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Tenemos que aprender a amar los retrasos

O dejaremos de amar nuestras series favoritas
Por Adrián Suárez Mouriño

Tras la última semana, tras conocer las impresiones generales acerca de Unity y pasarnos un largo periodo escuchando tonterías acerca de lo que es más cinematográfico (la expresión de moda) ¿volverá la sensatez al videojuego? El equipo de Ubisoft Montreal ya ha expresado su deseo de tener más tiempo para desarrollar sus títulos; lo que lleva a otra pregunta: ¿empezaremos a amar los retrasos? Pues sí si llegan con eso, con sensatez, humildad y honestidad. Maldito sea el miedo que parecen tenerle las compañías al usuario, horribles las excusas para justificar los tiempos de desarrollo, devoradores los tiempos que exige el mercado.

 

Assassin´s Creed Unity no es solo una acumulación de malas decisiones, es una fantástica oportunidad desaprovechada en una serie que tendría que ser más flexible con su legado. Y eso que Assassin´s Creed sí se retrasó para acabar encajado en noviembre, pero es evidente que la fecha ha sido elegida por jugosa, y con lo visto, un poco más de tiempo no le vendría mal. Pero claro, ¿un nuevo retraso? ¿Uno sensato, coherente y necesario? No, qué miedo. Los usuarios empezarán a decir en los foros que el juego es una caca, que se retrasa y cumplirá esa máxima de que un título que se retrasa un par de veces acaba siendo un zurullo. Llegan entonces las imaginativas excusas que enfadan al respetable, la presión, el cúmulo de errores, el resultado final irregular, los empleados quejándose, el padre de la serie anunciando su nuevo estudio... Un ciclo que clama a la coherencia.

 

 

Conste que no soy un iluso, entiendo que sea necesario hacer caja en navidades. Pero para eso están otros spin-offs con menor calado, el nuevo formato capitular que te permite tomarte un tiempo entre capítulo y capítulo y ofrecer un mejor precio; vamos, que hay opciones, y si no saca un Assassin´s Creed Ground Zeroes que sale baratito y al final es resultón.

 

Hay algo que es necesario cambiar: el miedo a los retrasos, tanto por parte de las desarrolladoras como parte del usuario. Tenemos que ser más cariñosos recibiendo la noticia, no enfadarnos, no entender el videojuego como un producto que necesita ser manufacturado a tiempo y sí una obra de un equipo creativo que necesita tiempo para encajar todas las piezas. Así conseguiremos romper ese círculo vicioso en el que un retraso solo se entiende para corregir errores garrafales e incorregibles (es así). Personalmente, yo amo los retrasos. Bloodborne sacó un alpha, se dejó probar y al poco anunció un retraso hasta marzo; una noticia fantástica (que sí, que lo es) que permite confiar en el trabajo de la desarrolladora y que, tras lo anotado con la demo, está en proceso de mejora; y que salga cuando tenga que salir. Que si no se nos ponen nerviosos y nos dicen cosas como que con 30 FPS el juego es más cinematográfico. Mal, excusas tontas de las que nadie se libra.

 

Ojalá la experiencia de esta semana sirva para hacer análisis, para que como usuarios comprendamos ciertas cosas (amar los retrasos y que las compañías sepan anunciarlos y programarlos correctamente) y que las grandes entiendan otras muchas. Que lo peor de esto, y con esta rachita, es también temer por The Division. Ays...


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