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Lugares vol. 3: Shadow Moses

De Metal Gear Solid a MGS4, un escenario que define a una generación
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Si me pidieran una localización de videojuego para perderme durante una temporada, posiblemente Shadow Moses sería una de las elegidas. Lo sé, aborrezco el frío pero la paz que transmite el escenario en el que se desarrolló Metal Gear Solid siempre me ha tocado la fibra teniendo en cuenta que, en tan exótico paisaje, se estaba dirimiendo el destino de la humanidad.

 

En más de una ocasión me he preguntado si lo que Kojima realizó con la primera entrega de la saga Metal Gear para Playstation no era un Metroidvania adaptado a los nuevos tiempos y con gráficos tridimensionales. En la red hay discusiones al respecto y, si bien los defensores a ultranza del género lo descartan por su componente estético, lo cierto es que Shadow Moses cumple la premisa principal: es un escenario único que deberemos recorrer de cabo a rabo para desentrañar todos sus misterios.

 

Metal Gear Solid en una hora y media. Superad eso.

 

Esa era una de las premisas principales de Metal Gear Solid. Pensado como un juego de infiltración en el que cada pantalla era un puzzle a resolver, Kojima prefirió no liarse la manta a la cabeza en términos de amplitud de escenario sino que retó al jugador a conocer bien el terreno por el que discurría la acción para memorizar a la perfección los patrones de los soldados enemigos.

 

No en vano, la idea le quedó tan redonda que Kojima abusó de la fórmula para Metal Gear Solid 2, título que, bajo el disfraz de secuela, no es otra cosa que un remake en mayúsculas de Metal Gear Solid, actualizado a la tecnología de PS2 y con una historia que, ahí sí, continuaba con los hechos narrados tras la aventura de Solid Snake en esa pequeña isla perdida de la mano de Dios en las islas Fox de Alaska.

 

El magistral homenaje a Metal Gear Solid aparecido en MGS4.

 

La importancia de Shadow Moses como escenario para la saga e incluso como lugar que situó al propio Kojima en el olimpo del videojuego contemporáneo es tal que al mismo nipón no le tembló el pulso a la hora de incluirla en Metal Gear Solid 4, en uno de los mejores homenajes autorreferenciales que me he echado a la cara en esto del videojuego. Para los que no hayan llegado hasta el momento, el viejo Snake debe volver a Shadow Moses aunque, de camino, cae dormido.

 

En ese momento, el juego adopta la estética de Metal Gear Solid y, por un momento, da la esperanza al jugador de que el resto de la misión vaya a ir por esos mismos derroteros. Hecho que, desgraciadamente, no sucedía. Por fortuna, siempre nos quedará el recuerdo de aquel primer Metal Gear para PlayStation y lo bien que nos lo pasamos en la fría Alaska.


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