1. Mundogamers
  2. Noticias
  3. PS4

Los niños y los demonios juegan y espían a las serpientes con grilletes

En busca del Ragnarok
Por Adrián Suárez Mouriño

Nioh 2 es el videojuego que estoy jugando mientras espero la llegada del Ragnarok. Con mundogamers cayéndose a pedazos, me lo estoy pasando genial con la versión de PS5 de este juego. Dejar mundogamers tiene sus ventajas, por fin puedo dejar de jugar para analizar y jugar por jugar. Un placer que llevaba sin sentir desde que tenía 25 años, y ahora tengo 37.

 

He jugado a Nioh 2 ya en PC, y me gustó, pero en Playstation 5 es otra cosa. Jugar a estos títulos de mucho-morir sin tiempos de carga es el futuro. Ojalá durante el state of play de hoy anuncien un Blooborne también sin tiempos de carga. Papi quiere rejugarlo y quiere hacerlo en condiciones.

 

No he elegido volver a jugar a Nioh 2 porque sí. Lo he elegido porque, no solo lo puedo jugar sin tener que analizarlo, sino también porque lo estoy rejugando. Los que curréis en esto ya sabréis que es prácticamente imposible rejugar a algo. Y rejugar videojuegos es un placer, ¿verdad? Reencontrarte con momentos especiales, con personajes que adoras… Y, de paso, alimentas y acentúas aún más esa cualidad tan maravillosa de la palabra juego: ser una acción sin consecuencias, sin metas reales. Una catarsis. Algo que haces solo porque te lo pasas bien haciéndolo. Y ya está.

 

Ah, el disfrute de lo frívolo, qué maravilla. Cuando más inútil es la acción de jugar, más la disfruto, y ahora que de ella no voy a sacar un análisis, nada de nada, solo horas de diversión, pues qué gozo. Ya que estamos cerca del final, me puedo sincerar con vosotros: disfruto mucho jugando con mi hija de dos años, porque nadie me da un trofeo por hacerlo, ni un logro, ni un pago por escribir un análisis. Jugar por jugar. Dominar y transformar el mundo con el juego... Es una idea preciosa.

 

No me malinterpretéis, adoro analizar videojuegos. Me encanta pensar en ellos, destriparlos y recorrerlos de cabo a rabo. Me flipa estar en el debate cuando un juego se lanza, opinar y escribir sobre él. Pero hacerlo tiene consecuencias: lo matas como juego.

 

 

Un juego que analizas no es un juego, es un trabajo, es un deber. Tiene consecuencias, le sacas rédito. Lo matas como juego al analizarlo. El momento en el que me di cuenta de esto fue cuando jugué a Sekiro. Lo maté porque lo analicé. Tenía prisa por llegar al final para sacar el análisis, y un juego de From Software no se puede jugar con prisas. Es como ese cocido que tiene que hacerse a su tiempo o no sabrá bien. Pero yo lo maté. Lo convertí en un algo, en un producto. 

 

En su momento, eso me hizo pensar mucho (y sigo en esas) sobre cómo la prensa analiza y como un jugador juega. Porque si un videojuego es un juego, y por lo tanto tiene que ser inconsecuente, y el que analiza un videojuego no se lo toma como un juego, sino como un trabajo, ¿no hay una enorme incongruencia en la misma cuestión de analizar?

 

Y con esta pregunta, una de tantas que nos hemos hecho juntos, os dejo. Sed felices. Y jugad por jugar. Lo demás, es trabajo.


<< Anterior Siguiente >>