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Mountain pone a prueba los límites de la pretensión

¿Es una experiencia contemplativa o un mal chiste?
Por Dayo

Valorar el arte es una tarea realmente difícil que requiere mucha atención y criterio. El contexto puede cambiar el significado de una obra y un solo momento puede darle a todo el conjunto cohesión. Generalmente los videojuegos suelen ser bastante más directos: lo que ves es lo que tienes. Quizá por eso las bolas curvas como Dear Esther incomoden a tantos. Pero ahora David O’Reilly, animador reputado y genio porque yo lo digo, ha sacado Mountain y la bola está dando vueltas en el aire en todas direcciones. No sé hacia dónde va. No sé lo que quiere. No sé si he calculado bien.

 

Conocí el trabajo de O’Reilly tras “A glitch is a glitch”, un capítulo experimental de Hora de Aventuras que él dirigió con su particular estilo en 3D. Viendo el resto de su trabajo, parece una suerte de iconoclasta, un guerrillero armado con un programa de animación. The External World es un desafío a la corrección política y un insulto al mismo tiempo que una celebración de la creatividad más pura y la libertad por la libertad. Please say something es una bella e íntima historia de amor entre dos criaturas incompatibles que se desarrolla en un mundo demasiado caótico para algo tan frágil como el romance. Sus breves sketches como Unlucky Little Man o I AM ALONE MY HEAD IS ON FIRE parecen surgir de la primera idiotez que se pasare por su enfermiza mente, pero incluso en su soberana estupidez siguen siendo muestras de creatividad y albergan un punto de fascinación. Muchos le conocen por su labor en Her dando vida a ese monigote virtual que profería improperios y, ahora que está haciendo un videojuego de verdad, parece que su propio Mountain es un insulto. O quizá no.

 

El teclado no hace nada. El ratón no hace nada. Bueno, eso dice el propio juego, pero si pulsas de la A a la K o de la Z a la coma, tocarás una nota y acelerarás la rotación de la montaña. Si pulsas punto, la montaña soltará una reflexión que seguirá las más de las veces la estructura “estoy [verbo sobre la contemplación o las emociones] este/a [adjetivo, momento del día o estación]”. Si haces click con el ratón podrás girar alrededor de tu montaña; si usas la rueda podrás hacer zoom y ver que todo lo que existe en este universo es tu montaña, suspendida en el eterno vacío y envuelta por la atmósfera. De vez en cuando algo, como un paraguas o una versión reducida del planeta Tierra, se estrella contra tu montaña. Cada vez que amanece se oye el mismo coro sacro forzando un momento de trascendencia a la salida de un sol que no existe. Conforme pasa el tiempo el juego se guarda automáticamente. A veces la montaña habla sola.

 

Contened vuestros orgasmos.

 

“Eres una montaña. Eres Dios”, dice el juego ¿Y qué significa eso? ¿Qué significan las preguntas que te hace el juego al principio? “Dibuja la belleza”, te dice. Pues un pene que va, porque soy así de original. Y aún así mi montaña es igual que la del resto de personas. Sólo varía qué es lo que cae.

 

Lo más probable es que, con este juego, David O’Reilly se esté riendo. Lo que dudo es si lo hace con o de nosotros. En la era de Goat Simulator o Surgeon Simulator, de tanto juego con una premisa absurda y centrado en hacer el paria en el entorno más inesperado, llega Mountain. Se sabe que Rock Simulator será una realidad, pero al contrario que todos sus hermanos, la obra de O’Reilly no está hecha para YouTube. Por mucho que quiera, PewDiePie no va a poder gritar y hacer que controlar una montaña absolutamente inmóvil parezca divertido. No lo es. Sólo puedes hacer rotar la montaña y girar la cámara. Ese es todo el control que tienes sobre su universo.

 

Me gustaría pensar que Mountain sea una respuesta a toda esta tendencia de juegos absurdos que parecen salirse con la suya sin importar qué hagan o cómo lo hagan. Me gustaría ver este título como una experiencia contemplativa; una suerte de pecera virtual sobre la que no puedes operar. Sólo puedes contemplar su belleza minimalista y sus colores, el cómo retumban los sonidos en el universo y en cómo gira el mundo gira en el espacio infinito. Pero luego mi yo pesimista llega y ve este título como un chiste a nuestra costa. David O’Reilly es un genio y este título se puede haber programado en apenas un día: es una generación procedural con unos pocos sistemas redundantes como las estaciones o ese coro que da la bienvenida a cada nuevo día. Cuando presentó el título en Horizon, lo hizo con mucha desgana: “Supongo que costará un dólar o algo”, dijo cerrando. Estaba cachondeándose, no sé si de los videojuegos o de su propio título. No parece que haya puesto todo su corazón sino que se asemeja a un pequeño deseo; un fragmento de algo más grande. Mountain difumina la definición de videojuego: es una ventana a otro universo donde una solitaria montaña gira sobre su propio eje por los siglos de los siglos. Tendré el juego abierto cada vez que use mi Mac para ver si realmente llega a un final, aunque a decir verdad me sorprendería que todo tuviese un propósito. Como mucho es un ejercicio contemplativo sin más y, en el peor de los casos, es una suerte de ataque dadá: una obra destinada a cuestionarse si estamos todos bien de la cabeza. Porque todos han hablado de este juego al anunciarse y seguramente lo hagan en los próximos días ahora que ha salido.

 

Aunque seguramente sea sólo una gilipollez que O’Reilly ha inventado de pronto. Quizá le esté dando demasiado crédito.


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