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Padres, niños, GTA V y paletos de España

Una historia de siempre
Por Toni Piedrabuena

No se trata de violencia en el videojuego, se trata de responsabilidad y lógica a la hora de comprar los mismos a los pequeños de la casa. No podemos exigirle al ocio electrónico cosas que no le exigimos al cine, televisión o literatura. ¿En qué cabeza cabe que un niño salga de un Game con un Grand Theft Auto V? ¿Por qué un padre que ronda los 40 años y que probablemente conoció y disfrutó de videojuegos en su momento le compra el juego de Rockstar a un niño al que pondría películas de la factoría Disney pero jamás un American History X?

 

Motivos particulares me llevaron a un Game ayer y pasar más de 20 minutos en la gigantesca cola de ansiosos por tener GTA V en sus manos. Delante y detrás de un servidor vi a no pocos padres con sus hijos dispuestos a llevarse la copia de uno de los juegos del año para sus nenes. Uno de los cambios más surrealistas que pude ver fue el de un Skylanders por un GTA, algo que me pareció digno de tira cómica. Es un problema habitual, pasa con Grand Theft Auto y pasará con Call of Duty Ghosts, Assassin's Creed o Watch Dogs dentro de pocas semanas, ¿pero cómo puede ser que en 2013 lamentemos problemas que teníamos a principios de la década pasada o la anterior?

 

Curiosa efeméride la que se ha dado en la presente semana: el lanzamiento del quinto capítulo de la serie de robo de coches ha coincidido con el vigésimo aniversario del Mortal Monday, el lunes en el que se lanzó la versión doméstica del primer Mortal Kombat al mercado, comenzando uno de los más agrios debates (nunca el primero) que se han dado jamás en la historia del videojuego y que provocó, entre otras cosas, la regulación de contenidos por edades en videojuegos. 20 años después pasamos de esa violencia digitalizada fotografía a fotografía, sprite a sprite, a un juego crudo que puede reventar la mente inocente de un chaval de 10 años. La culpa jamás debe ser del mensaje, pero lo acaba siendo.

 

mortal kombat

Mortal Kombat trajo consigo mucha polémica y cambió para siempre la forma de entender la violencia en los videojuegos

 

¿Es ese el problema? ¿Esos padres de hoy de entre los 30 y 50 años siguen pensando en los juegos violentos como lo que fue en su momento el sangriento título de Midway? Deberíamos aplicar criterios más restrictivos en tiendas, comercios y medios para concienciar a esas audiencias indebidas de software, pero resulta difícil hacerlo desde un medio especializado como el presente por el que jamás pasará un progenitor: la pelota está en manos de los organismos reguladores que deberían empeñarse en hacer ver a los padres ese código mágico en la parte inferior derecha de sus cajas. Parece que para lograr eso los folletos, presentes en prácticamente todas las tiendas especializadas, no sirven.

 

Vendrán textos problemáticos, llegarán las quejas y los hipotéticos asesinatos relacionados de forma vaga y discutible con Grand Theft Auto V y nadie se encargará de hablar de restricciones de edad, irresponsabilidad de los padres o comercios más preocupados en endosar una copia más que en educar a su consumidor, su principal y obvia fuente de ingresos. Nosotros podremos hablar desde nuestros medios que nadie del pueblo llano lee, lamentar lo ocurrido en Twitter y Facebook, pero no debemos olvidar algo muy simple: el videojuego y los medios generalistas no se llevan bien y no lo harán nunca mientras la pluma sea empuñada por un retrógrada carcamal dispuesto a dinamitar algo que ni entiende ni pretende.

 

Os adelanto que paletos imbéciles lamentarán la violencia en los videojuegos, generalizarán con todo lo habido y por haber y después se reventarán la cabeza con programitas de mierda en su canal de televisión basura favorito. Si viviésemos en un mundo cuerdo nos preocuparía más lo que está vomitando cada día Mediaset desde no pocos canales de la televisión más que de un título que solo debería ser jugado por mayores de edad. Viviendo en una sociedad un tanto surrealista, lo que menos debería sorprendernos es que acabemos pagando un pato que jamás habíamos pedido. Si en Alemania y Australia están como están, ¿qué os hace pensar que en España estamos protegidos ante normativas similares? Toda protección es poca, y somos muy descuidados.

 

Y sí, mi mensaje puede parecer redundante, pero no debe serlo tanto cuando un niño aprende qué es un lap-dance gracias a un disco girando en su PlayStation 3 en pleno 2013 y jamás lo haría en una sala de cine o con un libro. Nos tienen ganas, y ante su ignorancia tenemos las de perder, no lo olvidéis nunca.


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