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Analisis Mass Effect 2: La Llegada PS1

Martes 05 de Abril de 2011 por Alejandro Pascual
¿Y qué hay de las emociones? En un intento cronológicamente calculado de mantener viva la llama de Mass Effect 2, a BioWare se le ha escapado de entre los dedos la oportunidad de epilogar su Odisea Dos con una guinda narrativa. En cambio, La Llegada es un antónimo de todo lo que MG ha alabado consecutivamente del contenido descargable de esta saga: reciclado cero, polivalencia jugable y carisma en cada nueva cara.

Aquí, alienados de nuestro equipo con un subterfugio de lo más simplón, nos vemos forzados a pasillear en el generalismo de la canadiense, que también existe, inhibidos de toda la magia desprendida de La Guarida del Corredor Sombrío, o de las teorías post-humanistas que inspeccionaba Overlord (nos negamos a llamarlo Caudillo Supremo [A propósito, ¿Quién traduce estas cosas?]). La sucesión de niveles en La Llegada es una consecuencia de la falta de ideas, donde lo único que intenta centrar la desatención del jugador es una cuenta atrás macerada, que pretende meternos en una tensión ya deshilvanada por ese punto y seguido que resulta ser el final de la segunda parte hasta su conclusión.

Así que recordamos, La Llegada no es un epílogo ni nada que se le parezca, es un camino sin salida. Una paradoja, porque intenta atraer tanto la atención de quien ha terminado la aventura como del que está en ello, y como tantas otras cosas, termina por derrumbarse sobre su propio peso al no poder aventurarse y decantarse por ningún bando de jugadores.

Si BioWare hubiera concentrado sus esfuerzos en desarrollar La Llegada como una misión intermedia, habría sido un buen punto de unión para una historia demasiado ecléctica que se distrae con cada nuevo reclutamiento de personaje secundario. Si, por el contrario, se hubiera centrado en crear un verdadero epílogo, habría podido tener más agallas narrativas que las de ser un mero pretexto para colocar a Shepard en la Tierra.

Las decisiones de Arrival son puramente anecdóticas. La única importante de su corto recorrido se nos arrebata ante el miedo de BioWare a meterse en un berenjenal del que posteriormente no pueda salir; todo por un simple DLC. No hay escenarios que ablanden al jugador, ni personajes emblemáticos que pudieran suponer un cambio de revoluciones (una doctora creada aleatoriamente no puede mantener el suspense); tan sólo un momento, con un giro de guión bastante forzado, parece intentar poner las cosas en su sitio.

El principal problema de La Llegada es exactamente el mismo que arrancar un capítulo de un libro y colocarlo tras el final. No hay forma de dirigir la tensión, porque el jugador, al final del contenido, sabe que todo va a volver a la normalidad de su partida. Por ello incluso, porque tras la Misión Suicida las cosas pueden haberse puesto feas de verdad, no se atreve ni a permitirte ir acompañado. El problema al que debe enfrentarse ahora BioWare es que cuando construyes un laberinto de opciones tan grande y ramificado como el que está remarcando en sus franquicias, al final es obligatorio toparse contra fríos caminos sin salida.

NOTA FINAL: 5
5

/ 10


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