El regreso de un juego conlleva responsabilidades
La historia del videojuego está lleno de nombres propios, de leyendas que queremos que regresen como remasterizaciones, rehechos, reconstrucciones o reboots, pero no todo ha de volver y nunca a cualquier precio. Un videojuego que regresa de la tumba por petición popular tiene una tremenda responsabilidad: la de adaptar convenientemente su fórmula original a los nuevos tiempos, con calidad, talento y sin estropear el recuerdo que nos ha dejado.
Este título que vuelve de entre los muertos tiene que ser capaz también de ser bueno para los que nunca han jugado al original, no vale eso de no es que sea malo, es que el original era así, si se recoge una base de hace veinte año hay que traerla a día de hoy con ideas nuevas, no con ideas peores, porque para eso ya está el juego original. El título ha de funcionar como tal, y de nuevo, no todo vale.
A veces, es difícil reconocer que no todos los juegos son válidos para regresar, la nostalgia nos ciega, creemos que un videojuego que jugamos en nuestra infancia es bueno, y no, solo que no conocíamos otra cosa. Adoro Soleil, pero sé que si lo remasterizan y lo traen a nuestros días será una cagada. Si habéis jugado a Uncharted 4, habréis visto cómo al iniciar la aventura nos dejan echar una partida a Crash Bandicoot. Es posible que muchos penséis que Naughty Dog lo ha hecho para que recordemos el videojuego, ahora en propiedad de Activision, y deseemos aún más su vuelta, pero yo creo que es todo lo contrario, que nos dejan jugarlo para que recordemos que a día de hoy su vuelta no tiene sentido.
Nathan se ríe de él, Elena tiene que darle continuas instrucciones para que lo juegue bien y ¿quién colecciona manzanas? La fórmula de Crash Bandicoot renovada ya la tenemos: es Uncharted. Tras jugar ahí a Crash Bandicoot, ¿realmente cuenta con una fórmula jugable que queremos tener a día de hoy? ¿En serio? ¿Un pasillo con agujeros y manzanas que recoger? Que oye, cuántos más videojuegos lleguen mejor, pero el problema es ese: que una reconstrucción no sepa adaptarse a los tiempos modernos y se cargue el buen recuerdo que teníamos de él. Cuando jugamos en un emulador a Crash Bandicoot lo ponemos en su contexto y comprendemos y amamos sus errores, pero una remasterización tendría que eliminar esos errores, y sin ellos sería otra cosa, sí, sería Uncharted.
Shadow of the Beast ha decidido viajar al presente con una reformulación de sus principios básicos. He de ser sincero, no he jugado al título original, solo a la nueva versión de 2016, una que hace lo peor posible: que no me interese lo más mínimo sumergirme en los anales de la historia jugada para conocer el videojuego en el que se basa, el que recupera, ¿y por qué? Porque hay videojuegos que hay que dejar tranquilos en su momento histórico y pedirle a su desarrolladora que evolucione ese concepto con el que se formó, reorientándolo, de nuevo, como ha pasado de Crash Bandicoot a Uncharted. Se puede volver hacia atrás, a veces se debe, pero siempre con cuidado.
<< Anterior Siguiente >>