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¿Qué adultos producirán los juegos en los que podemos elegir pagar en lugar de esforzarnos?

Atajos dañinos
Por Adrián Suárez Mouriño

El videojuego es muchas cosas, pero también es un juego en su manera más pura. El juego es uno de los elementos con los que la humanidad ha aprendido a serlo, a relacionarse y a crecer. Si juntas a varios niños que no se conocen, lo que suelen hacer es jugar a un juego que ya existe o inventarse uno al que disfrutar. Lo que sucede en ellos se queda con ellos y en su crecimiento.

 

A medida que han avanzado las edades y los años, estos juegos se han producido a través de nuevos soportes y medios, hasta llegar al videojuego. En los últimos años hemos sufrido un cambio en este. El videojuego ya no es solo una experiencia con principio y final, como un partido de fútbol que disfrutamos entre amigos. Ya no es solo la repetición de un mismo evento, es decir, varios partidos de fútbol que jugamos por disfrutar y en los que nos esforzamos de manera progresiva para mejorar. Ahora tiende a ser una misma experiencia infinita en la que el esfuerzo se sustituye o puede ser sustituido por el pago.

 

 

Si entendemos que el juego es un entorno que educa y forma sociedades, que forma parte del proceso educativo que nos lleva de ser niños a adultos, así como que el videojuego es parte de lo que llamamos ‘juego’, ¿qué adultos producirán los juegos en los que podemos elegir pagar para llegar a las mismas metas a las que llegábamos a través del esfuerzo?

 

En este contexto, podemos entender varios mensajes que pueden llegar a incrustarse en una mente poco formada y en la que el juego influye. En primer lugar, y el que considero más peligroso: pagando puedo conseguir algo hoy, esforzándome lo puedo conseguir pasado mañana. Con este pensamiento se desvirtúa algo que se obtiene a través del esfuerzo, ese algo que se consigue a través de la repetición de una tarea hasta domesticarla: la dominación de una disciplina, el fortalecimiento del carácter y el descubrirse a uno mismo interesado por actividades paralelas a esa tarea.

 

Para lavarse las manos con el tema de los micropagos, muchos títulos han decidido poner una condición de esfuerzo para evitar el desembolso económico; por ejemplo: gana mil combates y consigue a un nuevo luchador en lugar de pagar diez euros por él. Esta solución tampoco ofrece una real a este problema, es más, considero que lo hace peor. Os explico por qué.

 

 

Cuando nos esforzamos en algo hemos de ser conscientes de que no se consigue de la mañana a la noche, tenemos que aprender que hay que perseverar. Siempre que nos dedicamos a un trabajo duro vamos a tener un momento de poderosas dudas que nos van a querer hacer abandonar. Superar esas dudas se hace a través de una profunda reflexión contra uno mismo, lo que nos hace crecer y ser ´mejores’. La existencia de un atajo a través de un pago desvirtúa este proceso clave en la maduración del ser humano, pues cambia la reflexión por dinero y mata el esfuerzo.

 

Volviendo al principio del artículo, este problema no te va a pasar a ti o a mí. Yo tengo 35 años, he sido educado en la filosofía del esfuerzo porque cuando era pequeño no había atajos. En Super Mario Bros, la manera de superar mis carencias técnicas a los mandos, esas que me impedían pasarme un nivel era a través del ingenio porque, buscando, buscando, podía dar con una tubería que me llevaba a mundos lejanos. Pero de ese modo acababa encontrando en el mundo 8 un reto mayor capaz de explicarme que aún tenía que esforzarme mucho en niveles anteriores para poder superarlo. Eso ahora ha cambiado. Si el juego sirve verdaderamente para formar a la persona, si en el juego se encuentran los valores básicos que conforman sociedad y si el videojuego es efectivamente juego, ¿qué adultos producirán los juegos en los que podemos elegir pagar para llegar a las mismas metas a las que llegábamos a través del esfuerzo?


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