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Analisis La Torre de las Sombras WII

Domingo 17 de Octubre de 2010 por Víctor Junquera
Somos una sombra. Una sombra sin recuerdos. No podemos volver atrás, y delante sólo se yergue una gran torre. Misteriosamente, tenemos el impulso de acercarnos, de escalarla, de conocer sus entresijos, y a medida que nos acercamos sentimos algo. Recuerdos, conexiones. Sabemos que nuestro cuerpo de carne y hueso está allí arriba, y vamos a recuperarlo. Pero no va a ser fácil, hay más sombras, sombras hostiles...

Resulta curioso que hasta ahora no haya surgido una idea similar para un videojuego, y no era precisamente necesario un hardware con las posibilidades de Wii, sino tal vez un empujoncito artístico que encendiese la chispa. La Torre de las Sombras es una vuelta de tuerca al concepto de The Magic Obelisk (o Shadow Walker, un título de WiiWare que no llegará a Europa en el que jugamos con luces y sombras para avanzar), pero realmente exhala un aire de juego de culto bastante familiar, y es que no son pocas las reminiscencias a las obras de Fumito Ueda. La ambientación, la constante presencia del atardecer sobre la fachada de la torre y la sensación de soledad, apuntan, a todas luces, a Ico.

A un planteamiento sencillo y una gran ambientación le añadimos un componente metafórico y metafísico, y tenemos una promesa a la que, de haber tenido más personalidad propia, habría llegado a algo grande.

Ascendiendo poco a poco, nos daremos cuenta de que no estamos viviendo la historia del niño sin cuerpo, sino que vamos conociendo la historia de la torre a través de sus suelos y sus paredes que recorremos de sombra en sombra, mientras nos narran las diferencias entre las sombras de los vivos, las sombras de los muertos y conceptos tan abstractos como el peso del alma.

El principio básico de esta aventura es que debemos olvidarnos de las convenciones. El mundo tridimensional tal y como lo conocemos sólo existe para formarnos un camino con la proyección de sus sombras, que serán con quienes tendremos que lidiar entre puzzles y plataformas, mientras que gracias a nuestro oportuno ayudante que aparece al apuntar a la pantalla, podemos mover determinados objetos reales para descubrir nuevos caminos.

Las acciones que puedes hacer como sombra son sencillas: correr, saltar, trepar y asestar espadazos a las sombras con formas de criaturas peligrosas. Tras escalar los primeros niveles de la torre y acostumbrarnos a ver más allá de lo tridimensional, al darnos cuenta de que realmente somos una sombra, el juego empieza a dejar de sorprender. La repetición de mecánicas y la simplicidad excesiva de los combates que muchas veces no querremos librar hace que queramos desistir, pero justo cuando empieza el hastío por una zona, llegamos a una nueva y pensamos que tal vez ésta será distinta, pero poco cambia, aunque cada vez van interviniendo más elementos en los puzzles y siempre puede haber algo que nos sorprenda.

Realmente, merece la pena seguir subiendo, como decíamos, ya que la auténtica protagonista es la torre, e invita a conocerla, y a saber por qué somos lo único con apariencia humana que deambula por ahí, y por qué nos persiguen sombras de extrañas criaturas. Y es la propia torre la que nos sorprende, cuando tras recorrer paredes de una fábrica, nos entra cierta sensación de vértigo al ver que estamos en el suelo de una zona residencial, atravesando las sombras del cableado eléctrico y los tendales, y poco a poco seguimos subiendo.

El avance se ve agraciado con nuevas situaciones en zonas cada vez más cargadas de sombras y una mayor influencia del mundo real, pero cabe decir que La Torre de las Sombras no plantea reto alguno para los jugadores más avezados. Como decíamos, tras acostumbrarnos en los primeros niveles, ya sabremos perfectamente cómo resolver cada entramado con sólo prestar un poco de atención al entorno. Basta con mover algún objeto para alcanzar un interruptor, o en determinadas ocasiones con mover un foco de luz en los ejes vertical u horizontal, aunque para situaciones más peliagudas que no tienen cabida dentro de la torre, como cambios de perspectiva al más puro estilo Echochrome, están las zonas de reto adicionales, los Pasillos de las Sombras, y habrá que explorar la torre a fondo para encontrarlos todos.

La Torre de las Sombras no alcanzará nunca el estatus de juego de culto, no sólo por imitar algo tan único, sino por no exprimir todo el potencial que una idea semejante tiene, más aún en esta situación en la que una delgada línea separa la calidad y los valores de producción de un juego físico de los de una producción descargable. Aún así, premiamos el intento, premiamos la originalidad, e ideas como ésta, aunque sin necesidad de llegar a la genialidad de Braid o Limbo, son las que mantienen vivo el género de las plataformas.

NOTA FINAL: 7,5
7

/ 10


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