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Los mejores juegos de la historia también son los más difíciles

Quejas de un abuelo
Por José Manuel Fernández "Spidey"

No han pasado muchas semanas desde que me acabara ese juegazo de Rockstar que es Max Payne 3, descubriéndose ante mi un lanzamiento que, aparte de enamorarme prácticamente a todos los niveles, me cautivó por su más que acusada dificultad. Logré atisbar el ending jugándolo en “difícil” de primeras, pero a posteriori pude comprobar cómo Max Payne 3 era igualmente desafiante en su modo “normal”... algo que, todo hay que decirlo (y con permiso de Dark Souls y familia), resulta complicado de ver a día de hoy, donde la mayoría de los títulos que inundan las estanterías de las tiendas parecen haber sido concebidos para octogenarios con problemas de coordinación.

 

Max Payne 3

 

Es evidente el hecho de que todo parece responder a lo que dictan los estudios de mercado, y al parecer las ventas de un videojuego funcionan mejor cuando éste evita cualquier amago de frustración. Un buen ejemplo de esto es aquello de lo que os hablaba el otro día, haciendo referencia a lo anodino y poco desafiante de los actuales juegos de olimpiadas mientras que antaño los durísimos Track & Field, HyperSports y Decathlon triunfaban a base de torturar nuestros sufridos dedos. Lo triste es que esta dinámica se extiende a la práctica totalidad de los géneros, condicionando sobremanera la actitud de los jugadores más veteranos frente a las jóvenes masas que se contentan únicamente con la satisfacción de llegar al final de un videojuego que nos ha llevado todo el camino de la mano.

 

A nivel personal, servidor se indigna bastante ante esta situación. Y creo que por norma no deberían ser pocos los perros viejos en esto del ocio electrónico que se encuentren como yo, topándose de bruces ante una mansalva de lanzamientos que, entre aburridos tutoriales, ayudas de parvulario y una total ausencia de penalizaciones muy susceptibles de no conducir a nada si lo que el usuario busca es algo de reto. Lo gracioso de todo esto es que, a poco que uno tenga una visión más o menos objetiva del pasado, podrá decir con claridad que una gran mayoría de los mejores videojuegos de la historia también se hallan entre los más difíciles de sus respectivas metodologías lúdicas.

 

Contra: Hardcorps & Metal Slug

 

Si nos ponemos a pensar en los clásicos juegos de naves, posiblemente nombres como Gradius Gaiden, Einhänder, Ikaruga o R-Type puedan ser buenos ejemplos de lo que bien podrían ser los mejores títulos del género de los mata marcianos. Se da la circunstancia de que ninguno de ellos son precisamente fáciles; todo lo contrario, son auténticamente demenciales. Algo parecido se puede decir de los mejores “run and gun” de todos los tiempos, donde títulos como Metal Slug o cualquier magno ejemplar de la saga Contra pueden aspirar a la corona de su rabiosa mecánica. No creo equivocarme si digo que un jugador de los de hoy día tendría serios problemas para, así de primeras, pasar más allá de la segunda fase… ¡o si me apuras de la primera! Y lo mismo para los “yo contra el barrio”… igual es sobrevivir diez minutos en un Final Fight (he omitido conscientemente el nombre de Battletoads) que en cualquiera de los God of War

 

En cuanto a las aventuras gráficas, las clásicas obras de LucasArts no eran precisamente un paseo. Quizá Loom podría encajar en el perfil de las más sencillas, y aún así es un ejemplo de coherencia y dificultad bien medida que se aleja sobremanera de los guiados conceptos de hoy, donde parece que el género aventurero se ciñe a un enigma por pantalla. Hasta los simuladores de vuelo, donde antaño cualquier excelso ejemplar a la usanza de F/A-18 Interceptor o, atención, X-Wing eran increíblemente jugables y, a su vez, mil veces más complejos y profundos que cualquier “juego de aviones” de los de hoy día. ¿Las plataformas? Me avergonzó ver el triste desafío de Enslaved mientras recordaba los mil y un secretos de Super Mario World abiertos a ojos de los más habilidosos con el pad. O lo durísimo de progresar de cualquier Adventure Island

 

Enslaved

 

Salvo honrosas excepciones, los veteranos apenas nos encontramos con situaciones clásicas de esas en las que los amigos decían cosas a la usanza de "es imposible pasar el jefe de la tercera fase". Dicho de otra manera: el catálogo actual es demasiado condescendiente con el usuario; se camufla la dificultad con un “todo” juegable que en la mayoría de los casos es un lamentable planteamiento de cartón-piedra. Un tío duro como yo se las ve y se las desea al contemplar que no hay nada capaz de darme la sensación de participar en un reto como los de antes, donde llegar al final de Green Beret era una odisea digna de alabanzas. Porque hoy no hay narices de nadie que se pase, a pelo, algo como el Temptations de Topo Soft.


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