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Analisis Alan Wake: The Writer X360

Miercoles 03 de Noviembre de 2010 por Alejandro Pascual
La verdad es que hemos escrito ya tantas veces sobre Alan Wake y ha rondado tantas veces éste por nuestra cabeza sin querer terminar de caer en el olvido (ironía, bien pensado) a base de probarlo en presentaciones, probarlo para su avance, probarlo para su análisis, enseñarlo a amigos, probar su primer DLC, y ahora su segundo? que bien podría salir en un gag de Celebrities de Muchachada Nui gritando algo así como Alan Waaaaaaaaaaaake y no nos haría gracia.

Vamos, que lo que queremos decir (a parte de que un apagón malintencionado, para más inri, acabara con nuestra primera versión de este análisis) es que la relación con Alan Wake está siendo más tortuosa de lo que pensábamos. No estamos muy seguros de hasta qué punto nos apetece continuar con una historia que no terminó de engancharnos desde que (atención, semi-spoiler) el arma definitiva para acabar con toda esta locura era un interruptor arrancado llamado ?el chasqueador?. Tampoco seguimos convencidos de que su dinámica de esquives y luz-bala aguante ni un segundo más (hay algo extraño en todo ello), ni que los zombies de Dead Rising tengan más variedad, siendo zombies, que los habitantes poseídos de Bright Falls (a este paso, la población se reducirá a cero).

No obstante, es curioso constatar que, después de la sensación de vacío existencial (nuestra vida tiene un 0,01% menos de sentido después de jugarlo) que nos dejó el primer DLC llamado La Señal, esta segunda entrega parece recapitular, hacer de tripas corazón y ser consciente de que, posiblemente, sea el último DLC hasta Alan Wake 2, si es que llega a existir alguna vez, por lo que posee algo más de chicha tanto jugable como narrativa, sin dejar ese mundo onírico con el que a Remedy le gusta jugar tanto como a un niño arrancar extremidades a una barbie y sustituirlas por piernas de los Masters del Universo.

No por nada, si no porque eso les permite coger su motor de físicas y de luces tan cuco y tan mono él y poder doblarlo y desdoblarlo del mismo modo que sueñan los científicos con el resultado de lo que salga del acelerador de hadrones. Son dioses de su propio universo, y lo demuestran poniendo a Wake en situaciones cada vez más hilarantes, terminando por convertir sus recuerdos en una noria donde el da vueltas cual hamster encerrado en una jaula.

Es igual, no podemos defenderlo por mucho tiempo más, pese a que tiene más claras las cosas que su sucesor, está más centrado en explicar lo que pasa por la mente de Wake y la situación en la que se encuentra y no es tan mata-mata como La Señal, no terminamos de ver más allá de la carrera contrarreloj en la que se convierte todo, y un síntoma más de que los contenidos descargables aún tienen mucho que aprender, y es que si a los juegos le falta aún algo de talento narrativo, imaginaros el extra.

Lejos de todo esto, y a modo de guía, si tu baremo aprueba el rumbo que tomó La Señal, o simplemente adoras a Dalí (y que él me perdone) por encima de toda lógica, lo más probable es que disfrutes de El Escritor de un modo vivaraz y prizpireta. Al fin y al cabo, los sueños, sueños son.

NOTA FINAL: 6,5
6

/ 10


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