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Analisis Trillion: God of Destruction ,PSVITA

El día de la marmota invade el Inframundo.
Sábado 09 de Abril de 2016 por Adrián Suárez Mouriño

Trillion: God of Destruction nos pone en la piel del rey del inframundo. Está en dificultades, un terrible ser llamado Trillion ataca su reino, devora a su hermano y casi acaba con él. Por fortuna, Faust aparece, lo revive usando un cuerpo de zombie y decide ayudarle a acabar con el monstruo, pero hay un problema, con su nuevo aspecto no puede luchar, ¿qué hacer entonces? Escoger a elegida de entre una cuadrilla de hermosas diablesas, entrenarla y llevarla a la batalla.

 

Lo lógico sería que marcharan todas juntas a batallar contra Trillion, pero no es posible. El Dios de la Destrucción emite una miasma que solo puede ser combatida por un anillo concreto fabricado por Faust. Al comenzar el juego, escogemos a una, entrenamos a su lado, le hacemos pasar una y otra vez por el Valle de las Espadas para que se fortalezca, la enfrentamos contra clones de Trillion para que aprenda a luchar, y así un día tras otro, un día tras otro, y otro más, hasta que volvemos a vernos las caras con Trillion. Si perdemos, que lo haremos, la experiencia obtenida pasa a la siguiente que escojamos, y el ciclo vuelve a comenzar.

 

Nos sometemos a una rutina de entrenamiento para fortalecernos contra el terrible Trillion, al principio es divertido, luego...

 

La propuesta de Trillion es atractiva, las primeras cinco horas. Un ser demoníaco nos sitia en el inframundo y nos obliga a entrenar para derrotarlo, se establece una rutina, y en nuestro cautiverio vamos conociendo más a las chicas a medida que avanzan los días. Trillion: God of Destruction es muy agradable en este aspecto, cuenta con unas excelentes voces actorales, las diablesas que entrenamos nos cuentan sus miedos y anhelos, y a poco que te descuides, te sentirás atrapado y encantado por cada una de ellas.

 

Ayuda que las imágenes que se nos muestran no sean estáticas sino que tengan cierta animación. Las chicas mueven sus voluptuoso cuerpos y los labios, lo que logra que te metas más en las conversaciones; insisto, las primeras cinco horas de juego, no las veinte restantes.

 

Porque Trillion: God of Destruction tiene un grave problema que nace desde su mismo planteamiento jugable: se hace repetitivo. Esto no es por culpa de tener que repetir lo mismo un día tras otro, sino porque su planteamiento jugable no apoya el desarrollo del argumento. Nos referimos al combate, que tendría que haber sido mucho más variado para contrastar contra los rigores rutinarios de la narración.

 

Si el combate hubiera sido otro, Trillion: God of Destruction habría ganado muchos puntos

 

Luchamos en dos instantes: cuando avanzamos por el Valle de las Espadas y cuando nos enfrentamos contra Trillion o contra Mokujin, el clon de Trillion preparado para que entrenemos. El estilo de combate mezcla tiempo real con combate por turnos. Nos movemos por una serie de casillas, cuando realizamos una acción también lo hacen nuestros enemigos. Podemos atacar, movernos, usar habilidades y, una vez progresemos en el título, emplear otras y también contar con aliados; pero como decimos le falta ritmo, frescura y se hace muy tosco. El Valle de las Espadas, Valley of Swords realmente porque el juego llega íntegramente en inglés, es una mazmorrar que se genera de manera aleatoria, contamos con una serie de movimientos finitos para actuar, llegar al fin del nivel y farmear lo que podamos, lo que limita mucho la exploración o lo que podemos hacer en ellas.

 

Al pelear contra Trillion la cosa no mejora mucho. Usando el mismo sistema de combate tenemos que batallar contra sus múltiples formas en una reducción jugable de este Valley of Swords. Trillion invoca enemigos y hace él mismo ataques que son capaces de quitarnos toda la vida. Contra él, volvemos a encontrar los mimos problemas: un sistema de combate muy tosco y que nos da opciones de juego muy poco a poco, demasiado poco a poco como para mantener nuestro interés a entrenar un día más.

 

Y es que ell combate es el único momento puramente jugable. El resto de Trillion: God of Destruction se desarrolla a través de menús. Los días pasan mientras entrenamos para poder ser premiados al hacerlos con un paseo por el valle de marras. Entrenar es escoger entre varios escenarios, pero en ellos no hacemos nada, solo nos premian por escogerlos, con estos premios y los del valle de las espadas subimos de nivel, crafteamos armas y nos preparamos para luchar definitivamente contra Trillion.

 

Las chicas que conocemos a medida que pasan los días son maravillosas, bien representadas y con un buen trabajo de voces actorales

 

El problema es ese, que el esfuerzo de pasar tantas veces por los mismos menús o por mejorar al personaje no acaba de merecer la pena, porque el sistema de combate no sabe ser divertido. Se tarda mucho en sacarle todo su jugo, y cuando lo lográs ya has pasado tantas veces por los mismos sitios que no te apetecerá batallar más.

 

Trillion: God of Destruction plantea una premisa atractiva, un argumento divertido y agradable pero se estrella al hacernos repetir incensantemente lo que tenemos que hacer, pasando por un combate muy poco satisfactorio. Es una pena, porque es el típico juego que uno sabe que encierra muchísimo potencial, y sus personajes son de los mejores que he visto en este tipo de producciones , pero se queda a medio gas.

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