El equilibrio entre el bien y el mal, la cordura y la locura, el cielo y el infierno se desgarra en The Cursed Crusade.
Esta creación de Kylotonn recoge la antigua historia de los templarios y nos introduce en la cuarta cruzada. Nuestro protagonista,
Denz de Bayle, un joven caballero cruzado, se adentra en la peligrosa tarea de buscar a su padre, Jean de Bayle, otro caballero que ha marchado portando un gran tesoro. El objetivo, encontrarlo y juntos reclamar sus posesiones, ahora en manos de su tío.
Durante una batalla, Denz conoce a Esteban Noviembre, un rufián español que se gana la vida como mercenario. Tras ser salvado por el caballero, Esteban queda en deuda y promete saldarla. Juntos, y siguiendo la pista del padre de Denz, se alistan en la Cruzada y recorren ciudades realizando incursiones.
Nada más empezar a jugar a The Cursed Crusade,
quedamos perplejos por una secuencia cinemática que nos introduce en una historia de traición y deshonra. Nos llevamos la historia al plano personal,
tratamos de empatizar con el protagonista, un joven al que se lo han arrebatado todo y cuyo único interés es recuperar a su padre para emprender juntos la venganza.
Durante las primeras secuencias, nos aturden imágenes siniestras y difíciles de comprender. El entorno cambia, los personajes se transforman, todo toma un aspecto infernal y los protagonistas del video adquieren poderes.
En ese punto no sabemos muy bien que está pasando, ¿Son visiones colectivas, los personajes son más de lo que parecen?? Para averiguar lo que en realidad ocurre, continuamos jugando.
Poco a poco
nos explican que se trata de una maldición que mantiene sus almas condenadas y, aunque durante el argumento no termina de sostenerse, continuamos jugando buscando algo que nos enganche,
sin saber aclarar bien si la maldición nos viene dada por linaje o porque hayamos hecho algo malo en el pasado. En un argumento épico y clásico, que por algún motivo se mantiene difuminado entre misión y misión, nos encontramos con un héroe y su fiel compañero asintiendo a todo lo que les ordenan sin plantearse a dónde les lleva todo aquello.
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