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Una ley para atar a las distribuidoras y sumirlas en la decencia empresarial

Alzaos, hijos del videojuego
Por Rafa del Río

Los videojugadores, el público, los aficionados, tenemos el poder de influir en el mercado mediante nuestras compras o la falta de ellas ¿Cuántas veces habéis leído o escuchado esto? El dinero, la herramienta final que nos otorga el papel de dioses cuando llegamos a un acuerdo y de plebeyos cuando, por mucho que algunos medios os adviertan, por mucho que -algunos- nos empeñemos en deciros que esperéis, una inmensa masa cegada por la avaricia del tenerlo ya elevó a los puestos de los más vendidos de hace unos meses a un recién -y deficientemente- lanzado Assassin's Creed Unity.

 

Última vez que reservo un puñetero juego

 

Cry, baby, cry

Oh, sí, tenemos el poder de influir en la indutria con nuestra cartera, pero es un poder de mierda. Un poder pequeñito, sencillín, que no sirve de nada frente al comprador compulsivo y que, a la hora de la verdad, sólo nos da vano consuelo al saber que mientras otros se la han pegado con la última estafa del mercado nosotros aún tenemos su precio en el banco, aunque va a valer de poco, porque aún quedan muchas estafas por venir.

 

La cosa va cada vez peor en ese sentido: Juegos incompletos, títulos rotos a los que les quedan meses para funcionar 'medio bien', servicios online que no llegan o desaparecen y complementos que no cumplen ni de lejos lo que supuestamente íbamos a encontrar. Junto a ello, truquis como ese Early Acces que nos invita a pagar por algo sin ningún tipo de acuerdo mediante y teniendo que leer cómo los tipos a los que hemos regalado nuestro sueldo y nuestros sueños reconocen que 'ups, a lo mejor la cosa no está bien pensada para los usuarios, pero... vaya, que se jodan y eso'. 

 

La última semana nos ha tocado la hecatombe zombi, y mientras la peña que le ha echado una hora a H1Z1 y no le ha gustado ha puesto a parir a Sony a pesar de haber recibido de vuelta el dinero de su acceso adelantado, los 'early adopter' de DayZ siguen jodidos con un heroico Dean Hall que hizo mutis por el foro con la cartera más abultada y un Hicks que es un cachondo y que dice que comprende que en verdad lo del Early Acces no está bien pensado pero que el dinero ya está en casa y, bueno, a lo mejor a Newell podría ocurrírsele alguna ideita o algo para el futuro. 

 

¿Y cuándo dices que sale Star Citizen?

 

Qué os gusta invertir en sueños

Y no lo digo yo, lo dicen las cifras de DayZ, H1Z1, Star Citizen y demás títulos en los que la peña, como si fuera el Ocaso o un acre lunar, invierte su dinero a pesar de saber que no será hasta dentro de un tiempo que podrá poner las zarpas sobre él. Me flipa que la gente tenga ya cuatro naves y un cajón de recursos para un título que no saldrá hasta dentro de dos años. Pero eh, allá cada uno. 

 

El problema no está en estos nuevos compradores de pisos en obras, descendientes directos de las estafas inmobiliarias que se daban en España tras la muerte del Tío Paco, sino en la poca legislación que existe en estos tipos de acuerdos en los que el usuario se compromete a soltar la pasta a cambio de algo que quizá nunca llegue a existir, mientras algunos desarrolladores están colocando el montante económico en su sueldo y su propia cuenta bancaria

 

Ojo, no digo que todas las empresas sean asi, ni mucho menos las mencionadas, pero lo cierto es que el amigo Newell, el majete de Steam, no nos asegura en ningún momento que el pago de x dinero implique que el juego deba estar terminado en algún momento ni que podamos reclamar en caso de que no sea así. Y eso es muy jodido. 

 

¡No se parece una mierda al tráiler del E3!

 

Los accidentes ocurren

Los accidentes ocurren, el dinero invertido puede terminar siendo insuficiente y a lo mejor, pese a la buena fe de una compañía, al final le puede resultar imposible cumplir lo prometido. No obstante, ese no debería ser en ningún momento el problema del usuario que regala al desarrollador con su confianza. Es necesario que exista un acuerdo, un compromiso o una legislación que nos proteja frente a la fortuidad del desarrollo y la creación. Tal vez Steam debería obligar a sentar un presupuesto base que asegurara la inversión del usuario, tal vez debería esperar a que la obra estuviera en determinado estado antes de aceptar dinero en Early Acces, o tal vez, ya que son inversores a fondo perdido, deberían repartir beneficios entre los que apoyen la creación con su dinero, como se haría con cualquier socio capitalista. 

 

Sí, hay leyes de protección del consumidor de índice generalista, pero llevadas del papel a la realidad en lo que respecta al jugador, no llegan a proteger todas las facetas del mismo. Está claro que hay algo que falla en la industria, y no me refiero sólo al tema de la financiación. Deberíamos crear unos acuerdos entre jugadores y distribuidoras, o tal vez ponernos tontos y exigir una ley. Una ley que nos permita devolver un juego cuando nos obligue a conectar a internet o tenga errores de programación que alteren su experiencia, una ley que obligue a la distribuidora a lanzar los juegos al mercado con un mínimo de calidad, una ley que obligue al reembolso del importe en caso de downgrade gráfico o publicidad fraudulenta, y una ley, en fin, que nos permita decidir si queremos que nuestros juegos envíen o no datos de la grabación de nuestra partida a las empresas, acorde a nuestro derecho a la intimidad y a la protección de datos.

 

Vivimos un momento en el que los videojuegos están cambiando, y no podemos contentarnos con influir a base de compras y la ausencia de ellas, porque mientras esto siga así, las empresas podrán hacer con nosotros lo que les salga de las narices. 

 

¡A las barricadas!


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