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Nosotros nos flipamos con el sintoísmo y el Zen, pero ellos se ponen turuletas con el cristianismo

Videojuegos de aquí y de allá
Por Adrián Suárez Mouriño

Los occidentales nos flipamos con Japón y sus samuráis; que si son las criaturas más nobles del mundo, que si son capaces de hablar con el viento o cortar las hojas que caen de un árbol con la katana… Y, si no, que se lo digan a Ghost of Tsushima. Pero los japoneses no se quedan atrás. Se flipan una barbaridad con los cristiano, con nuestra idea de lo que es un dios, el sacrificio y lo de poner la otra mejilla. Y, si no, que se lo digan a Nier: Automata.

 

Estoy rejugándolo poquito a poquito, sin prisas, un ratito cada día. Estoy ya en el tramo en el que los robots de la fábrica se han desconectado de la red, se han vuelto turuletas y quieren BECOME AS GOOOOOD; convertirse en Dios, vaya, ¿y cómo? Pues con un sacrificio ritual (solo faltan las cruces de las que colgarse), adorando a una especie de papa y vistiéndose como con hábitos de iglesia.

 

 

Estos robots tienden a pedir la paz, a no atacar y a que los dejen trascender tranquilos. Su forma de fingir humanidad es ser creyentes, y eso es fascinante. Pero Nier no es el único juego que reimagina lo cristiano. El rey en esto es Dragon Quest. Lo más chulo de cómo dibuja su religión cristiana loca es que no hay dios, sino diosa. Me imagino que este cambio se deberá a la importancia de Amaterasu, la deidad que en el sintoísmo representa el sol. Este kami es mujer, así que me imagino que una cosa llevará a la otra.

 

Esta reinterpretación tiene algo de curiosidad, mucho de osadía, pero también de desear que esa realidad que pintamos sea de otra forma,  que sea más conveniente. Ayer le hice una reseña al libro de Alberto Venegas: Pasado Interactivo. En su texto trata este tema. En su caso, lo hace referido a la historia. Los videojuegos y el cine han creado una visión y una imagen propia de hechos como La Segunda Guerra Mundial; tan potentes y que se han vuelto tan populares, que se han tomado por ciertos por muchos.

 

Pero su lectura es extensiva a otros muchos campos, también a la religión. ¿Qué es el cristianismo para un japonés? En la excelente película ‘Silencio’ (maravillosa, vedla) de Martin Scorsese, aparecen muchos japoneses que dicen creer en Dios, en el cristiano, incluso hasta el punto de ser torturados por su fe, pero, cuando los sacerdotes que llegan de Europa hablan con ellos descubren que no tienen ni idea del cristianismo, tan solo una visión distorsionada y muy adecuada de él.

 

Yo adoro estas reinterpretaciones tan convenientes, porque es una mezcla de lo que se quiere que sea algo, esa misma cosa, la idea de esa cosa y la cosa misma; es decir, todo el inventario de figuras de la alegoría de la caverna de Platón. Lo que sí es pochísimo es cuando los directores de Assassin’s Creed Valhalla o de Ghost of Tsushima viajan a las localizaciones reales de los eventos de sus juegos en la actualidad, creyendo que el sitio estará igual que cuando se produjeron. La atrevida ingenuidad y la falta de investigación real que se oculta bajo la palabra ‘ficción’.


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