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Analisis Paper Mario: Color Splash ,WIIU

¿Fontanero? Mejor pintor de brocha gorda; bueno, de martillo.
Miercoles 05 de Octubre de 2016 por Adrián Suárez Mouriño

Paper Mario Color Splash sigue la senda del anterior en la construcción de su experiencia de juego, dejando ya muy atrás el inicio de la saga y su maduración con Paper Mario: La Puerta Milenaria. La nueva iteración de la franquicia nos propone una aventura con mucho humor, un estilo gráfico soberbio, mucha exploración a través del uso de nuestro nuevo martillo mágico y divertidas conversaciones, pero también a pasar por unos combates que vuelven a recurrir al empleo de cartas finitas para solucionarse, y con unas mecánicas poco acertadas para su uso.

 

WiiU recibe sus últimos lanzamientos antes de la llegada de Nintendo NX el año que viene con una nueva odisea de Mario. Una carta llega a su hogar, resulta que alguien está robando todo el color en la Isla Prisma. Mario, junto con Peach y Toad, corre al rescate. Allí se encuentran con Baldo, un cubo de pintura flotante que le insta a recuperar las maxiestrellas iris, pues solo con ellas podrá devolver la paz y el color a la isla. La tierra se destiñe, así como los Toads, las montañas, los ríos e incluso los bloques de interrogación. El famoso martillo de Mario, que lleva con él desde Donkey Kong, adquiere un nuevo poder: si golpeamos con un área de color blanco, esta recuperará sus tonos originales y también su vida o su función. Si encontramos agua sin color, esta ni moja ni corre por su afluente, pero si le golpeamos con tonos azules, asunto solucionado.

 

Este martillo cumple dos funciones: cubrir de color a Toads que están en blanco para poder conversar, así como a distintos elementos del entorno para que vuelvan a su estado original y poder interactuar con ellos. La otra función es apelar a nuestro completismo, ya que cada fase de juego tiene un montón de zonas en blanco que repintar hasta alcanzar el 100% de redibujado. Los puzzles del juego, los que nos permiten avanzar, se solucionan en su mayor parte con el empleo del color: golpeando, rebuscando por el escenario y viendo qué ocurre. Otra mecánica que repetimos mucho es la que nos invita a cortar partes del escenario, construir una trazada en dos dimensiones con nuestro tajo místico y caminar por ahí como Mario, de un punto a otro que antes era inalcanzable.

 

Aporrea todo lo que veas, el martillo de Mario pinta y la Isla Prisma necesita mucho color

 

La idea del martillo pintor tiene gracia al principio. Resulta divertido golpearlo todo para que recupere su color, para que los personajes o el mundo de juego vuelva a la vida, pero acaba haciéndose cansado tener que repetir el impacto varias veces para que la mancha blanca se vuelva absolutamente de su tono original. La otra, la de recortar y en la que también se insiste mucho, tiene un problema: se desarrolla de manera lenta, y una vez que la realizamos no se queda implementada en el mundo de juego de manera permanente. Esto quiere decir que tendremos que repetir el proceso cada vez que pasemos por ahí. Paper Mario: Color Splash nos exige volver a caminar muchas veces por los mismos escenarios, pues suele haber más de una miniestrella iris por zona. Si queréis además completarlo todo de color, tendréis que volver a recorrer la fase una vez más, lo que os hará repetir este mismo puzzle una y otra vez; que por cierto también tendréis que volver a hacer una vez más si por lo que sea salís del nivel creyendo que la solución está en otro, pero no.

 

La repetición es un problema grave en Color Splash, uno que se hace mayúsculo en su combate. Las batallas se producen cuando chocamos con un enemigo en el campo de juego, al hacerlo pasamos a una pelea por turnos. Aquí no hay acciones que elegir, sino cartas representadas en la imagen del gamepad. A medida que avanzamos por el juego podremos usar más cartas a la vez, pero empezamos usando solo una. Cada vez que la gastemos nos quedamos sin ellas, para recuperarlas hay que llenar de color el mundo de juego, pues desbloquea cartas, derrotar a enemigos, encontrarlas o comprarlas. Estos naipes, como decimos, están en la pantalla táctil del mando de WiiU. Elegimos la que queremos con el dedo, la movemos fuera del mazo para usarla, pulsamos “ok” para decir que es esa la que queremos, la cubrimos de pintura, decimos que sí, que ya tiene bastante y luego la lanzamos al combate. ¿Habéis contado el número de acciones a realizar para formular un sencillo ataque? Aunque poder contar con varias cartas con distintos ataques le da un punto estratégico a la acción, y los enemigos saben obligarnos a usar la cabeza, lo cierto es que cada batalla con cada enemigo se hace larga y pesada. La cosa empeora al saber que no subimos de nivel ni conseguimos objetos al ganar, solo nuevas cartas, pinturas y monedas.

 

El combate de Paper Mario: Color Splash presenta problemas de usabilidad

 

En conclusión, no querremos combatir en Paper Mario: Color Splash, e intentaremos evitar todas las luchas salvo las de los bosses, que por fortuna sí son divertidas aunque para solucionarlas necesitemos tener una carta en concreto, denominada cosa y que se esconde en alguna fase del mundo de juego, una que solo sabremos que necesitamos tras perder contra él. Si sumamos estas batallas tan lentas, tener que repetir puzzles solucionados al regresar a una fase con lo de tener que insistir con varios golpes de nuestro martillo para que se coloree, nos quedamos con una colección de mecánicas de juego que cortan el ritmo y lo hacen muy abrupto. Por fortuna, a medida que recorremos la aventura se nos dan atajos para acortar cada una de estas acciones, pudiendo solucionar una batalla solo con un golpe de mazo o ampliando la cantidad de pintura que podemos llevar, para que no tengamos que andar recargando nuestro martillo de color cada dos por tres.

 

Estos dos problemas: combate y exploración, son dos que la saga lleva arrastrando desde que decide dejar atrás el rol, pero por fortuna se mantiene y se potencia el elemento característico y fundamental de Paper Mario: la construcción de un mundo de juego precioso. Con un poco de maña y planificación, tendremos a buen recaudo una serie de cartas fundamentales para solucionar rápido los combates, con lo que podremos pasar de explorar demasiado con el martillo de color para conseguir otras, y aprenderemos a usar nuestro arma y saltos para evitar luchas. Si lo logramos disfrutaremos de un universo de cartón y papel tremendamente hermoso, destructible y capaz de darnos momentos adorables y mágicos, merece la pena jugar a este Color Splash solo por ver la cantidad de situaciones ridículas en las que se meten los Toad. Paper Mario: Color Splash destaca por cómo transforma y retuerce su mundo de cartón, celofán y papel para darnos momentos muy divertidos entre la plataforma y el puzzle, obligándonos a solucionar acertijos, a buscar cosas por el escenario o a disfrutar de la contemplación del entorno. La trama, que no pretende ser una profunda, funciona muy bien, con un par de giros interesantes y con el correcto empleo de la pintura en su trasfondo para que sea más que una excusa que habilite una nueva mecánica de juego.

 

Paper Mario: Color Splash es precioso y es tremendamente cómico. Pese a su combate, lo pasaréis en grande con él

 

El mundo de Paper Mario: Color Splash es fabuloso, siendo el Paper Mario más vistoso de la saga. Podremos hacernos con objetos del mundo real y emplearlos como cartas. Su uso desata cinemáticas con mucho estilo y son fundamentales para enfrentarnos a los bosses, pero pese a todo es una lástima que tenga unas mecánicas de juego tan desafortunadas, teniendo en cuenta que tendremos que volver sobre nuestros pasos muchas veces para encontrar estrellas perdidas.

 

Paper Mario: Color Splash es un título irregular. El mundo es precioso, disfrutaremos de momentos muy divertidos y sabe darle libertad al jugador para que explore a gusto el mundo de juego. Nos encontraremos con puzzles muy entretenidos y los combates con los bosses funcionan; sin embargo, el empleo del martillo coloreador no acaba de ser un auténtico aliciente para que te apetezca explorar verdaderamente los escenarios, las batallas corrientes resultan frustrantes y el backtracking se hace pesado. Paper Mario es divertido, fresco y agradable, pero sigue sin saber encontrar la excelencia tras haber dejado salir el JRPG por la puerta. Como Sticker Star pero mucho más bonito y abierto, llegarás al final del juego sufriendo sus combates pero disfrutando de lo bonito que es todo, de lo simpáticos que son los Toads y de lo bien producida que está su BSO.

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