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Vuelve con tu escudo o sobre él: El perfil masculino en los videojuegos

Un hombre puede llorar
Por Rafa del Río

El otro día, hablando del perfil de los personajes femeninos de los videojuegos, me quejaba de que estoy harto de que a la hora de la verdad casi todo se reduzca a princesitas o badass women, y que ya iba siendo hora de cambiar las cosas, o por lo menos así lo siente uno en su corazoncito arrasado por el tabaco y el whiskey.

 

Parida y paridad

El caso es que, después de soltar todo este rollo, ayer dio la casualidad de que dos contactos de facebook, amigas las dos, protestaran por el machismo del día a día y la tontuna de algunos caballeros y algunas señoritas que parecen vivir en el siglo XVI. Una de ellas hablaba de los piropos callejeros, de esos espontaneos que asaltan a las chicas por la calle a decirle que tiene unos ojos bonitos, un culo estupendo o un pelo de la leche, cosa que, os aviso desde ya, las chicas seguramente saben más que de sobra.

 

Otra de mis amigas hablaba de esas pequeñas muestras de machismo que, en ocasiones, se sueltan por hacer la gracia o por meter la puntilla, que maldita gracia harán cuando se repiten y que más que de puntilla tienen de garrotazo: 'Limpia tú que lo llevas en los genes' '¿Cómo que no sabes cocinar? ¡Qué clase de mujer eres!' o, directamente, 'arréglate un poco, que hay que estar siempre bonita'. 

 

Y es que es triste pero es un hecho: Desde pequeños se nos educó -y aún se hace en ciertos sitios a día de hoy- para que los chicos fuéramos fuertes y las chicas guapas, para que los hombres seamos trabajadores y las mujeres, 'apañás' y, en definitiva, para que nos desenvolvamos en una sociedad que, afortunadamente ha cambiado mucho y aún le queda por cambiar. Quien inventó todo ese rollo de que 'las armas de mujer' son su escote y su sonrisa no tiene ni idea del daño que puede hacer una tía cabreada con un cutter, y el que dijo que el papel del hombre es ser seducido no sabía lo que puede hacer un tío con una buena sonrisa cabrona y un susurro a media voz. 

 

¿Qué has dicho de mi culo?

 

En definitiva, los estereotipos están ahí para ser demolidos, y si la sociedad -los capullos, más bien- son a veces duros y jactanciosos con el género femenino -el que las llame sexo débil no ha conocido mujer en su vida-, también nosotros, los tíos, tenemos que tragar con las idioteces. En mi caso, estoy cansado de que cuando invito a alguien a comer dé por hecho de que la comida la ha hecho mi mujer o he tenido que buscar la receta por internet y seguirla al pie de la letra, estoy cansado de que las señoras del super den por sentado que he venido a comprar por primera vez o soy un solterón que no sabe cómo funciona el tema de los turnos, cansado de que cuando voy sólo con mi hija al parque me pregunten si 'ésta semana te toca a ti la niña, ¿eh?', y cansado de tener que ser la piedra, el apoyo, el soporte, el mulo de carga, el que da la cara y el que apechuga. A veces, querida sociedad, hasta los tíos con pinta de esbirros infernales necesitamos acurrucarnos en los brazos de alguien para descansar...

...Y eso es así. 

 

Perpetuando los esquemas

Los videojuegos, debido a su naturaleza lúdico-fantástica, caen en la perpetuación de los estereotipos sin tener en cuenta las realidades que hay de fondo. El tipo que venga el asesinato de su esposa y su hija, el buen soldado curtido que se enfrenta al batallón, el maromo fruto del esteroide que disfruta machacando cabezas, el tipo amargado que busca redención o, simplemente, The One, el Elegido, el que debe cambiar el mundo y salvar el universo porque es la última coca cola del desierto y todos quieren bebérsela. Y todo envuelto en sangre, miembros, sesos y batallas salvajes a tiros, cabezazos y puñaladas...

 

¡¡Testosterooonaaaaa!!

 

...A la hora de la verdad, cansa. Y no, no se trata de renunciar a los géneros de vieojuegos que tanto disfrute han causado, si no de ajustar el papel de sus personajes y tratar de ampararnos en una figura que no sea la del héroe ni la del antihéroe que tan de moda está en nuestros días. Ahí tenemos los fantásticos perfiles de Rockstar en sus personajes con un John Marston, tipo de oscuro pasado que lo único que desea es volver con su esposa y que parece el único personaje en ese Wild Wild West de tarados que ve las cosas con una mínima normalidad. Salvado de la muerte por una mujer sin perder su 'virilidad' por ello, enamorado, sentimental y, aún así, uno de los personajes del mundo del vieojuego. 

 

¿Y qué decir de Jimmy Hopkins, el protagonista de Canis Canem -Bully-, abandonado por su madre en el internado después de que ésta se casara con un capullo, y capaz de ir más allá del arquetipo de tipo malo para unir a su colegio contra el verdadero enemigo? Mickael de Santa y su psicoanalista, Tommy Vercetti, el asqueado y hasta los huevos Max Payne en la última entrega de la saga...

 

Un tipo duro pero real. 

 

Vuelve con tu escudo o sobre él

Ya empezaron a liarla los hoplitas y sus madres cuando le decían aquello de 'Vuelve con tu escudo o sobre él', que menudas mamis tenían los colegas... Era como para responderle 'tú reza por que no vuelva, porque en cuanto llegue lo primero es meterte en la residencia, cabrona'. Y eso cuando lo decía tu madre, que cuando lo decía la esposa era como para soltar un 'gracias cari, tú sí que sabes dar ánimos... mejor te dejo el escudo y me quedo en el puti, que me coge de camino a la guerra'.

 

Y es que menuda manía con mandar a los hombres a la guerra, por Dios, cuando la teniente O'Neal nos demostró que nada como una mujer divorciada de Bruce Willis para pegar tiros en el cuartel, que se ve que el muchacho las deja de mala leche de por vida. 

 

Sea como sea, ha llegado el momento de pedir ser Crying Freemen, de pedir que se humanice a la mujer y al hombre, que quitemos el badass del título y dejemos que la gente sea quién es, aunque sean ficticios. Con sus valiores y sus temores, con sus dudas y sus miedos. Una mujer puede salvar a un hombre, que se lo digan a Ellie, y un hombre puede llorar, que eso ya lo cantaba Loquillo en los noventa. 

 

¡Nos leemos!


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