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Analisis Fragile Dreams: Farewell Ruins of the Moon WII

Martes 27 de Abril de 2010 por Víctor Junquera
El anuncio de Fragile pudo haber dejado indiferente a muchos aficionados a los videojuegos, pero desde luego, no al fan de los J-RPG. Tri-Crescendo prometía una aventura exclusiva de Wii con unas características similares a lo que ya pudimos experimentar con Eternal Sonata, un apartado gráfico digno de una superproducción de animación para mostrarnos una historia angustiosa y melancólica, aunque con un transfondo de felicidad forzada y moralina.

Fragile Dreams: Farewell Ruins of the Moon bebe de muchos títulos y toma cantidad de referencias, añadiendo varios factores únicos potenciados por las capacidades de la consola para llegar hasta donde está. No llega a los límites de una meta-aventura, pero este Action-RPG sorprende, no por su planteamiento ni por una originalidad de la que no hace gala, sino por una belleza que nos atrae inevitablemente y nos empuja a querer seguir hasta conocerlo todo. Tras los brevísimos pasos a modo de tutorial que necesitamos para hacernos con un control muy sencillo, aunque poco usual y algo duro al principio, nos encontramos encarnando a Seto, un chaval que, de la noche a la mañana, se encuentra solo en un mundo desolado, deambulando por el Japón más costumbrista en ruinas, aunque ambientado en un futuro no muy lejano.

La falta de electricidad hace que, como Alan Wake, tengamos que depender enteramente de una linterna, aunque afortunadamente en este caso tiene batería infinita, que enfocaremos hacia cualquier zona que queramos iluminar apuntando con el Wiimote a la pantalla, cuya luz además nos servirá para identificar a los espectros que habitan este mundo, a los que tenemos que hacer frente armados con lo que podamos, desde ramas hasta katanas, pasando por tuberías, martillos, tirachinas,...

Aunque el hilo conductor de la trama se desvíe constantemente de la intención principal de encontrar más supervivientes, y de paso alguna respuesta, es curioso ver cómo el afán del protagonista por encontrar a una chica que se esfuma como si de un espejismo se tratase, de la que se queda prendado a primera vista, acaba por coincidir sin mayor explicación con los objetivos iniciales, aunque tras las 15 horas de aventura, ya acostumbrado a la falta de información, no queda más remedio que asumir que se trata de una historia de libre interpretación, en la que quedan varios cabos sueltos a pesar de que se intuyan pistas durante las conversaciones con los escasos personajes que nos iremos encontrando.

A pesar de todo el entorno post-apocalíptico y de los escenarios totalmente dignos de Fallout, la atmósfera no es nada hostil en ese sentido, sino que intenta más jugar con el terror psicológico de los sonidos, quizás más en la línea de Silent Hill, a lo que ayuda el Wiimote, dándonos la opción de hacer sonar todo tipo de gruñidos, psicofonías y gritos de ultratumba que suenan con más intensidad cuanto más cerca estamos y con mayor precisión apuntamos con la linterna, aunque también podemos captar sonidos inofensivos como ranas o luciérnagas, claro.

Otra de las grandes referencias que toma Fragile son los sueños de Lost Odyssey, narraciones estáticas que nos muestran recuerdos, que en este caso no son sueños del protagonista, sino los últimos pensamientos de personas anónimas antes de pasar a mejor vida, imbuidos en objetos coleccionables que buscaremos por todo el escenario, y que tal vez conformen el único aliciente para una segunda partida.

Otro detalle excepcional, para los fanáticos de los mensajes ocultos y de los the cake is a lie varios llegará en el momento en que podamos ver los caracteres escritos en las paredes con tinta invisible, en escasas ocasiones con intención de darnos pistas, y a menudo, con todas las ganas de desconcertarnos, e incluso de asustarnos, pero sin duda son detalles que no nos queremos perder, y si hay que recorrer todos los pasillos de un búnker subterráneo abandonado sólo para conseguir algo de dinero con el que comprarle objetos al bizarro mercader vestido con una cabeza de pollo tuerto gigante, lo haremos gustosos al saber que en cualquier pared podría esconderse un mensaje de socorro de nuestra chica desconocida.

Más que un Action-RPG (por eso de subir niveles y administrar los ítems como si de Resident Evil se tratase), Fragile es una de esas experiencias audiovisuales interactivas en las que el fin no es tan importante como los medios. Es un juego con un ritmo pausado y un desarrollo lento, pero no importa tanto eso como la clara intención de despertar ciertas sensaciones en el jugador, como verse realmente solo caminando por parajes desamparados o angostos pasillos o cogerle cariño a una máquina que habla, aunque peca de recurrir al lado emotivo fácil por medio de palabrería y situaciones algo forzadas que relacionan la amistad o la familia con la muerte, pero después de todo, es un producto shônen, con todo lo que ello implica.

NOTA FINAL: 7
7

/ 10


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