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Me gustaría que los Pokémon evolucionasen al revés paseando sin pelear

He empezado Pokémon Blanco
Por Adrián Suárez Mouriño

He empezado a jugar a Pokémon Blanco por recomendación de Sergio González, aguerrido líder del podcast Conexión Trigal dedicado a Pokémon, y por el que me dejo caer de vez en cuando. Su razón para recomendármelo es su historia. Y lo cierto es que Pokémon Blanco tiene una historia curiosa: la liberación de los Pokémon usados a manos de los crueles entrenadores.

 

Supongo que el hecho de que se hable de la liberación de esclavos en un Pokémon llamado Blanco y Negro es una cuestión ya debatida, pero de lo que quiero hablar hoy es de la relación entre lo que exige el equipo Plasma y la evolución de los Pokémon.

 

 

Los ‘villanos’ del juego defienden que los Pokémon están siendo usados como títeres, obligados a combatir y a trabajar por nosotros. Los humanos creemos que eso les hace felices (el gozo del proletariado, amigos) pero, en realidad, les arruina la vida. La gracia del asunto es que la forma de crecer y evolucionar de un Pokémon les da la razón a los del equipo Plasm.

 

Evolucionar es adaptarse al medio, por lo que parece sensato que si son unas criaturas obligadas a pelear hasta el desfallecimiento crezcan como guerreros más capaces. Todos los Pokémon afilan sus colmillos, crecen en tamaño, se vuelven más musculosos y amenazantes al evolucionar. Mirad en qué monstruo se convierte el adorable Psyduck, por ejemplo.

 

Es decir, la pregunta es: ¿los Pokémon evolucionan como seres terribles por culpa de someterlos al combate día sí y día también? Sabemos que los Pokémon pueden alterar su forma de evolución en base a las circunstancias, como le ocurre a Eevee, ¿quiere esto decir que si no les hiciéramos combatir, crecerían como bichos cuquis en lugar de transformados en monstruos?

 

Y esto me ha llevado a otro pensamiento: ojalá un título de Pokémon, o un juego que quiere imitar a Pokémon, en el que la evolución de uno de estos seres fuera al revés: de bicho agresivo a bicho mono. Todos los Pokémon me gustan más en su forma original; parecen felices y con ganas de jugar. Pensando en esto, me entusiasmó la idea de rescatar a Pokémon obligados a pelear de un refugio, cuidarlos, mimarlos, jugar con ellos y ver cómo desevolucionan plácidamente.

 

De aquí podría salir un adorable slow game, un juego tranquilo de pasear por mundos a lo Breath of the Wild, contemplar la lluvia a su lado o hacer arreglos florales. Día a día, el Pokémon iría nerfeándose, bajando de nivel y finalmente desevolucionando hasta volver a sonreír.

 

Y a pensar en esto he dedicado mi fin de semana.

 

Fuente de la imagen de portada


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