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Analisis Hades ,PC,SWITCH

Escapando del Tártaro.
Martes 06 de Octubre de 2020 por Álex Pareja

Uno de los retos más complicados de cualquier rogue-like es conseguir trasladar al jugador la sensación de progreso, a pesar de que todo su planteamiento gire alrededor de repetir una y otra vez los mismos escenarios con más o menos variaciones gracias a sus sistemas de generación dinámica. Hacer que el jugador sienta que el mundo que visita continuadamente avanza por sus acciones mientras percibe que él también consigue prosperar, llegando un poco más lejos en cada uno de sus nuevos intentos es complicado, no en vano son decenas los juegos del género que pueblan el medio y que no han dejado más poso que unos pequeños granos de arena en una enorme playa. Hades consigue esto y mucho más, convirtiéndose en una de las obras más redondas de Supergiant Games y reuniendo los mejores aciertos de sus trabajos anteriores

 

Hades crea su propia idea de la mitología griega recurriendo a diferentes historias y escritos populares, con conflictos y planteamientos clásicos pero en una pátina muy propia y personal. Es el punto de partida que consigue enganchar de una forma preocupante: Zagreo es uno de los hijos de Hades que trata de escapar del Tártaro en busca de respuestas. Sin embargo, el lugar más peligroso de la creación no es sencillo de sortear y parece condenado a tratar de escapar una y otra vez. Si tomamos como referencia historias de castigo y de redención en la mitología, que las hay y muchas, casi parece que estuviéramos escribiendo la de uno de estos personajes cuyas desgracias se convierten en sabiduría popular. Nosotros tomamos el papel de ese fanfarrón hijo de Hades que en esta versión se condenó a sí mismo a intentar escapar del Inframundo y famosos son todos sus intentos de ascensión sin éxito... ¿o lo logró en algún momento? 

 

 

El gran éxito de Hades, sin embargo, no creo que radique en su fantástica utilización de la mitología o en generar una sensación de progreso correcta, sino en cómo lo hace cuando fracasamos y regresamos a nuestra morada en el Inframundo junto al resto de residentes. Cada vez que morimos en uno de nuestros intentos de escapar volveremos al punto de partida, pero todo el mundo ha sido consciente de nuestras acciones y reacciona a nuestros últimos progresos. Hablar se convierte en una interesante rutina que da motor al juego al completo: es lo que de verdad nos da ganas de realizar una nueva acometida, ya que sabemos que al volver nuestros amigos y enemigos estarán allí para contarnos algo nuevo. Desde Hipnos hasta Megara, pasando por Aquiles y Nicte... todos tienen su propia personalidad, mantienen sus propias luchas internas y externas, nos proporcionan ayuda (o nos la niegan) y sus historias progresan junto a la nuestra. 

 

La representación de la mitología y de estos personajes ayuda a comprender, a empaparse y a querer saber más. Nos encontraremos con Orfeo, que no quiere cantar, para localizar en uno de nuestros intentos de escapada a Eurídice que nos llegará a contar lo que le ocurre. Conocemos los conflictos y generamos nuevos embrollos por nuestras acciones en las escapadas y en casa: hacer algún regalo a cualquiera de estos personajes propiciará que confíe más en nosotros y que sus conversaciones sean cada vez más jugosas. La sensación de progreso en Hades se convierte en una fantástica mezcla fluida entre nuestra propia habilidad, que mejora con la práctica, y las ayudas que nos proporcionan estos personajes y dioses

 

 

Qué diálogos y qué elegancia a la hora de plantear sus problemas. Hades tiene la mejor calma de Bastion y la agresiva cautela de Transistor en su alma, pero arrojándoselo al jugador de una forma mucho más bruta. Esto funciona y genera una sensación fantástica de hogar, de empatía por los personajes y por Zagreo que nos mantiene interesados, que no deja de ser otro de los grandes problemas de cualquier rogue-like: mantener la atención del jugador tras decenas o centenas de intentos. 

 

Hades utiliza un sistema de combate y de creación de builds, donde el jugador tiene siempre en su mano la elección de nuevas habilidades, funciones y mejoras para sus armas y artefactos. La generación de cada partida es dinámica y aleatoria, pero la base es siempre la misma e incluso los escenarios no varían (sí los enemigos). Parte de la gracia está en elegir el arma que queramos entre una buena variedad e ir aumentando nuestras capacidades de lucha y aguante de la forma que mejor nos convenga para conseguir avanzar lo máximo posible y, quién sabe, escapar. ¿Centrar nuestra atención en la potenciación de uno de los tipos de ataque de nuestra arma o en varios? ¿Preferimos aumentar nuestra salud o el poder de nuestra arma arrojadiza? ¿Es mejor optar por los poderosos rayos de Zeus o por las turbulentas aguas de Poseidón? De forma azarosa, pero Hades siempre quiere que el jugador sienta que tiene la última palabra y que su build no es fruto solo de la casualidad. Pronto tendremos nuestras armas favoritas y nuestras estrategias más útiles, que por los designios de los dioses de la generación procedimental habrá que ir variando e improvisando en cada intento. 

 

 

El combate funciona muy bien, los distintos tipos de enemigos son un reto y superar a cada uno de los jefes es una auténtica proeza. Es aquí, quizás, donde más reproches se pueden sacar a Hades. A pesar de su fructuosa utilización del hogar y de los personajes para hacer sentir el progreso, cada vez es más pesado realizar un nuevo intento: los escenarios no varían demasiado, los enemigos tampoco y la estructura de jefes no cambia casi nunca. Esto, unido a que las runs pueden ser bastante largas (tranquilamente, llegando hasta el final, podemos estar jugando una hora o más) van desgastando poco a poco al jugador que por primera vez siente que no se encuentra en consonancia con Zagreo cuando vuelve a casa: Supergiant desaprovecha la oportunidad de hacer que nuestro personaje sienta esta pesadez tras muchas horas de juego tal y como nosotros la sentimos; pero es difícil comprender y generalizar los sentimientos de todos los jugadores y mucho se hace en este sentido ya. 

 

Hades son sus cuidados diálogos, su construcción de dioses y personajes con sus propias vivencias, dudas y conflictos internos. Son las canciones de Eurídice abrazándonos tras largos combates, las conversaciones con Aquiles y las disputas con Megara. Son el descubrimiento del Tártaro y de los distintos niveles del Inframundo mientras tratamos de derrotar a nuestro propio padre, que a veces nos confunde con su verdadera preocupación. Acariciar a Cerbero y probar nuevas estrategias en combate. Se trata de una de las obras más redondas de Supergiant Games que saben sacar rédito a sus vivencias en juegos anteriores y que consigue hacer que nos sintamos como en casa... aunque nuestra intención siempre sea la de huir. ¿Conseguiremos escribir nuestra propia historia en su mitología?

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