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Analisis Boing! Docomodake DS

Viernes 10 de Octubre de 2008 por Víctor Junquera

La portátil de Nintendo tiene una increíble capacidad para hacer que, de entre la ingente cantidad de títulos se lanzan a la semana, haya alguno de gran calidad que pase desapercibido. Es un caso habitual, como comentábamos recientemente en el análisis de Soul Bubbles, son títulos que reciben la denominación de sleepers, títulos que, a pesar de su incuestionable calidad, no reciben todo el apoyo que merecen por parte de los medios, y que pasan desapercibidos ante el público.

El título que nos ocupa, Boing! Docomodake DS, es un título sólido, con una idea fresca y bien llevada a cabo. Docomodake es un ser con forma de seta (como dato anecdótico diremos que es la mascota de 'NTT Docomo Group', una de las compañías líderes de telefonía móvil en Japón) que, con su familia, quiere celebrar un festival. Pero la familia Docomodake se ha perdido, y 'Papá Docomodake' (el protagonista) debe ir a buscarlos. Bajo una premisa tan simple y manida como innecesaria en un juego de este estilo, se esconde uno de los rompecabezas más originales de Nintendo DS.

Divide y vencerás


La habilidad principal de nuestro protagonista es la de separarse en mini-setas, lo que reduce el tamaño del cuerpo principal, y el objetivo será llegar hasta la meta aprovechando las cualidades de los minis.

A lo largo de los más de 50 niveles, habrá que superar las dificultades que plantea el juego utilizando posibilidades de los minis, tales como unirlos para crear escaleras para alcanzar plataformas a las que no lleguemos con un salto normal, o repartir los minis entre las dos partes de una balanza para llegar más alto.

Tendremos un número limitado de minis que podamos desplegar, que aumentará si encontramos nuevos minis en cofres de tesoro ocultos, pero no se tratará simplemente de desplegarlos, también habrá que vigilar que los enemigos (en forma de animales salvajes) no los alcancen, porque los perderemos, y nuestro avance podría dificultarse hasta el punto de tener que repetir la fase. Podremos evitar que los minis sufran los ataques de los enemigos, si nos anticipamos y les lanzamos un mini como si de un proyectil se tratase, pero tras esto, tendremos que recuperarlo antes de 10 segundos o lo perderemos.

Nuestra actuación en cada pantalla se juzgará en función al tiempo que empleemos, el número de monedas que consigamos (que podremos utilizar para comprar secuencias, músicas y otros extras), y el número de cofres del tesoro que encontremos (que contendrán una gran cantidad de monedas, o en ocasiones, un mini extra). Así, lograr el 100% de cada fase complicará aún más las cosas, ya que en fases avanzadas, un paso en falso podría significar encontrarse en una situación sin salida. Para eso tendremos un visor de la fase, tan sencillo como un toque en un icono de la pantalla táctil. Así podremos pensar el siguiente movimiento con tranquilidad.

El control será totalmente accesible. Manejaremos las acciones de Papá Docomodake con la cruceta, algo tan sencillo como andar o correr y saltar. El resto de las acciones se hacen con gran precisión gracias a la pantalla táctil de Nintendo DS. Mover a los minis con el lápiz táctil a través de una zona por la que el protagonista no pueda pasar para alcanzar un interruptor será una acción básica.

Tanto por su desarrollo como por sus características, podría compararse con el juego de Game Boy Advance, Kuru Kuru Kururin (desarrollado por Eighting), títulos lanzados sin muchas pretensiones, aparentemente simples, que esconden bajo su apariencia infantil, una jugabilidad directa y atrayente con un sencillo sistema de calificaciones para fomentar la rejugabilidad.

7

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