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Analisis Battlefield 3 PC

Viernes 28 de Octubre de 2011 por Alejandro Pascual
Una de las últimas declaraciones de DICE, que ahora por fin se perderán en ese fuego cruzado que ha vivido el juego hasta su lanzamiento, afirma que su Battlefield 3 es el shooter de la siguiente generación. Y lo cierto es que, tras el buen hacer del estudio dedicándose a trabajar duro (o más, mucho más) en su última obra, el éxtasis final ha nublado su buen juicio y su paciencia. Si Battlefield 3 es el shooter de la próxima generación, entonces la batalla está perdida.

No porque Battlefield 3 sea un mal shooter, porque no lo es, todo lo contrario. Tampoco por lo pretencioso de la frase. Pero desde el corazón gamer que todos tenemos; la impasividad de este género en particular por querer avanzar hacia algo más que no sea únicamente exagerar nuestras retinas es pasmosa. Como jugadores, debemos esperar que, si bien esta generación ha logrado su estándar de shooter y sus variantes, la próxima haga lo propio y no se venda la piel del oso antes de cazarlo. Battlefield 3 es detallado al extremo. Utiliza unas texturas, unos efectos de iluminación y de partículas que hipnotiza tus ojos mientras juegas. Pero, ¿son los gráficos suficiente razón para hablar de salto generacional?

Campaña


Un modo Historia en un shooter bélico puede no ser lo más importante, pero no hay duda que es su principal reclamo. Alejándose de la comicidad de sus Bad Company, esta vez DICE parece haberse puesto seria de verdad, creando una campaña con los estándares que se reparten en la actualidad; a saber: una escena del francotirador, del bombardeo aéreo, de infiltración, de rapel, junto a otras que no se pueden mencionar y que hemos visto desde hace cuatro años están en Battlefield 3.

Ese es el principal problema. Todo luce como nunca, con un desfile de colores que estalla en la órbita ocular, con algunos niveles como el de París, prácticamente sacado de Mirror's Edge 2, o la villa en Rusia que parece un muestrario de la gama más alta que IKEA pueda ofrecerte. El contenido, sin embargo es el mismo: un paseo por pasillos bien diseñados donde los enemigos intentan cubrirse como buenamente pueden, cuya mayor defensa es el respawn infinito si no avanzas, y lugares con toda la ilusión por parecer abiertos, pero donde el juego te acorrala en una cuenta atrás de 5 segundos para que vuelvas al campo de la acción rápidamente.

Si la premisa por innovar en el género es ésta, entonces no hay cabida para el jugador esperanzado en disfrutar de una mecánica más compleja que la de apuntar y disparar. Los quicktime events que el juego se marca en diferentes puntos -peleas con un soldado o incluso un momento donde habrá que pulsar cuatro botones para acabar con una rata- u ocasiones donde la cámara queda fijada para contemplar la escena de turno, demuestran que Battlefield no logra mantener la atención del jugador donde debe estar, algo que Valve, por ejemplo, lleva guardando bajo llave desde hace ocho años.

Es cierto que Battlefield 3 demuestra su portentoso estilo europeo en muchas ocasiones. Su inicio casi mudo in media res, quizá elegido por lo que tarda la campaña en arrancar, la obsesión por destruir el escenario siempre que sea posible, o la atención puesta en sentirte parte de un escuadrón más que un héroe solitario que resuelve conflictos él solo, despuntan y mucho. Pero, por encima de todo, de sus animaciones, de sus gráficos, de sus explosiones, derrumbamientos y, sobre todo, de su hype, está el sonido. Un contundente, brutal, visceral y absurdamente atractivo sonido donde uno no puede hacer otra cosa que sucumbir.



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