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Analisis Remnant From the Ashes ,PC,PS4,XONE

Una grata sorpresa inesperada
Jueves 29 de Agosto de 2019 por Rafa del Río

Remnant: From the Ashes llegaba la semana pasada y lo hacía con una propuesta sólida y contundente que ha sorprendido para bien. La buena gente de Gunfire Games, responsables de Darksiders III, han hecho los deberes y traen un juego muy bien hecho y creado con un cariño especial que se nota a cada pequeño paso que damos en su ambicioso universo. 

 

 

Un mundo postapocalíptico

Remnant comienza como lo hacen las grandes aventuras: sin explicarte gran cosa y dejando que lo descubras por ti mismo. Solos en nuestra barca tras crear a quien será nuestro avatar en la aventura, nos aproximamos a nuestro objetivo: una misteriosa torre en una isla perdida. Tras naufragar y vernos alejados inexorablemente de la isla, terminamos despertando en los muelles de una ciudad moderna totalmente devastada.

 

Este pequeño primer recorrido merece mención de honor y medalla al valor. Puertas que se mueven por el viento, lluvia, olas descomunales y cobertizos abandonados nos ponen en situación mientras empieza esta mezcla de onírico y postapocalíptico, de feérico y humano, que es una de las mejores bazas de Remnant: From the Ashes. Pronto una serie de acontecimientos nos llevan a conocer a los escasos supervivientes de la humanidad y su hogar: la base 13, donde encontraremos más adelante las respuestas a nuestras preguntas. 

 

 

In crescendo

Remnant: From the Ashes va en aumento desde el principio, consiguiendo sorprendernos con su profundísimo lore y con cómo logra manejar la historia para dar cabida a toda su ambición. Sí, la interpretación de sus actores deja mucho que desear con un doblaje que funciona incluso mejor que sus actores digitales y unas líneas de guión que no aportan mucho. Pero luego, poco a poco, Gunfire hace su magia con buen yuyu, logrando engancharnos en su búsqueda del héroe perdido y las respuestas a las preguntas que despiertan el entorno y sus cristales. 

 

No voy a destriparos demasiado porque es una gozada descubrir el juego y su mundo poco a poco. Baste decir que explorar la base merece la pena. Una exploración que en ocasiones recuerda a Resident Evil y que es un agradecido descanso en medio de los retos, no precisamente pequeños, que planta ante nosotros Remnant: From the Ashes.

 

 

Filo y pistola

Junto a la ambientación y su profundo lore, una de las grandes bazas de Remnant radica en su combate y las mecánicas del mismo. Lejos de lo que suele ser típico en el género, Gunfire hace honor a su nombre poniendo el acento en las armas de fuego y la necesidad de pasar de espada a pistola -o de martillo a escopeta- mientras nos enfrentamos a los múltiples enemigos. Ante la ausencia de fijado de objetivo y con la necesidad de defendernos en todos los frentes, Remnant: From the Ashes convierte sus combates en una coreografía masiva en la que el baile mezcla tajos con disparos, andanadas de metralla y esquivas con total naturalidad. 

 

Difícil de primeras, y de segunda, y de terceras, el combate en Remnant es tan exigente como gratificante. Sus mecánicas nos permiten marcar el ritmo de la danza y lograr lo imposible mientras tajamos a un primer enemigo, esquivamos a un segundo, empalamos a un tercero y le metemos una bala en el entrecejo al cuarto, recogiendo munición y chatarra por el camino. Un combate veloz y frenético en el que el ritmo lo marca la necesidad, y esta nutre la habilidad del jugador obligándole a hacer cosas que, de primeras, parecen imposibles.

 

 

Elige tu camino

Las exigencias del combate derivan sobre todo de su opción de juego, que incluye la posibilidad de cumplir la aventura en solitario, con amigos o con completos desconocidos. En este sentido Remnant funciona realmente bien y permite la diversión en modo solo sin complejos, convirtiendo su acción en algo más reflexivo y estratégico que nos obliga a enfrentar el juego como el reto que es. Un reto que nos llevará muchas veces, demasiadas, a dar con nuestros huesos de vuelta al punto de control.

 

En grupo, sin embargo, Remnant se convierte en algo mucho más fenético y alocado. Un share shooter en el que se mantienen las reglas de sanación y apoyo y que simplifica su dificultad al poder enfocar el combate desde distintos frentes. Nada que ver con la angustia de enfrentar en solitario a varios enemigos a la vez mientras combatimos a un jefe final, pero igual de satisfactoria y sólida que la experiencia en modo solo, por mucho que cambien ambas experiencias.

 

 

Nuevas reglas

Remnant consigue usar los elementos clásicos del género y unirlos a nuevas ideas y mejoras para crear algo con una identidad propia que es de agradecer. La presencia de los cristales como las ya clásicas fogatas asustan pero no cumplen la amenaza. La muerte está suavizada, sin penalizaciones, y nos devuelve al punto de control con toda la experiencia, la chatarra y los materiales conseguidos antes de morir. Se amabiliza así el leveleo y el grindeo posibilitando mejorar antes de enfrentar a los jefes finales más poderosos. 

 

Junto a esto, las posibilidades de mejorar las armas y armaduras con chatarra y materiales comunes, de construir armas especiales con trozos de monstruos y de cambiar de una clase a otra en cualquier momento mediante la compra y mejora de su equipo y modificador, suavizan, para bien, la experiencia. Por último, Remnant incluye un sistema de aletoriedad que hace que no juegues dos veces la misma partida. Como si de un juego de Workshop se tratara, el trazado y los jefes finales cambian de una partida a otra, así como sus recompensas. Incluso dentro de la partida, la distribución de enemigos y aparición de enemigos gordos es al azar, por lo que un mismo dungeon ofrece experiencias muy diferentes que ayudan a que grindear no sea soporífero. 

 

 

Puesta en escena

Por decirlo claramente, Remnant: From the Ashes mola un huevo y parte del otro. Ha sido uno de los sleepers de este año, posiblemente el más notable, y hace tantas cosas bien que es difícil no mirarlo con cariño, abrazarlo, ponerle una mantita y mecerlo cantándole una nana hasta que se quede dormidito con un beso en la frente. La versión probada en Xbox one X va de lujo, con alguna rascada de frames al cargar el escenario in game pero de muy poca importancia. 

 

La ambición de la historia, lo bien que se desenvuelve en el terreno y la larga lista de mundos y ambientaciones que incluye da para muchísimas horas de diversión. Por si esto fuera poco, sus altas dosis de rejugabilidad y la diversión en grupo hacen de Remnant: From the Ashes una deliciosa comida que es como el guiso de la abuela al segundo día, cuando todos los sabores se han fusionado y el caldo está espero y delicioso, aunque corras el riesgo de morder algún clavo o una cayena. 

 

 

Concluyendo

Sobre el precio, está justificado de sobra. Una edición -sólo digital, eso sí- por 39 euros que fácilmente puede encontrarse por menos en webs de ofertas que vale hasta el último céntimo que cuesta y que promete muchas horas y muy potentes mientras nos frustramos, llamamos a los amigos, encontramos el punto débil del enemigo en cuestión o descubrimos sus patrones de ataques.  

 

Puede que Remnant: From the Ashes sea un ocho, pero no os dejéis engañar, es un ocho mejor que muchos nueves y medios que podéis encontrar por ahí. Si no os gustan los juegos difíciles olvidadlo a no ser que vayáis a jugarlo en grupo, pero más allá de esa dificultad, más retro de lo que parece a primera vista, se esconde una joya que da gusto ir decubriendo poco a poco. 

 

¡Nos leemos!

8

/ 10


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