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Analisis Muramasa: The Demon Blade WII

Martes 22 de Diciembre de 2009 por Víctor Junquera
El catálogo de juegos hardcore de Wii va engrosando sus filas poco a poco y cada vez a mejor ritmo, y en este caso, con doble rompe-clichés, teniendo en cuenta que Muramasa: The Demon Blade cerraría las bocas de todo aquel que diga que las 2D están muertas.

De Vanilla Ware, los creadores de una de las últimas joyas de PS2, Odin Sphere (sucesor espiritual de Princess Crown, original de Sega Saturn porteado a PSP), nos llega esta nueva obra atemporal, curiosa mezcla de Action-RPG y Beat?em Up de desarrollo metroidiano ambientada en la preciosista mitología del Japón feudal, entre dioses, ninjas, cerezos y espíritus de legendarios forjadores y usuarios de katanas.

Momohime y Kisuke, dos personajes con dos historias totalmente ajenas la una a la otra, que partirán cada una de un extremo distinto de Japón, y se entrecruzarán solamente por los personajes secundarios que vayan apareciendo en las respectivas tramas, que sólo tendrán en común, a priori, el espíritu del legendario forjador de aceros Muramasa, y el estilo de lucha Oboro que poseerán los protagonistas.

El hecho de que ambos protagonistas compartan estilo de lucha, viene a significar que, juegues con quien juegues, lo único que cambiará serán los enemigos finales, ya que, aunque en sentidos opuestos, ambos personajes recorrerán las mismas localizaciones y se enfrentarán del mismo modo a los distintos tipos de enemigos que nos saldrán al paso aleatoriamente.

Los mapeados de cada región están divididos en varios ?rectángulos?, zonas por las que avanzar de lado a lado, y en determinadas ocasiones, de abajo a arriba (o viceversa), y en los que en un determinado momento, nos asaltará un grupo enemigo al azar (bien ninjas, samuráis, monjes, espíritus,...) a los que tendremos que hacer frente a base de combos que tendremos que enlazar con el botón A y las diferentes direcciones. Cada una de las 108 espadas diferentes a forjar tiene un ataque especial (a usar con B) que consumirá una porción del alma de la espada, que se recuperará mientras esté enfundada. El caso es que para atravesar determinadas zonas, necesitaremos una espada en concreto que conseguiremos al derrotar a un jefe final. Un desarrollo de ?metroidvania? encubierto.

Podremos elegir tres espadas a llevar en cada momento para intercambiar pulsando el botón C, y podemos distinguir entre katanas normales y sables largos, de movimientos más pesados, aunque con más rango y generalmente más potencia.

Sin duda los combates son ágiles y muy dinámicos, dada la amplia gama de movimientos que se pueden realizar con sólo un botón y sus diferentes combinaciones, pero al final todos los encuentros acaban resultando iguales durante las 8 horas de cada historia, aunque no podemos descuidar la técnica durante los enfrentamientos especiales (contra jefes, o en los retos ocultos), especialmente si jugamos en el modo de dificultad sin guardia automática.

Visualmente es imposible que el juego no sorprenda. Sprites de gran tamaño y con una animación difícil de igualar, tanto en protagonistas como enemigos, y más aún si hablamos de los espectaculares jefes finales de gran tamaño. Todo tipo de criaturas de la mitología nipona en las 2D más bellas que se puedan apreciar en un videojuego hasta el día de hoy. El único inconveniente, y ya no a nivel técnico sino de concepto, es la constante repetición de escenarios. Muchas veces no distinguiremos entre dos regiones porque comparten exactamente los mismos escenarios, aunque distinta disposición de los caminos a seguir. El caso es que veremos bosques, bosques neblinosos, montañas, praderas y zonas de cultivo, grandes ciudades de noche,... pero una vez vista la primera zona de cada tipo, ya vimos al menos una treintena de ?rectángulos? colindantes.

Y tristemente, acompañando a los bellísimos pero escasos escenarios, viene una bellísima pero escasa banda sonora, que varía con incluso menos frecuencia que los fondos. Una pena, ya que el apartado sonoro del juego es impecable, plagado de efectos, todos los diálogos con voces en japonés, y, como decimos, una banda sonora que destaca en calidad y acompaña a la ambientación, pero flaquea en cuanto hablamos de variedad.

En general podríamos hablar de que es un paso atrás con respecto a Odin Sphere en cuanto a posibilidades y desarrollo, pero lo correcto sería hablar de un ?paso lateral?. Son conceptos de fantasía totalmente diferentes, y aunque Muramasa tenga menos recursos que Odin Sphere, lo compensa con un sistema de combate mucho mejor y más ágil, y sobre todo, más acorde a las historias que narra y a la época en que están ambientadas. Aunque tenga sus carencias, es otro imprescindible del catálogo hardcore de Wii.

NOTA FINAL: 7.5
7.5

/ 10


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