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Pensando en el endgame de Final Fantasy XV

Desde Final Fantasy VII, lo mejor de la saga
Por Adrián Suárez Mouriño

Hoy sale Final Fantasy XV, y no sé vosotros, pero siempre que un nuevo Final Fantasy cae en mis manos en lo que yo pienso es en su end game, en todas las aventuras, enemigos poderosos y pequeñas misiones que se suceden tras derrotar al enemigo final del juego. Por supuesto, este fervor por disfrutar del juego postumo llega tras haber jugado a Final Fantasy VII, título que tenía uno formidable sin querer; todos recorrimos una y otra vez su mundo de juego persiguiendo la resurrección de Aerith y la clonación de Sephiroth sin lograrlo, claro. Otros Final Fantasy nos ofrecieron también un endgame formidable, en el que hay que destacar por encima de todos los demás a Final Fantasy X y su puñetero Verdugo Final, el único jefe de un Final Fantasy no online al que no fui capaz de derrotar, por pesado.

 

Todo lo que un juego te ofrece tras su trama principal tiene algo de mágico. Aunque todos los jugadores disfrutemos de ese mismo tramo, de esa experiencia del mismo modo, nos parece que somos solo nosotros los que lo hemos descubierto. Videojuegos como Fallout 4 o The Witcher 3 nos dejan ya coquetear con esta sección de partida no lineal desde casi el principio del título, y por eso los adoramos. Ambos son juegos que en todo momento te dejan moverte a tus anchas y salirte del guión, pero eso no ocurre en un Final Fantasy, juegos en los que pueden farmear y explorar pero no es frecuente la apertura de historias paralelas mientras la principal está activa.

 

 

Es por esa retirada de la libertad y esa obligación de seguir un mismo guión hasta el final por lo que tanto nos gusta el end game, es un respiro necesario en el que por fin se nos deja conocer ese mundo a nuestro aire, y hacerlo con el personaje en plenitud de sus facultades. De todos modos, Final Fantasy XV tiene vocación de mundo abierto, de contar algo que va más allá del argumente principal del videojuego como vimos en su universo expandido. Puede que en esta ocasión esas semillas del endgame comiencen a plantarse antes de llegar a él, algo que sería formidable no solo para preparar tareas extra, también para dotarlas de contenido.

 

Final Fantasy VII tenía un end game formidable porque tenía una historia tras él; una que los jugadores pusimos ahí, cierto, pero estaba. Se agradece tener un montón de enemigos poderosos, pero sería ideal cubrir esos enfrentamientos con una motivación para acabar con ellos, una que vaya más allá de querer matarlos porque son grandes y horribles. Si eso consigue tenerlo Final Fantasy XV, sí estaremos ante uno de los mejores Final Fantasy de la historia.


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