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Shinobi III - Que regresen ya los ninja

Teatro kabuki, movimientos chulos y mucha mezcla
Por Adrián Suárez Mouriño

Tras realizar el especial de los mejores videojuegos de Megadrive me he puesto especialmente nostálgico con un título de la de SEGA que me parece totalmente imprescindible: Shinobi III. El regreso del maestro ninja es un título que parece realizado inspirándose en el teatro kabuki, es muy teatral, se trabaja mucho la puesta en escena, las mezclas de ideas, de conceptos y de referencias, pero siempre mantiene la coherencia.

 

Aparecido en 1993, y ante la vuelta al mundo de Neo Zeed, Joe Musashi regresa al mundo para pararle los pies a él y a su sindicato del crimen. Sensiblemente más sencillo que sus antecesores, tanto te tiene montando a caballo, lanzando shurikens, haciendo surf o acabando con un monstruo que parece compuesto por vísceras a patadas. Tremendamente variado y equilibrado en lo jugable, es común pasar de alto este videojuego al hablar de los mejores juegos de Megadrive, y es algo comprensible, puesto que la de SEGA tiene un buen número de Gun´n Run formidables firmados por Treasure, y este no es más que una tercera parte de una serie, pero qué tercera parte.

 

 

Sin embargo, Shinobi III sabe ser más que un coge la pistola y corre matando. Con respecto al primer Shinobi, que apenas tenía movimientos ninja para ser desarrollados por el jugador, aquí Joe Musashi puede trepar, lanzar patadas en picado o arrojar sus shurikens al aire, y lo que es lo mejor del repertorio de ataques: correr y lanzar un espadazo, entre otros golpes de efecto.

 

Lo que siempre he admirado de este juego es lo bien que es capaz de capturar ese concepto del ninja, del guerrero solitario que camina entre las sombras liquidándolo todo, aunque el rival parezca imposible para él, muy a lo Samurai Jack. Esa preocupación por la puesta en escena se apoya en unos gráficos oscuros y de tono sobrio y una banda sonora trepidante con evidentes influencias de pelis del Japón Feudal, de muchas miradas y ataques rápidos.

 

El único problema que puede tener es que pasárselo del tirón no lleva demasiado tiempo, pero eso ahora, con tanto tiempo pasado, es casi una virtud. Pasar una tarde disfrutando de los tan variados niveles y de lo bien que funciona a nivel jugable y de presentación, no tiene precio. Y con el Shinobi III en nuestra memoria, los Tenchu desaparecidos en combate y nos Ninja Gaiden en tierra de nadie, rematamos este artículo volviendo a pedir más juegos de ninjas, capaces de comprender la esencia de lo que el público entiende que son estos guerreros, y entregándonoslos.


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