rozar la gratuidad. Los diez primeros minutos del juego tienen más carga sensual que todo Mass Effect, por ejemplo. Como decimos, utiliza un lenguaje maduro (chistes de alusión a felaciones por doquier), con una historia que se desliga de los cásicos del género (más chistes inocentes a sagas como El Señor de los Anillos) y que (de nuevo) intenta jugar más dentro del entramado político a lo Canción de Hielo y Fuego con algo más de enfatización en la magia y en los monstruos. A fin de cuentas, Geralt es un brujo. Y aquí los brujos cazan monstruos. 

 



The Witcher 2 es, en todos los campos, y permítase la frase hecha, un soplo de aire fresco. Favorece a aquellos que han apostado en los compatibles por un equipo decente y aquellos que han apostado por una industria seria con argumentos que no se desmonten fácilmente. No se ha dejado llevar por las tendencias que tantos daños a causado a BioWare con su Dragon Age II, y aunque el hecho de no viajar con amigos que te sigan allá donde vayas, de forma controlable, puede que les reste peso a los personajes secundarios, sigue manejándolos formidablemente gracias al gran trasfondo que estos personajes ya poseen en los siete libros que componen la saga. Jugablemente, es posible que aún pueda hacerse más. Como arco argumental, compuesto por una fabulosa ambientación, unas misiones secundarias que no sólo van más allá del modo recadero, sino que se extienden y se relacionan sorprendentemente bien con las principales, si puede hacerse algo más, sinceramente, nosotros no sabríamos decir cómo. Y cuando una obra tangible, que tienes en tus manos, tan finamente hilvanada que quieres saborearla sin prisas, va más allá de tu imaginación, no puedes hacer otra cosa que levantarte, aplaudir y comenzar ese ejercicio de educación a tus amigos y conocidos que no se acercarán a ella porque es de PC, y que meses más adelante, cuando llegue en su momento a las consolas, vendrán a ti a comentar la jugada. Que conste en acta: el juego ya es, y ellos ya están avisados. 

9.5

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