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Perseverancia, esfuerzo y aprendizaje en la derrota

Aguanta, muñeca
Por Toni Piedrabuena

La vida del jugador es absurda en muchos casos y la mía no es una excepción: uno de los momentos más brillantes de los últimos tiempos lo estoy viviendo en los brazos de Starcraft 2, un juego que tiene ya su buen par de años. Estoy disfrutando cada segundo de juego y estoy sacando partido a cada partida online que echo. Obviamente, es territorio comanche, pero creo que la actitud, como en cualquier juego competitivo, lo acaba siendo todo. Me apena que la fama del juego lo lleve a ser denostado en la opinión pública y que pocos novatos se animen a lanzarse al título de Blizzard.

 

No nos vamos a engañar a esta altura de la película: es jodido y mucho más profundo de lo que parece. Hay dos tipos de jugadores de Starcraft: uno no toca el teclado y disfruta; el otro comienza a tocar el teclado en la partida y descubre un nuevo y alocado mundo tras la obra de estrategia de Blizzard. No hablemos ya de la gestión de unidades, ahí empiezas a entender las herramientas de los jugadores de primera división, pero te queda mucho por andar: necesitas conocer debilidades y fortalezas de tu raza, lo que hace el rival y mucho Sun Tzu. Pero no te despides: dos páginas del Arte de la guerra y estás muerto.

 

La cuestión es perseverar y aprender. Suena a tópico, pero se puede aprender de la derrota, y Starcraft te da un montón de herramientas para que leas la partida una vez ha terminado. No dudes en guardar partida y ver qué ha hecho el rival, cómo lo ha hecho y cuándo lo ha hecho, así se aprende en el título de Blizzard y es una auténtica maravilla cómo se crea la producción y cómo se avanza con cada partida. Aunque esas herramientas te las pone a disposición la empresa americana, creo que también se puede aprender mucho de otros juegos y no lo hacemos: seguramente disfrutaríamos mucho más de la competición si aprendiésemos a perder.

 

Nos horroriza esa sensación. La desidia de los jugadores llega con cada punto que suma el contador de derrotas, y pocas empresas han conseguido que el usuario sea capaz de aprender de esas derrotas y aceptar que la experiencia no está solo en la derrota ajena. Uno no sabe si es una falta de educación propia de los jugadores, no acostumbrados a competir en ninguna disciplina deportiva o en una especie de falta de autoestima importante: la cuestión es que con esfuerzo las victorias acaban llegando, y aceptar nuestro rol dentro de la competición no hace más que ayudarnos a disfrutar de la experiencia y el propio aprendizaje. Solo así se llega a cotas altas.

 

Os deseo a todos un feliz año 2015. Un abrazo.


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