Rage 2: El Resurgir de los fantasmas y de un juego sin nada nuevo que decir
La expansión de Rage 2 es un claro ejemplo de que hay algo que no funciona del todo bien en la idea de que casi cualquier juego tenga contenido post-lanzamiento. No siempre hay una razón, una justificación suficiente o, en el peor de los casos, algo nuevo que añadir. El resurgir de los fantasmas es un claro ejemplo de lo último, lo que me lleva a pensar en la estrategia de un DLC que estuvo encima de la mesa mucho antes de empezar a trabajar en él y de plantearse, siquiera, si era necesario.
Para contextualizar, lo que se nos cuenta ocurre tras la campaña principal del juego. El Ranger Walker sigue poniendo paz en el yermo hasta que recibe la señal de socorro de Ciudad Maleza, un pequeño islote en la parte sureste del mapa que está siendo atacado por una facción que se había mantenido en la sombra tras el regreso de La Autoridad. Se trata de los fantasmas, un enemigo que utiliza la Feltrita para ganar habilidades propias de un Ranger y usarlas para subyugar a los demás.
Sobre el papel, la cosa pintaba bien. El problema es que puestos en materia lo que nos encontramos es una ampliación desaborida y demasiado literal de contenido. Viajamos a la nueva zona, hablamos con la resistencia y nos mandan a realizar misiones de estricta limpieza; llega, elimina al enemigo y desplázate al siguiente lugar para más de lo mismo. Se nota una desgana impropia de lo que podíamos encontrar en la campaña principal del juego, donde no solo había variedad (misiones de conducción, pruebas que simulaban un survival, secciones de infiltración, etc.) sino también cinemáticas que acompañaban la historia. Aquí apenas hay rastro de eso y todo es mucho más monótono.
El Resurgir de los fantasmas, en cambio, parece más bien la consecución de varias misiones secundarias puestas en orden. Apenas hay un par de momentos de pura narrativa y la historia no da pasos en ninguna dirección interesante. Es una pena, porque se nos presenta una villana que plantea cuestiones con la que reflexionar, ligadas a la moralidad de nuestras acciones, y un nuevo grupo de enemigos alejado de los típicos masilla que planta cara, pero todo queda en la superficie cuando al final las cosas se solucionan a tiros. Unos disparos que, aquí sí, siguen reflejando la mejor cara del juego; sabe francamente mal que estén rodeados de un envoltorio tan vano.
En definitiva, recomiendo esta expansión de contenido únicamente a quienes se quedaran con ganas de más. Viene con una nueva habilidad -una que te permite levantar al enemigo para hacer lo que quieras con él-, otro arma para el arsenal -que gasta feltrita y quema al enemigo- y más vehículos que manejar, entre ellos un robot. Pero se queda, en realidad, en un nuevo patio de recreo en el que hacer poco más que tropelías de las nuestras. Por suerte a veces basta con eso, porque la acción de Rage 2 es tan competente que el tiempo pasa volando en cuanto te metes en harina, aunque también cuesta no cerrar el juego con la sensación de que esto podría ser mucho mejor de lo que ha sido. Y eso es, al final, con lo último que te quedas.
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