1. Mundogamers
  2. Analisis
  3. PS1

Analisis Pro Evolution Soccer 2011 PS1

Martes 21 de Septiembre de 2010 por Omar Álvarez
PES funciona como un amor pasado: lo recuerdas con cariño, en ocasiones, puedes llegar a sentir incluso recelos y confundir viejos recuerdos, pero sabes que su tiempo se ha acabado de alguna forma, que ya nunca será lo mismo. Sin excedernos en sentimentalismos, PES ha sido la clave para conseguir que el fútbol en el videojuego llegue a algún sitio y ha puesto en órbita a la competencia. Sin PES, Konami y sus innovaciones, aún seguiríamos jugando a revisiones de Sensible Soccer. Eso se lo deberemos siempre.

Pero lo que fue, dejo de ser. PES había aceptado su papel de secundaria de lujo en una generación que se le trabó desde un comienzo, por no dominar una tecnología superior y quedar en evidencia ante una competencia feroz e inesperada. Porque y aunque no sea la forma más elegante de definir lo que ofrece y no PES 2011, las comparativas son necesarias cuando se juega entre extremos y la competencia es tan evidente que incluso ambos se ponen a la venta el mismo día. No hay más vueltas que darle: no se trata de física cuántica, simplemente se trata de 11 contra 11, dos porterías y un balón, dos juegos y, en el peor de los casos, una única posibilidad de compra.

PES 2010 tenía algo a su favor contra el ya legendario FIFA 10: se conformaba con ser un buen arcade. Lejos están los tiempos de la simulación, pero sin llegar a ser ISS (el cual ahora anhelamos con desesperación), PES conseguía un ritmo de partido ágil, una diversión directa sin obligar a la dedicación enfermiza del control manual en FIFA y a su vez, un equilibrio mayor en los tiros lejanos y la potencia del balón.

PES 2011 es una involución abstracta, un paso hacia ningún sitio, un giro complicado y muy dañino para la imagen de la franquicia por fallar en el alfa y el omega de un juego de fútbol de forma estrepitosa y sin remedio; la sensación de control, los pases a corto espacio, la estrategia de juego en tiempo real, el tempo del partido e incluso, destrozando algún que otro pilar bien construido en PES 2010: Este es el momento más doloroso de una relación pasada, cuando nada se parece a lo que fue.

El corazón jugable ha sufrido un cambio radical hacia la pausa. Tras las críticas por su sensibilidad arcade del año anterior, han optado por forzar la simulación, pausando el tempo y cambiando el peso de la pelota que, aunque sigue siendo mucho más sólido que en FIFA, ahora meter goles desde una distancia extrema es mucho más difícil y exigente (pero no por tu habilidad, si no por la horrorosa aleatoriedad). El intento por crear un juego más cabal y hubiese sido muy interesante de haberse conseguido, por desgracia, esta actitud en el campo no se manifiesta jamás. Los jugadores no tienen la integridad de un equipo ni se comportan de forma razonable en el caso de la I.A. amiga, que perderá balones, se quedará observando ver pasar el esférico entre sus filas defensivas y dejar al delantero rival ante nuestro portero, un auténtico esquizofrénico en potencia, capaz de la parada de su vida o quedarse sentado en la portería ante un córner. Ver jugar al equipo rival es otro cantar, realmente bien diseñada y esto salva apuradamente el juego del fracaso absoluto en el punto en el que me extenderé a continuación.

Visualmente, PES 2011 sigue siendo tecnológicamente superior y realmente consigue un efecto muy impactante pero en un corto espacio de tiempo, como a su antecesor, empiezan a descubrirse los trucos y artimañas para conseguir más vistosidad. Filtros, imágenes desenfocadas, una paleta de colores aclimatada y más artística que figurativa engañan al ojo y consiguen, indiscutiblemente, un acabado gráfico más cuidado que FIFA, aunque sea forzando oscuridad y utilizando licencias. Aunque en cortas distancias mejora respecto a PES 2010, las animaciones desde una cámara alejada son igual de robóticas y robóticas, creando un contraste demasiado extremo entre el partido en tiempo real y los planos detalle de las repeticiones.

Pero no todo van a ser patadas. La experiencia para un jugador, especialmente para los incondicionales, sigue siendo muy satisfactoria por planteamiento y dimensiones. El modo Liga Maestra (donde dirigiremos a un club, ya sea original o existente hasta la victoria desde lo más bajo de la tabla, lo más similar a un modo historia en un juego de fútbol) es probablemente el más completo de la saga hasta el momento, permite por primera vez juego online y en este caso, la retante I.A. enemiga de citada anteriormente consigue suponer el mayor reto jamás visto en un PES, más allá de status vitaminados o desequilibrios menos elegantes. Konami ha conseguido que la experiencia para un jugador sea bastante similar a competir contra un rival real por Internet, lo que hace que nos preguntemos por qué se han descuidado tanto el resto de apartados.

La guerra entre las licencias sigue siendo un quebradero de cabeza más que una alegría: recupera algún club importante (ahora prácticamente toda la liga BBVA por poner un ejemplo se encuentra íntegra, salvo el propio nombre, claro) manteniendo la Champions League como gran exclusiva y con algún extra de menor importancia como la copa Libertadores. Los comentarios son un fantasma de aquellos insoportables chascarrillos de los PES originales y tanto Carlos Martínez y de Julio Maldonado funcionan, pero no hay nada como los comentarios de furia o jocosidad de dos mandos ante una TV.

Este es el último disparo que le queda a Pro Evolution Soccer. El eterno uno contra uno en el sofá común que lleva funcionando años y años, ese ya casi rito místico de la mayoría de salones de jugadores o habituales ocasionales de Pro, la injusta nostalgia que consigue que le demos otra oportunidad más, otro año consecutivo. Menos accesible, menos divertido, menos PES, pero es cierto que tiene un poder de convocatoria y capacidad de agradar mayor de en el primer contacto. De algún modo sigue siendo la niña bonita, aunque ya se nos terminan las excusas: esta inesperada involución conseguirá justificarse a si misma ante los fanáticos menos puristas, pero es tristemente evidente que en esta ?relación?, si sólo uno de los dos lo da todo, tiene un turbio futuro. Las prórrogas se han acabado.

NOTA FINAL: 6
9

/ 10


<< Anterior Siguiente >>