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Super Mario Odyssey, el mejor videojuego con el que empezar la saga

Nintendo ha sabido darle al público donde gusta
Por Rafa del Río

He tardado unos días en hacerme con él, pero desde que metí el mini-cartucho de Super Mario Odyssey en mi Nintendo Switch el último episodio del fontanero-que-ya-no-es-fontanero se ha convertido en mi videojuego favorito de 2017. Y sí, incluyo The Legend of Zelda: Breath of the Wild en la ecuación, pero es que este Mario ha logrado enamorarme no sólo a mí, sino también a la niña, y ojo, esto era difícil. 

 

Si echo la vista atrás tengo que remontarme a verano de 1992, el año en que descubrí la obsesión por hacerme con una famicom. Y sí, me refiero a la japonesa, que salía más barata en los bazares de tapadillo y venía con cartuchos con millones juegos. Mi proto-cuñado estaba haciendo el servicio militar en Ceuta y trajo una pequeña consola con un cartucho del tamaño de una cassette en el que cabían 999 juegos, desde Artax hasta Pooyan, pasando por Ice Climber, Penguin Adventure, Twin Bee, 1942, Macrox, Road Avenger, Rush'n Atack, por supuesto, Super Mario Bros. 3.

 

Ojo, yo ya había descubierto a Mario en la hand-held de Donkey Kong, su primer arcade antes de ser Super y la versión porrillera del Spectrum. Sin embargo, ver a Mario vestido de mofeta en ese flamante Super Mario Bros. 3 me llevó a desear fervientemente una Famicom. Ahorré, hice tareillas, aproveché el santo y mil diabluras más que culminaron en un feliz 29 de septiembre de 1992 en el que me hacía con la consola y el cartucho famoso de 999 juegos. Gracias a él descubrí las tres primeras entregas de Mario y daba el paso del difunto Spectrum al mundo de las consolas.

 

wolfenstein 2 y super mario odyssey 2 1

 

Ahora soy yo quien le da Werther's original a su nieto

Bueno, Werther's original no, más bien videojuegos, y no es a mi nieto, sino a mi hija. Intentaté jugar con ella por activa y por pasiva a los primeros Super Marios en la Raspberry, encadilarla con Super Mario World en la consola virtual de Wii y saqué del armario Super Mario Galaxy para meterlo al rato por falta de interés. Ahora llega Super Mario Odyssey y mi hija, al fin, se ha declarado fan del icono por excelencia de Nintendo, rendida  a esta nueva forma de enfocar el videojuego que bebe de la filosofía de lo que siempre ha hecho Nintendo.

 

Super Mario Odyssey es la mejor forma de presentar Mario a los niños, y lo digo como veterano que empezó en esto de los juegos en el 84. Que sí, que hacerles conocer las bases está muy bien, pero poco o nada podemos hacer cuando un juego se presenta de la forma en la que lo hace Odyssey: con mundos por descubrir, sorpresas a tutiplen y una historia sencilla que comprenden de sobra a cualquier edad y en la que hay malos muy malos y buenos buenísimos. 

 

wolfie 1

 

Super Mario Odyssey es el mejor Mario para los peques de la casa.

Y con esto no quiero decir que no le pongáis los clásicos a los niños, sino que es normal que una cosa tan bonita, divertida, sorprendente y maravillosa les entre antes por los ojos que un puñado de píxeles mal recortados y con cuenta atrás. Super Mario odyssey funciona perfectamente como película de dibujos animados con unos acabados maravillosos que parecen el hijo bastardo de las técnicas de Píxar y los materiales de Art atack. Es una broma constante en la que todos los personajes, hasta el malvadísimo Bowzer, tienen su punto simpático, y en pantalla ocurren mil cosas divertidas con una música que parodia varios temas emblemáticos de la compañía y de la historia del videojuego.

 

Desde soltar el mando y ver a Mario dormido, teniendo pesadillas con Peach o soñando con comida 'aaaah, tortelliniii'; hasta ir corriendo y chocarnos, escuchar sus grititos de alegría al saltar o ponernos a pegar botes encima de un personaje random. Todo es divertido, todo es tremendamente gracioso, y sin duda esa es la mejor manera de empezar a jugar: divirtiéndonos. Ya habrá tiempo para disonancias ludonarrativas y la violencia como contexto narrativo único en el trazado de la psique del personaje. 

 

Super Mario Odyssey cumple de sobra como gran videojuego y desbanca, al menos para mí, a Breath of the Wild como GotY 2017. Y lo hace gracias a su simpatía, su capacidad de sorpresa y los miles de puzzles lógicos y no tanto que pueblan sus escenarios. Da igual que seas un niño o un pureta de 40 años: Nintendo consigue enamorar con su juego a unas cotas que, francamente, no esperaba, y lo hace con una sencillez y un cariño que sigue demostrando por qué los de Kioto son la gran N. Todo en el juego está cuidado al milímetro para hacernos felices perdiéndonos por sus mundos, buscando lunas, cumpliendo misiones o siguiendo la historia. Pocos, muy pocos videojuegos pueden jactarse de dedicar ni siquiera la mitad de esfuerzo en hacer de su experiencia algo tan único y personal como este Super Mario odyssey.

 

¡Nos leemos!


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