2019 se cierra de forma notable, con grandes titulazos, el regreso de un estupendo Hideo Kojima, Miyazaki redefiniendo una mecánica clásica y una gratísima sorpresa para los que disfrutamos de los videojuegos en los que lo más importante es una conversación: Disco Elysium. Es cierto que ha sido un año sin un videojuego con una pegada tan potente como la que da un Bloodborne o un Metal Gear Solid 3, pero, con estos 10 juegos, yo me doy más que por satisfecho.
Tantos años de desarrollo a sus espaldas nos han acabado dando un juego de Playstation 2 hipervitaminado. Cierra con acierto la trama de Xehanort y abre nuevas rutas para la franquicia libre de Disney. Me ha gustado mucho pero también es cierto que es el primer Kingdom Hearts que no he rejugado. Ni pienso hacerlo.
Podría haber sido mejor, más ambicioso y con más posibilidades, pero me ha encantado. Me lo he pasado como un enano formando y deformando el universo Mario a mi antojo. La campaña es divertida y acertadamente incongruente con el pasado del fontanero, y los niveles de la comunidad funcionan. Quiero un Super Mario Maker 3 y, ya puestos, un Zelda maker.
Estupenda revisión de un clásico. La ambientación, buscar coherencia sin perder su carácter aberrante de serie B, la recreación de escenarios, personajes y su acción son de GOTY, pero le ha faltado desarrollar más la relación de Claire y Jill con los elementos de su entorno para estar más alto en mi lista. Con todo, es un juego muy goloso y a celebrar.
Este agradable paseo por los fondos submarinos es un potente ensayo sobre ecología. Bien resuelto, accesible, breve pero intenso. Es una obra perfectamente diseñada, sabiamente contenida y con un final que te deja roto. Un título a reivindicar que os invito a probar si todavía no lo conocéis.
No me gustan los juegos de puzzles porque o me aburren o me frustran, pero hay algo en Baba is you que me recuerda a Portal, a esos títulos de acertijos que apuestan por presentarte un concepto tan plástico como original para que lo moldees partida a partida y lo acabes conociendo a fondo. Estupendamente resuelto y de esos que te recuerdan que los videojuegos nunca dejarán de sorprenderte.
Un pajarito que se decide a escalar una montaña, hace amigos, intercambia cosas y revolotea por encima de los árboles. A Short Hike da paz, es contemplativo, pero también sabe hacer bien eso de usar la llegada a una cima como metáfora al crecimiento personal. Dura solo una horita, ¡pero qué horita más buena!
Este es el juego de la alegría, un título perfecto para no desinstalarlo jamás de la consola y regresar a él cuando has tenido un mal día. Manejamos a un protagonista que pone contenta a la gente a través de la arquitectura y el urbanismo. Si Minecraft es un juego de ser Calatrava por ser una competición de comprobar quién hace la construcción más horrenda, tonta, descontextualizada y destructora de la identidad del territorio en el que se implanta, Dragon Quest Builders 2 te devuelve al motivo por el que existe la arquitectura: para hacer del mundo un lugar mejor y feliz a la gente.
Death Stranding ha acabado siendo menos 'juego de pasear' de lo que me hubiera gustado. Me han sobrado las motos, los combates y la redundante explicación de su final, pero es fabuloso cuando la carga que llevas a tu espalda se estropea, cuando paseas tranquilo, cuando suena Low Roar y cuando consigue que te sientas solo y perdido.
El cruce entre aventura gráfica y rol occidental clásico de Disco Elysium funciona gracias a cómo se han planteado sus conversaciones. En lugar de pelear, charlamos. Cada PNJ es un enemigo al que ganar en una disputa verbal, y nuestra cabeza es otro rival a derrotar por culpa de toda las ideas que se nos acumulan ahí arriba. Necesitaba que se hiciera este juego.
La idea tan purísima de videojuego clásico de estructurarse en torno a una sola mecánica, haciendo evolucionar su propuesta jugable a partir de ella, está conseguida en Sekiro con mucha maestría. Crecemos aprendiendo a manejar a Lobo. Somos él, somos el ninja. Tardaré muchísimo en olvidar ese combate contra Genichiro y, cada vez que se empiece a borrar de mi mente, volveré a Sekiro a recordar cómo se hacía ese deflect y el placer de ejecutar con éxito un mikiri.
Ay, el Lobo. Qué buen turrón.
Estos son, para mí, los mejores juegos de este año que se va. Muchas gracias a todos por seguir a nuestro lado y, en lo personal, por aguantar todas las chapas que os he soltado sobre Miyazaki. Sois los mejores.