Todos sufrimos la fiebre de Pokémon Go

Ya llevo oficialmente una semana en Pokémon Go. Me pedí a Charmander y empecé mi aventura. Eché a andar, me encontré más Pokémon, me encontré Poképaradas y obtuve pokéballs. Así llevo unos días. El pasado lunes salí de trabajar y me llevé hasta las cuatro de la mañana farmeando en un parque. Lo peor es que no soy la única. Ya me he encontrado a mucha gente por la calle buscando Pokémon, y a chicos (y chicas) saliendo del metro y quedándose quietos, esperando a que la aplicación cargue. Creo que ya podemos hablar de la fiebre Pokémon Go.

 

Ha llegado como llegan los primeros amores de la juventud, como un torrente de energía imparable que arrasará con toda tu existencia si no lo detienes a tiempo. Y no, no lo hemos detenido. Ni falta que hace. Todos estamos encantados con la aplicación para móviles que ha conquistado nuestro corazoncito y nos ha devuelto a la infancia. Un juego para todas las edades, para todos los públicos, y para todos esos hideputis que se han adueñado de los gimnasios con sus Pokémon de 36326136 puntos de combate.

 

Una cosa está clara – al menos para mí – y es que Pokémon Go ha hecho más por Nintendo que por los jugadores. ¿Habéis visto lo que está moviendo? Las acciones de la compañía nipona se han disparado, después de una pequeña mala racha. El pasado 11 de julio fue el mejor día de Nintendo en bolsa desde el año 1983. La aplicación ha sido la más descargada en miles de sitios habiendo salido únicamente en Australia, Nueva Zelanda y América. Ya ha superado en búsquedas a Tinder y al porno, y es, como se puede apreciar toda una locura.

 

 

Alguna vez me ha salido el típico cartel de Facebook que dice “mis castigos de pequeño, son mis hobbies de ahora”. Quedarse en casa, sin salir, sin ver a los amigos, sin ir a los cumpleaños. ¿Para qué salir a la calle, si la comodidad del hogar tiene mucho más que ofrecerme? En cambio, ahora, todo ha cambiado. Nintendo ha conseguido lo que nadie más se atrevió a hacer: Nos ha obligado a salir de casa, a jugar en la calle.

 

Sí, es algo que los japos llevan haciendo mucho tiempo con sus consolas portátiles, al final siempre acabábamos saliendo para vernos con nuestros amigos. Hasta que se inventó lo del intercambio vía Wifi. Ahora, hemos vuelto a los inicios. Salimos a la calle, gastamos batería a mansalva y, lo que es peor, tememos mirar el uso de datos. Pero, bueno, aun con todas esas desventajas, lo ha conseguido. Vamos por la calle mirando el móvil, como hasta ahora, pero fijándonos en nuestro alrededor. Y es que Pokémon Go está a punto de superar en uso a Twitter.

 

Sólo tenemos que fijarnos en lo que está pasando por las redes sociales. Ya hay grupos de Facebook dedicados a esto, se organizan quedadas, se fijan puntos clave (esos gimnasios chetados a muerte), se sale a caminar, a farmear. Tenemos vida social como si volviéramos a ser niños. Sin añadir un “rata”. Pokémon Go ha despertado en nosotros un interés inimaginable, hasta tal punto que es, efectivamente, una fiebre. ¿Cuánto durará? Eso no creo que dependa tanto de nosotros... sino de los jefazos. Han llamado nuestra atención, nos han enganchado, nos han atrapado. Ahora sólo queda que sepan mantenernos aquí. Yo no pienso parar hasta tener a Flareon. Como mínimo.

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