La saga Dead or Alive, históricamente más pendiente en vender las exhuberancias de sus luchadoras que el fondo de su estructura de juego, ha sufrido lo que se conoce como el tópico de ?marginación intelectual de la rubia?: puedes ser muy bonita y no por ello rematadamente tonta.
Este prejuicio de prostitución de la imagen le ha hecho un flaco favor en un campo tan sectario como en el del género de la lucha vs.: marginado en publicaciones como Arcadia, considerado una disciplina menor, al no entrar en los grandes torneos como el EVO. Ni siquiera como profeta en su tierra, ante la hegemonía de Virtua Fighter: pero de nuevo, lo cortes no quita lo valiente,
DoA tiene un valor de juego sólido, una propuesta diferente y una energía única. En la franquicia DoA, han prevalecido tres valores: sí, la belleza intrínseca de sus parajes y luchadoras (aplicable también al género masculino, ya que ni los ancianos son muy ancianos ni los gordos son sebosos), sus siempre devastadora puesta en escena y un ritmo de combate a medio camino entre un duelo de reflejos y un piedra papel o tijera, donde decidir si inflingir daño fuerte, realizar una cadena de golpes rápido o cubrirse para aplicar un contra-ataque es todo lo que debes dominar. Esto, es muy en resumen, Dead or Alive.
Dimensions recoge estos valores, los resume y comprime en un único cartucho y ofrece, a fans y a escépticos, la experiencia DoA concentrada, en 3D, portátil y con valores añadidos. Una historia que comenzó en PSX y se desarrolló en plataformas tan dispares como Dreamcast, Xbox o Xbox 360, resumidas sin mucha elipsis en una portátil Nintendo, por primera vez.
El nuevo jugador tendrá mucho que descubrir. Los estilos de combate no difieren tanto los unos a los otros como un juego con las pretensiones de profundidad de Super Street Fighter IV donde cada luchar prácticamente transforma el sistema de juego.
Aquí se trata más de una agilidad nerviosa, de saber cuando debes golpear y cuando parar o contra-atacar. Un imaginario que bebe de ninjas, militares, disciplinas minoritarias y los estrafalarios iconos legendarios japoneses se mezclan para ofrecer estilos de lucha notablemente fidedignos al Kung-Fu, Ju-Jitsu, Crav Maga, etc., con las opciones de fantasía que la saga ofrece: proyecciones por el escenario, espectaculares viajes por parajes imposibles, como cascadas, montañas nevadas o hasta porta-aviones (sin duda, rings poco ortodoxos...) con el que jugar por el escenario y utilizarlo a nuestro antojo justificando lo que debería ser un juego de lucha tridimensional de verdad.
Para el jugador fiel a la saga en la saga, la inclusión de todos los personajes hasta el momento, incluidos jefes finales (exceptuando claro, el jefe maestro de Halo, exclusivo de Dead or Alive 4), con algún que otro glorioso guiño, como el escenario de Metroid Other M, con Ridley y la propia Samus en versión morfosfera.
Incluso se atreve a contar toda la historia, un disparate glorioso entre clanes Ninja, dinastías milenarias, corporaciones corruptas y parricidios mezclando el corta y pega de secuencias en títulos pretéritos con añadidos en forma de enlaces perdidos que ayudan a encajar este pintoresco puzzle de patadas y escotes. DoAD es un juego bien adaptado a su formato, pero plantea el primer debate sobre necesidad extra de potencia para la estereoscopía y el visionado tradicional:
en 3D, el juego se muestra más espectacular y probablemente es uno de los juegos que más fuerza la ?salida? de la imagen de la pantalla, pero en su contra sufre una caída hasta los 30 fps. En 2D, el juego fluye a los 60 fps que nos acostumbra la saga. Más allá de esta opción, que hará que el jugador más dedicado se muerda las uñas decidiendo si prefiere sacrificar velocidad por espectacularidad, los modos de colección de figurines (a lo SSFIV3D) y el gran online nos hacen olvidar que jugamos en una portátil.
Dimensions dignifica la trayectoria de Dead or Alive, su particular profundidad y es una buena opción para que los neófitos puedan comprender su atractiva propuesta jugable y rocambolesca idiosincrasia. Es ágil, es diferente y ha sabido distanciarse con dignidad de Tekken o clones fallidos de Virtua Fighter. Es mucho más de lo que parece, robusto y a su vez, pasional y morboso, puro instinto básico.
NOTA FINAL: 8
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