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Supervivencia hostil: de la creación en Minecraft al estrés en Don't Starve

Donde la diversión está en morir, y aprender
Por Brenda Giacconi

Huyes. Notas como unos monstruos te persiguen incansablemente a través la oscuridad de la noche. A tu antorcha le queda poco para que se extinga, dejándote a merced de las sombras. Ves tu casa a lo lejos, esa pseudoconstrucción fabricada rápidamente con unos cuantos tablones, pero sabes que no llegas a su puerta.

 

Piensas: “Debería haberme hecho un arma.” “No debería haber salido por la noche.” “Voy a morir.”

 

Tan solo es un videojuego de supervivencia. No vas a morir de verdad, usuario, pero sufres igual porque hay un hecho común en este género que te asusta: vas a perder todos tus objetos.

 

Unas escenas que se repiten múltiples veces a lo largo de esta clase de aventuras basadas en la recolección, la gestión de recursos y las batallas inteligentes en las que huir vale más la pena que mantener el orgullo de jugador. Dentro de este género se muere mucho, ya sea a causa de monstruos de la noche, invasiones de otros personajes, un clima incontrolable, jefes inesperados o aspectos tan básicos como el hambre. Sin embargo, la supervivencia es así: soledad y esfuerzo constante en un mundo que te recibe con pura hostilidad. Obstáculos en forma de elementos más o menos naturales que obligan a prepararse y sufrir las consecuencias del desconocimiento de las características de dicho universo.

 

¿Todos los juegos del género son así? Claramente no, muchos incorporan aspectos de supervivencia en mayor o menor medida, a veces incluyendo fantasía para incitar al descubrimiento, y otras centrándose en un objetivo más aventurero, entre otras variantes. Pero, en definitiva, son títulos en los que hay que mantenerse activo constantemente, y perder un día virtual por cualquier distracción puede resultar en una muerte futura y, consecuentemente, esa temida pérdida de objetos.

 

Construcción casa en Minecraft

 

La creación: de la necesidad al arte.

 

La gran mayoría de entregas del estilo siguen este mismo patrón: empezamos con nada, de cero, y hay que acumular unos recursos iniciales con tal de construir lo básico. Esto suele significar la simple edificación de cuatro paredes y un techo para superar las noches de manera cómoda para nuestra comunidad, como en Going Medieval o la creación de estaciones necesarias tales como camas o bombas de agua en Oxygen not Included. Porque, al fin y al cabo, la noche es perjudicial para los personajes que controlamos.

 

Sin embargo, esto adquiere un carácter completamente distinto en Minecraft, donde no solo construiremos estructuras para sobrevivir, sino que esta acción también sirve para dar rienda suelta a nuestra imaginación con la creación de castillos, ciudades, paisajes y toda clase de ideas que se puedan plasmar en la pantalla a través de cubitos. Porque, en este sentido, Minecraft es mucho más divertido que el resto de juegos del estilo al permitir una enorme cantidad de posibilidades con un sistema tan sencillo como es la colocación de cubos, sin contar otros elementos que también se encuentran en el juego como la exploración de mazmorras, la recolección de recursos, la batalla contra enemigos y hasta la teletransportación a otros mundos. ¿Supervivencia? Sí, pero también una puerta a la creación.

 

Sea como sea, la construcción es fundamental para una mejora en la calidad de vida del protagonista o comunidad. Quizás empezamos con una pequeña casa de cuatro paredes mal puestas y un techo algo bajo, pero es precisamente esta escasez inicial lo que nos invita a una búsqueda exhaustiva de todas las posibilidades que hay en el juego dentro de este ámbito. Todo esto, claro, si logramos sobrevivir a esos escollos tan divertidos y al mismo tiempo frustrantes que ofrece la entrega.

 

4 estaciones en Don't Starve

 

Un clima que pasa de lo anecdótico a convertirse en nuestro peor enemigo

 

Dentro del juego de Mojang, hay ciertas características climatológicas que añaden un poco de variedad al juego. Las lluvias, nevadas y tormentas suceden de tanto en tanto en este mundo virtual, pero no suponen una gran diferencia en la jugabilidad. El único caso que puede ser molesto es la tormenta, cuyos rayos pueden transformar monstruos y NPC, pero por lo demás, su implementación es puramente anecdótica. No obstante, y como a nadie le gusta mojarse bajo la lluvia o sufrir otras inclemencias del tiempo, hay títulos que perjudican al personaje y estresan al jugador a través de esta mecánica, pero con unos puntos de dificultad más elevados.

 

Los cambios de clima son esenciales para comprender la hostilidad que impera constantemente en el universo de Don’t Starve, una obra con un diseño muy a lo Tim Burton que nos matará muchas veces a lo largo de su estrambótica y misteriosa aventura. Y es que aquí sí existen las estaciones del año, unos periodos con una duración de varios días que minarán la moral del jugador al hacerle sufrir por congelación e insolación, así como otros temporales como lluvias que bajan la cordura del protagonista y tormentas con rayos destructores. El juego se convierte en todo un reto de supervivencia contra la naturaleza más furiosa y que, como sucede en otras entregas del estilo, solo se pueden prever muriendo muchas veces. ¿Que con esta explicación no parece un juego muy complicado? Pues esperad a que llegue el verano y os prenda fuego a todas vuestras pertenencias de manera aleatoria. Ya veréis que divertido.

 

Oxygen Not Included

 

Las puñeteras necesidades básicas

 

En una sociedad en la que tenemos acceso a la comida a través de supermercados y abuelos que nos dan croquetas congeladas porque saben que nos encantan, choca mucho lo difícil que es conseguir alimentos en un videojuego de supervivencia. No solo porque es claramente lo que pasaría en un mundo en el que no existieran cadenas de tiendas de alimentación, sino porque también se trata de un género cuya gracia está en divertirnos a través de la superación de obstáculos naturales. De este modo, nuestra atención en el mundo virtual girará alrededor de las fuentes de comida más básicas para un tiempo de supervivencia mayor.

 

La implementación de esta particularidad fisiológica del ser humano se produce de maneras diferentes según la obra a la que estemos dedicando nuestro tiempo. Volviendo a ejemplos anteriores, en Minecraft es bastante fácil conseguir carne de cerdo y otras clases de comidas, además que con un poco de paciencia se puede crear una granja con estos mismos animales. No obstante, en Don’t Starve es mucho más difícil, ya que tendremos que conseguir la carne en cruentas batallas contra animales, ya que los monstruos dejan una carne que nos perjudica, mientras que alimentos más accesibles como las bayas o los conejos desaparecen según las estaciones ya mencionadas.

 

Y ahora porque me centro exclusivamente en el hambre, pero títulos como Oxygen not Included añaden muchas más necesidades para nuestros personajillos, tales como las ganas de ir al baño, la limpieza, la decoración o la calidad del sueño. La mayoría no son indispensables, pero aumentan el rendimiento del grupo a lo largo de una misión espacial cada vez más enrevesada. Por lo tanto, una característica tan sencilla puede ser la causa de nuestro fallecimiento en el juego.

 

Ya sea con la caída de la noche, por culpa de una climatología dura o porque no hemos sabido gestionar los requisitos naturales de nuestro personaje, en los títulos de supervivencia la muerte es muy común. Y, aunque parezca que estamos preparados para todo lo que pueda aparecer, siempre ocurre un desajuste en nuestros cálculos que nos tensa lo suficiente como para esperar un posible Fin del Juego que nos obligue a volver a caminar largos trechos para recuperar los objetos o, en el peor de los casos, que nos haga empezar de nuevo. Es un género exigente, incontrolable y altamente hostil, pero es precisamente esta puesta a prueba lo que tanto nos llama la atención. Sigue corriendo, usuario, porque como te pillen los monstruos te arrepentirás.


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