No todo el mundo juega tanto
Todos hemos estado alguna vez como Randy. Es inútil negarlo porque sabéis que es cierto: algunas veces nos hemos convertido en una extensión del sofá que está conectada a una consola durante interminables horas de un día libre en las vacaciones de verano, asado de calor y en calzoncillos para intentar evitarlo. Y no pasa nada, es un momento de nuestras vidas que es tan válido como cuando nos fuimos al campo a pasar el día con los amigos sin tener una televisión ni una consola a menos de 50 kilómetros.
Aceptar nuestra parte como jugadores compulsivos es algo que todos debemos hacer, del mismo modo que tenemos que aceptar la importancia que esta tiene en otras personas: algunos jugamos horas seguidas, otras media hora o una hora como mucho cuando pueden. Nuestro consumo del mismo producto varía mucho y los estudios y compañías se adaptan a ello en la medida de lo posible, pero es lógico que muchas veces se centren en el mayor número de personas que juegan de una manera o de otra. Y ahí, mal que nos pese, 'nosotros' salimos perdiendo.
Con nosotros, sí, me refiero al jugador más habitual, entre los que nos encontramos los lectores de esta web y los que escribimos en ella. El resto, pues pensad en esos jugadores que solo juegan unos poquitos juegos al año y que viven más o menos al margen del día a día de la industria. Estos jugadores son el 90% de los consumidores de jugadores, a los que intentan llegar los grandes nombres y para quienes se hacen los juegos a día de hoy en su amplia mayoría. Por eso debemos pensar un poco en cómo juegan ellos.
Solo de esa manera comprenderemos por qué a algunos jugadores no les cansa el Call of Duty, porque juegan poco y con sesiones separadas en el tiempo; por qué les flipan los Assassin's Creed pese a sus entregas anuales, aunque esto se ha demostrado que ya no es así y por eso Ubisoft ha cambiado un poco el chip; o por qué cada año FIFA se vende a expuertas entre los jugadores que, quizá, solo tienen una consola para jugar al FIFA cuando tienen visita. Y no pasa absolutamente nada.
No está de más refrescar la memoria y pensar en que todos jugamos de formas muy distintas y que por eso No Man's Sky, mientras que a muchos se les está haciendo repetitivo y vacío; a otros les está pareciendo una experiencia inspiradora, con paisajes únicos y donde se encuentran cosas distintas cada vez que juegan porque, quizá, juegan de una manera distinta.
Quienes jugamos más y a menudo estamos expuestos a estos inconvenientes: o el juego es muy, muy, muy bueno y excepcional, o posiblemente nos canse en un grado porque somos ávidos consumidores. Si todos los días comiéramos hamburguesas con queso y beicon, por mucho que nos gusten, además de acabar gordos, acabaríamos cansados de ellas.
Es posible que No Man's Sky no sea el juego que nos prometieron, ese Minecraft espacial que nos iba a hipnotizar a todos, pero aún está por demostrarse lo contrario (porque pueden irlo mejorando con actualizaciones) y porque eso es un punto de vista que tenemos los más jugones.
No estoy intentado defender a Hello Games y su palabrería y su silencio con respecto a qué estaban haciendo en No Man's Sky, que al final parece estarles mordiendo en el culo cuando este ha llegado a las tiendas; pero hay que pensar cuándo un juego realmente se agota rápido y cómo una campaña de 7 horas o de 30 se experimenta entre distintos jugadores. Lo mismo ocurre con la variedad y los objetivos y la historia de No Man's Sky: quizá si jugáramos menos, como el 90% de los jugadores, lo experimentaríamos todo de otra forma.
Claro está que no siempre podemos, porque no nos da la gana o porque, en mi caso, es nuestro trabajo y tenemos que hacer un consumo rápido y en profundidad de los juegos para dar nuestra opinión y escribir sobre el juego y sus alrededores. También es una postura válida ante los videojuegos, pero con esos inconvenientes. Ser un jugador más espontáneo también tiene otros inconvenientes, como no acordarte de qué puñetas tenías que hacer en esa cueva de The Witcher 3.
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