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Cloudberry Kingdom. Saltos frenéticos a ritmo discotequero

Ahora sólo falta que se convierta en amiibo
Por Rafa del Río

Cloudberry Kingdom es un Mario pasado de rosca corriendo como un pollo sin cabeza a través de mundos en los que todo se rinde a su carrera. Sé que es una manera un poco extraña para definir un juego, pero es la impresión que me llevé tras disfrutar del título. Pwnee Studios han tomado, sin disimularlo, la esencia del fontanero de Miyamoto: su salto corregible en el aire, su física, su aceleración aquí de base, y también características propias de su escenario y enemigos: criaturas sobre las que saltar, bolas de fuego que giran en fila y ese vicio malsano de hacerle un speedrun a cada fase.

 

Siguiendo con Mario, lo cierto es que recuerda a aquel hack aparecido para Mario World para crear escenarios superdifíciles; pero jugar aquello era la cosa más masoca que he visto en mi vida ¿Cómo buscar entonces una experiencia similar pero que siga siendo jugable y disfrutable? Aquí llegan los dos años de trabajo que el estudio se ha pegado diseñando un logaritmo para generar escenarios. Encontraréis alguna que otra comparativa con Dark Souls y Cloudberry Kingdom, pero no tienen nada que ver. En Dark Souls el mundo por el que discurres no es tu amigo, en el juego de Pwnee Studios, sí. Aquí, todos los elementos de la fase se mueven como en una coreografía perfecta, con el fin de que tú la detectes y te unas a ella para llegar a tu meta. Imaginaos una obra de ballet sobre el escenario de un teatro. Vuestra misión consiste en moveros a toda pastilla entre las bailarinas de un lado a otro de la función. Ellas siempre se van a mover así y tú has de correr como un poseso en cuanto ves un camino entre ellas por el que discurrir. Tu marcha ha de ser tan perfecta para que parezca que tú mismo eres parte de la representación.

 

 

Por ello, Cloudberry Kingdom no es un título difícil, es intuitivo, te obliga a descubrir el ritmo de las cosas. Te mueves y saltas por puro instinto. Corres sin parar y tomas decisiones contando con que el escenario te ayude. Lásers, pinchos y bolas de fuego se mueven por doquier, pero no dejan de ser bailarinas que ejecutan una danza y que, durante un instante, toda se arquean hacia adelante para dejarte un hueco por el que pasar. Fallas en Cloudberry Kingdom cuando tú te sales de la coreografía. Si comienza una fase y decides no salir pitando desde el primer frame, cuando sí deberías, lo más posible es que los elementos adversos del escenario ya no te dejen circular a través de ellos hasta que pase un buen rato, hasta que todos se reordenen para permitírtelo. La gracia de esto llega cuando lo comprendes, sumergiéndote en una secuencia de fases en la que has de adivinar cuando actuar. Todo ello acompañado de una música maquinera que pone el acento a la intensidad del título. Melodías sencillas pero potentes y directas, como el acabado gráfico general del juego.

 

El título no busca ser sádico con el jugador, sino enseñarle a superar este tipo de fases

 

Es en los diseños de escenarios donde el juego da el do de pecho. Los mundos llegan a presentar una dificultad desquiciante, un reto para tu entendimiento, pero el título tiene una curva preparada para el aprendizaje. El juego sabe explicarse muy bien a sí mismo y contarte de qué va el asunto. Una vez las bases están planteadas, éste introduce variaciones que alteran el modo de entender su física que, a su vez, cambian el diseño del propio escenario: jetpacks, alas para un salto doble, miniaturización del personaje, etc. Con ellos, las habilidades del protagonista cambian, así como el modo de superar el nivel. Resulta altamente gratificante saltar entre mil obstáculos y comprender que el juego te ha enseñado a hacerlo sin morir.

 

Pwnee Studios han firmado un título arcade, loco y rápido, intenso y trabajado que tiene el speedrun y a Mario como corazón. Si bien es cierto que hay ciertas situaciones en algunas fases que se repiten; lo que es normal ya que en veinte minutos te haces sesenta niveles, y que cuando el juego te pide pararte en medio de una carrera, para esperar a que un bicho se mueva y volver a correr de nuevo, pierde muchísima intensidad. Aún así, el título funciona. Es retante, pica y se deja disfrutar. Y pese a lo que pueda parecer en los vídeos, no resulta frustrante. Hasta que aparecen esos malditos lásers desde el suelo hasta el techo, como si Cíclope de los Xmen se metiera bajo tierra y disparara a las nubes de manera intermitente. En las fases en las que eso sucede, me han dado ganas de tirar el mando por la ventana más de una vez; pero por lo demás, todo bien.

 

Tenéis el título ya disponible para PS3, Xbox 360 y Steam, mientras que para Wii U llegará mañana y a lo largo del año para Vita. Si os gustan las plataformas locas, la velocidad y sentir ese gustillo de haber superado un nivel de dificultad “ultra-mega-hardcore”, éste es vuestro juego. Como dije arriba, no os asustéis si os sabéis unos mancos del pad, Cloudberry Kingdom no es Dark Souls, éste es bueno con el jugador y le educa, poco a poco y al ritmo que éste le exija, para poder superar los momentos más difíciles.


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