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Notas en videojuegos, una trampa mortal

Cuando un 7 es un suspenso
Por Jaume Esteve Gutiérrez

En Mundogamers hemos echado un vistazo a Metacritic y nos ha sorprendido un dato. En cine, a las notas por encima de 60 se les da un aprobado. En videojuegos, la cifra asciende hasta el 76. ¿En qué oscuro momento de la historia de los medios se decidió que un 7,5 era un suspenso?

 

¿A alguien le cabe en la cabeza salir de un examen en el que el profesor le haya puesto un 7,5 y se vaya a casa con un suspenso? No, los estudiantes de telecos, y de medicina, no cuentan. Entre todos, y nosotros mismos los primeros, hemos creado un absurdo sistema de notas alejado de la realidad en el que los nueves se reparten como churros y en el que las notas por debajo del cinco ni se tienen en comparación. Entonces, ¿por qué no puntuamos del cero al cinco y nos dejamos de milongas?

 

La situación en nuestro país no se salva de la quema. En ocasiones, por si fuera poco, las buenas relaciones que mantenemos miembros de la prensa con los gabinetes de comunicación de los estudios no ayudan para nada. Va, le voy a poner un puntito extra al juego de fulanito porque sé que en su negocio las están pasando canutas. La táctica, a la larga, es catastrófica para el prestigio de cualquier medio: un lector puede tragar con una nota hinchada una vez, pero no va a tragar con la misma a la segunda. Resultado, zarpará en busca del amor y de críticos independientes.

 

Ojo, que del lado de los lectores también existe una cierta pasividad. Se ha instalado una sensación de comodidad, una zona de seguridad, en la que los lectores no dan importancia alguna a las opiniones de los profesionales. Ya lo comentaba el amigo Toni Piedrabuena en su columna de opinión, se ha normalizado la práctica de hacer caso sólo a aquellas reviews de los juegos que conocemos a lo que se entra para refrendar la opinión expuesta o discrepar de ella hasta la extenuación.

 

Bioshock en Metacritic

 

En el vasto océano de medios que poblamos Internet hay un medio al que le doy mi voto de confianza en este aspecto. Es Eurogamer que en su misma web tiene una tabla de valoraciones en las que explica muy bien qué significa cada nota, como si fuésemos niños de preescolar incapaces de entender que un seis, por muy catastrófico que suene en este mundillo, sigue siendo un aprobado o que un juego pasable pero que tiene carencias merece un siete, que cuando un servidor iba al colegio, significaba un notable.

 

Cualquiera que se haya dedicado a este mundillo tendrá mil y una experiencias nacidas, de nuevo, de esa estrecha relación que existe entre periodistas y responsables de comunicación y en el que en alguna ocasión sufres malas caras y alguna que otra exclusión de los envíos para profesionales por no ceñirte a algunas reglas del juego. Siempre he defendido en estos debates, incluso con personas que trabajan del otro lado de la barrera, que la libertad a la hora de valorar es básica para el buen funcionamiento de la industria. Volviendo al ejemplo anterior, si un día tiras por los suelos un juego que se lo merece pero, llegado el momento, encumbras al que lo está petando, no sólo le estás haciendo un servicio al lector sino que favoreces al editor, que debería obtener mejores números con sus títulos.

 

Después de toda esta parrafada tengo que reconocer un sentimiento que me carcome por dentro. No creo en las notas. No creo en las valoraciones númericas de un campo, ya sea el de los videojuegos como el de cualquier otra faceta, dirigido a evocar sensaciones y provocar sentimientos en el espectador. ¿Realmente es necesario cuantificar el objeto de estudio? ¿O somos unos vagos que vamos hasta la nota y nos olvidamos de por qué se ha llegado hasta ella?

 

A la hora de la verdad, tengo muy claro que prefiero leer un texto que me exponga las bondades de un título, que me explique sus defectos y en el que el redactor de turno me dé una imagen global del producto del que está hablando. Muchos son los casos, los podéis encontrar a patadas, de usuarios criticando análisis con notas muy altas y en las que no se ve pizca alguna de entusiasmo en el texto. Una triquiñuela para tener contentas a las compañías.

 

Dicho esto, os emplazamos a que nos digáis qué os parece nuestro sistema de puntuación y qué pensáis de las notas en general. ¿Son un mal necesario? ¿Las tomáis como referencia? Conforme avanza el tiempo, tenemos la sensación de que los únicos que le hacen caso son las compañías, porque usuarios y prensa hemos aprendido a buscar por otras vías las opiniones que nos interesan del lanzamiento de turno.


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