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Life is Strange Episodio 3. Max y Chloe, lo mejor

Devolviendo la esperanza
Por Álex Pareja

Como ya os comenté por aquí el mes pasado, el segundo episodio de Life is Strange no me gustó demasiado. Todo lo que hacía bien el primero y todo lo que llegó a enamorarme muy fuertemente de lo creado por Dontnod Entertainment se vino abajo. Por eso esperaba con esperanza y  miedo al tercer episodio, que para mí se antojaba como imprescindible para seguir manteniendo la fe en este proyecto o para terminar tirándolo por la borda.

 

Esta misma semana llegó, ya lo he jugado y os puedo decir claramente que, menos mal, vuelve a estar a la altura de lo que esperaba de él. Además, este tercer episodio titulado Chaos Theory me ha servido para descubrir por qué me gusta Life is Strange y por qué no me gustó el episodio anterior. Todo tiene mucho que ver con la forma de narrar la historia, genialmente aplicada cuando Dontnod centra esfuerzos en la relación personal entre Max y Chloe, las dos chicas protagonistas.

 

 

Porque lo que hacía bien Life is Strange en su primer episodio era tratar de entender a los complicados adolescentes y a su mundo interior, pero sin entrar en demasiados tópicos ni aspectos demasiado vulgares. Max, la protagonista, era una chica de 18 años con las mismas dudas sobre ella misma y sobre el mundo que la rodea que todos hemos tenido más tarde o más temprano. Lo que hicieron bien en Dontnod fue saber contar una historia de una manera sutil en un segundo plano, mientras que lo que ocupaba el verdadero protagonismo era Max y sus relaciones más mundanas con los demás. 

 

Para que lo entendáis aún mejor, sobre todo aquellos que no habéis jugado todavía, el juego te cuenta una historia mayor e importante que se va desarrollando a la vez que las vivencias personales de Max. Pero lo bueno es la manera que tienen de contarla durante casi todo el tiempo: siempre a través de la interacción con el entorno del propio jugador, en la mayoría de los casos de forma opcional. Encontrar y descubrir objetos, hablar con distintos personajes e interactuar en general con los escenarios es la forma en que Life is Strange sabía ir contándote la historia, mientras que en un primer plano siempre nos encontrábamos a Max y sus líos más inmediatos y palpables. 

 

Chloe y Max en Life is Strange

El juego es mejor cuando se centra en su relación

 

El segundo episodio hacía lo contrario, dando la importancia total a los hechos que se iban desarrollando pero profundizando bastante menos en la relación entre personajes. Por eso y por los puzles tan cutres que incluía a mí me decepcionó tanto: quería seguir disfrutando de esa manera de narrar tan chula y que tanto se alejaba de otras propuestas similares, como aquellas vistas en los juegos de Telltale. Quizás, esta sensación viene provocada por jugar una vez al mes y siguiendo el ritmo de los capítulos, ya que si hubiera jugado estos tres capítulos seguidos la sensación general hubiera sido otra. Así que, al igual que ya dije en su momento, os recomiendo totalmente que si os interesa esperéis a que todos los episodios estén disponibles para jugarlos del tirón.

 

Al final haber sufrido aquel bajón y después este subidón ha servido para darme cuenta de qué es lo que me gusta y lo que menos me gusta del juego. Habrá quien piense lo contrario, claro (a mucha gente le gustó más el segundo episodio que el primero, por ejemplo) pero al menos a mí lo que consiguió enamorarme del juego fue la relación entre Max y Chloe y la forma de narrar a través de la interacción con el entorno, por eso me ha alegrado tanto que este nuevo episodio haya recuperado precisamente eso. Espero que los siguientes episodios sigan la misma tónica, aunque viendo el final de éste cualquier cosa puede pasar. 


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